¿Quién es quién en el Ayuntamiento de Huarte?

Seguro que el otro día cuando abrieron el buzón de su casa y se encontraron con un comunicado firmado conjuntamente por BILDU, GIH y Geroa Bai con fecha de 28 de marzo pensaron que aquello, sin duda, debía tratarse de una inocentada primaveral o de una broma de cámara oculta de esas que le dejan a uno con cara de bobo.

Fran Espinosa, politólogo y concejal del Ayuntamiento de Huarte por la candidatura de unidad popular Cambiando Huarte/Uharte Aldatuz.

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A estas alturas de la película ya sabrán que no era
ninguna gansada ni nada por el estilo y que, a pesar de parecer a priori algo
surrealista, la cartita de marras fue tan real como que en Huarte se dilapida el
dinero público y que nuestro Ayuntamiento está en una situación crítica sin
precedentes, en una encrucijada que va determinar nuestro presente y, sobre
todo, nuestro futuro colectivo. 

En esta ocasión no voy a aburrirles con cifras ni datos y no tengo otra intención
que explicar brevemente (eso, sí, como pone en los informes jurídicos, “salvo
mejor opinión”) qué hay detrás de la manera de actuar de cada uno de los
grupos municipales que constituyen la Corporación municipal. 

Empezaremos por GIH que es el que más cómodo se siente con el giro de los
acontecimientos y que está encantado con darle un último aire al balneario de
Itaroa, pues, no en vano, fue el promotor de los chanchullos urbanísticos de
principios de siglo que tantos problemas económicos nos han traído a lo largo
de casi dos décadas. Para GIH cerrar el Spa-sport sería como reconocer que
todas las megaconstrucciones y todos los pufos del pasado fueron, en realidad,
eso: Pufos. Pufos que han supuesto una onerosa deuda que puede
conducirnos de modo inexorable a ser intervenidos por el Gobierno de Navarra.
Por otro lado, el método de ejecución de los servicios en el balneario, la
externalización (lo que se ha llamado desde siempre privatización), es el
sistema preferido por la derecha, así que, ¿qué más pueden pedir Iñaki Crespo
y los suyos?

El PP, fan acérrimo también de la privatización, es deudo, sin embargo, de la
Ley Montoro, una ley que cercena la autonomía financiera municipal y que
obliga a los Ayuntamientos a presupuestar al dictado del Gobierno del Estado,
o sea del PP. En cualquier caso, ha aprovechado la coyuntura para meter un
dedo en el ojo a BILDU y Geroa Bai, ya que dice que, por lo visto, pretenden

batasunizar Navarra y empañarle la inteligencia a la gente con los vapores del
balneario. 

En cuanto a Geroa Bai, pues más de lo mismo. Que parezca que todo cambia
para que todo siga igual. Que el colegio Virgen Blanca se siga llamando Virgen
Blanca, que la Corporación continúe procesionando en representación oficial
del “pueblo” a la Iglesia el día del txupinazo, que se persista en regalar dinero
público a la banca, que se impida que la democracia avance, que la mentira
siga siendo moneda oficial de cambio… 

Lo más sorprendente, empero, es la posición de BILDU. Aunque no es menos
cierto que su pasado lo liga íntimamente a la historia negra de Arecaea
(durante años ocupó la vicepresidencia de la sociedad y digo yo que también
tendrá parte de responsabilidad en habernos traído hasta la dramática situación
actual), me consta que varios de sus militantes, muchos simpatizantes y una
buena parte de sus votantes no entiende el giro a la derecha del equipo de
gobierno ni la continuidad con las viejas políticas del GIH de las que tanto se ha
renegado, y con razón, tiempo atrás. 

No hay más ciego que el que no quiere ver. El balneario acabará cerrando más
pronto que tarde y lo peor de todo es que los meses que aún se mantenga
abierto sólo servirán para incrementar nuestra ya de por sí insostenible deuda y
para abundar en el déficit de la calidad de los demás servicios municipales. Y
es que después de echar todo el dinero por el desagüe del Spa-sport, no queda
un euro para contratar a las personas que hacen falta en las demás áreas
(servicios múltiples, oficinas, alguaciles…) ni para llevar a cabo ninguna de las
inversiones pendientes. 

Por favor, cuando nos vean por la calle exíjannos que cumplamos nuestros
compromisos, recuérdennos que somos su empleados y no sus jefes, que si
mandamos algo debe ser obedeciendo, que si ostentamos un cargo público no
es para decidir en su nombre de manera arbitraria, sino, como la propia palabra
implica, porque llevamos una carga que consiste en cogestionar el dinero
común de una forma racional, social y democrática. 

Que la izquierda abertzale, la marca blanca de UPN en Huarte y la derecha
nacionalista vasca suscriban juntos un manifiesto apoyando la continuidad de

las políticas que nos han conducido a la ruina económica sí que es un claro
síntoma del cambio, pero del cambio a peor y de la degradación que para la
vida del consistorio huartearra ha supuesto la alargada sombra de Areacea.

Gehiago