Escuelas abiertas y llenas. Escuelas esenciales
Tras 6 meses sin ir al colegio, y a las cuatro semanas del comienzo de curso 2.056 alumnos y alumnas permanecen confinados, lo que supone el 3,32% del total de alumnado de los ciclos de Infantil y Primaria.
Padres y profesores
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Para algunos niños y niñas, volver a estar confinados no será una mala experiencia, tienen quien les cuide, les estimule y acompañe su aprendizaje, después de haber vivido un verano lleno de experiencias diferentes.
Para otra parte del alumnado, será un duro revés. Dejar de ir a la escuela es dejar de escuchar cuentos, encontrarse con amigos, abrirse a nuevos mundos, más allá de los que marcan las redes sociales o la tele en la que pasan el día enganchados a la espera que lleguen sus padres del trabajo.
Unos niños se confinan en una habitación, otros en una casa con jardín, unos tienen adultos disponibles y un montón de propuestas que hacen que el tiempo en casa sea un tiempo de aprendizaje, otros directamente están solos o mal acompañados. Hay quien se puede pedir vacaciones o un permiso para cuidar, hay quien sabe que pedir algo en el trabajo es sinónimo de perder el empleo.
Y por si fuese poco, la educación a distancia que se ofrece, en vez de compensar la brecha que genera el no ir al colegio, abre una brecha mayor.
Javier Remírez, el vicepresidente primero del Gobierno de Navarra, ha afirmado que “ se está detectando que los contagios vienen de situaciones externas a los centros”. Los centros educativos son espacios seguros y tienen que seguir siéndolo, aunque evidentemente el riesgo cero no existe.
Si la convivencia escolar parece que no es un riesgo para la salud pública, sería importante replantear algunas medidas de nuestro actual protocolo, que limitan la presencia escolar a niños muy pequeños, parece que de manera injusta e innecesaria.
Cuando un alumno o alumna de la ESO da positivo, son los rastreadores los que valoran quiénes son sus contactos estrechos. ¿Por qué no se hace lo mismo con el alumnado de primaria? ¿Por qué se considera GRUPO ESTABLE DE CONVIVENCIA un alumnado que usa mascarilla, respeta las distancias, usa material individual y se lava las manos 5 veces al día?
Esta falta de confianza en el propio protocolo de prevención y su puesta en práctica en primaria, confina y priva de la escuela a cientos de niños, que no han tenido ningún tipo de contacto estrecho con un positivo.
Si en una clase de primaria, hay un positivo, el equipo educativo de ese curso puede colaborar con los rastreados a detectar quienes han sido sus contactos estrechos, (por almorzar cerca, sentarse al lado, o por imposibilidad de mantener las distancias de seguridad. Pero que en educación primaria la clase entera, preventivamente, quede confinada, parece una medida excesiva, que conlleva un daño objetivo a miles de niños que pueden ser confinados, no sólo una, sino varias veces durante un mismo curso.
Estamos de acuerdo con el planteamiento de Remírez al señalar que “la prioridad es el bienestar emocional y pedagógico” de los niños “y por supuesto la salud pública”. Pero en desacuerdo en los confinamientos masivos e injustificados que conlleva considerar a las clases de primaria como Grupos Estables de Convivencia.
Samuel Valderrey Pérez
Nuria Sánchez Díaz de Isla.
M. Elena García San Segundo. Claudio Fernández Quirones. Genny Jaldin Amusquivar. Livio Ledezma Santander. Deise Edith Calero Borja. Gloria Bastida Albaladejo.
Ana Isabel López Aranguren. Ildefonso Hervas Ruiz.
Yani Vargas Rosario.
(Los firmantes son padres y/o profesores)