La sociedad de la desinformación

Plataforma contra la Violencia Sexista

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Pensar que vivimos al día, a la última, en una sociedad preocupada por todos los problemas que sufrimos las personas y que conocemos todo lo que ocurre en cada momento, es absolutamente falso.

Cada vez que oímos un caso de violencia machista se desafía a la lógica y a las normas de la sana crítica.

La información difundida por los medios de comunicación tiende a cuestionar la palabra de la mujer que ha denunciado aportando siempre datos irrelevantes que tan solo sirven para trasladar una imagen justificada y razonable del agresor.

Esto no es una casualidad, es una estrategia pertrechada por un grupo social machista e influyente, que consideran que las mujeres sacan provecho de las denuncias y de la violencia machista.

En este mismo sentido, en los delitos en los que las víctimas son mujeres y, haciendo un uso malintencionado de la presunción de inocencia del agresor, pilar fundamental de nuestro sistema jurídico penal, se realiza un tratamiento informativo que cuestiona la declaración de la mujer.

Es habitual minimizar la violencia contra las mujeres utilizando un lenguaje que minimiza las agresiones, que minimiza los hechos ocurridos. Se habla entonces de “presuntas agresiones o abusos sexuales” en lugar de hablar de una “presunta violación”, se habla de una nueva mujer que “ha muerto”, en lugar de hablar de un “presunto asesinato”.

El colmo de la desinformación es tratar de ampararse en las medidas irrisorias que se adoptan con carácter preventivo por parte de las instituciones con manifestaciones tales como “si la fiscalía no ha acordado ninguna medida es porque existen dos versiones contradictorias de los hechos y no hay pruebas contra el agresor” o lindezas similares que vemos publicadas habitualmente en algunos medios de comunicación.

Otra práctica utilizada es cuestionar los escenarios en los que se han cometido presuntamente los delitos, en lugar de cuestionar a los que los cometen y exponer las razones por las que se cometen, que no son más que el machismo existente en nuestra sociedad.

Como ejemplo, es preciso detenernos en el cuestionamiento social y mediático que se desarrolla tras una noticia de violencia machista, de agresión de alta intensidad, donde se pone el acento en que la noche, la calle, los parques, las fiestas, las celebraciones o encuentros reivindicativos populares son espacios contaminados proclives a las agresiones contra las mujeres.

En el fondo, el debate que se suscita socialmente en estas ocasiones es que deben suprimirse dichos espacios de provocación para los hombres donde no se pueden controlar o deben de ser espacios donde las mujeres no estén presentes o donde, de estar, debieran tener cuidado, ser más recatadas, no emborracharse o no irse con cualquiera.

Así funciona la lógica del absurdo, la lógica del prejuicio, la lógica del machismo, la  lógica de un núcleo reducido, pero muy dañino de nuestra sociedad que sigue pretendiendo que las mujeres volvamos a ocupar los espacios para los que fuimos diseñadas y no pretender ser como los hombres, según su lógica.

Es lamentable que se pretenda hacer información destruyendo lo que con tanto ahínco venimos defendiendo una parte de la sociedad, en la que por suerte, las mujeres no estamos solas.

Pensar que la culpa de las agresiones la tiene la fiesta, o la mujer agredida en lugar del agresor que se educa dentro de una sociedad con esta lógica machista es un insulto a la inteligencia.

La lástima es que lo más importante para los medios de comunicación no es ejercer una función social responsable y educativa, sino trasladar a la opinión pública con todo lujo de detalles el morbo de la tragedia, el caso concreto, mostrar a la víctima en estado puro, explicar los datos más escabrosos, sin importar lo que eso le supondrá a la mujer agredida y a sus familiares.

Una manifestación más de toda esta lógica que a nada conduce es que del otro lado, del lado de las instituciones, que quieren apoyar a las mujeres agredidas, se saltan todos los códigos de conducta y respeto a las mujeres. Se organizan miles de actos de repulsa en los días sucesivos a los hechos que han tenido eco mediático, todos ellos bien intencionados, pero vacíos de contenido. Queremos actos de repulsa detrás de los cuales se articulen medidas preventivas para toda la sociedad entre las cuales se incluye el compromiso de los medios de información para ayudar en la difusión de un modelo de sociedad igualitario y por supuesto, medidas de apoyo para todas y cada una de las mujeres que han vivido una experiencia violenta, no solo para aquellas que por razones de oportunidad política, por morbo o por falta de rigor, se convierten en mediáticas.

De este modo, el objetivo consensuado por toda la sociedad de apoyar a la mujer agredida se olvida, porque ningún caso es igual al otro, no hay ningún escenario que reúna todos los requisitos exigibles por una sociedad moralmente recalcitrante.

Esta forma de proporcionar la información lo único que genera es confusión y desinformación en general.

Y es que el debate mediático entorno a las víctimas de cualquier tipo es lo que genera confusión, escasa o nula profundización y desinformación. No queremos víctimas, queremos una sociedad libre de agresores y libre de violencia machista.

La Plataforma de mujeres contra la violencia sexista pide que el apoyo institucional se preste a todas y cada una de las mujeres que cada día (tres al día en Nafarroa) ponen de manifiesto algún tipo de violencia machista.

También pedimos que la presencia mediática tan importante hoy en día sirva para difundir a toda la sociedad de un modo adecuado la información y no para contribuir sin quererlo a la sociedad de la desinformación.

Sara Vicente, Teresa Zabalegui, Maravi Gorriz, Remei Font, Kenia Cordero y María Palacios. 

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