ahötsa_

Eran los años 90 cuando un grupo de vecinos

y vecinas formamos la plataforma Vecinos-as pro Plaza de San Francisco frente a la introducción de

un parking en el Casco Viejo que como pensábamos hipotecaría para siempre la peatonalización y

una ciudad sostenible ecológicamente. Como así ocurrió con el aparcamiento del Hotel Maissonave.

Un hotel cuyo director es premiado ahora por su trayectoria empresarial por la Cámara de Comercio

de Navarra con la amplia sonrisa del Gobierno de Navarra. Un hotel protegido y cuidado por todo

tipo de administraciones tanto en la peculiar etapa del alcalde Alfredo Jaime como por el Gobierno

Foral. ¿Qué tiene este negocio privado y privilegiado sito en el meollo de la fiesta con vistas en su

ático de 360º?. Última planta de construcción ilegal. ¿Qué ofrece por disponer de agentes

municipales públicos a su servicio para dirigir sus autobuses privados Santo Domingo arriba Santo

Domingo abajo? ¿Qué tiene que no tengan las terrenales bicicletas a las que se les quiere prohibir el

mismo trayecto? ¿Qué carisma económico para que en plena época de defensa del medio ambiente

urbano ya muchas ciudades de la Europa de los 90 se consideraba obsoleto la construcción de

parkings en los centros históricos? Un parking para el beneficio sobretodo de la empresa de Patxi

Alemán. 

¿Cuál fue el premio a los vecinos y vecinas por defender una ciudad habitable, sin la invasión de la

hormigonera, con un transporte público adecuado, con oxígeno, jardines, árboles no bonsáis,

participativa, etc. etc.? Sufrimos la represión más burra con amenazas, detenciones, mentiras y los

intentos de criminalización por medio de la versión de la época de “todo es ETA”; el invento de las

coordinadoras “EZ” dirigidas por ETA. Nada más ni nada menos. Una organización vecinal. ¿Qué

tienen los privilegiados que ganan tanto? 

A pesar de que la gente hayamos abierto un interés por el diálogo por medio de criterios

participativos que miran a los intereses colectivos en lugar de a los exclusivamente privados, como es

el caso del Hotel Maissonave; vemos este acto recompensatorio (¿de?) como una humillación para

quienes luchamos por una ciudad más habitable.