En el 2017, abramos las fronteras
Parecía imposible, pero este año la Unión Europea ha superado el listón de la ignominia: en el 2016 han muerto en el Mediterráneo cinco mil personas. Ello supone un brutal incremento de las cifras contabilizadas en 2015 por la Organización Internacional para la Migración, tres mil setecientas setenta y siete, o las tres mil doscientas setenta y nueve del año anterior.
Marta Pérez Arellano. SOS Racismo Nafarroa.
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Pero las cifras, por muy brutales que sean, son siempre muy frías. Decir cinco mil
muertes sin ponerles rostro es casi como decir siete, casi como decir nada. Por eso
propongo plantearlo de otra manera: imaginar por un momento que este año ha
muerto todo nuestro grupo de amistades, toda nuestra familia o los habitantes de
nuestro barrio o pueblo. Toda esa población arrasada por la injusticia de unas
fronteras que se cierran sólo para algunos. Cinco mil personas que han muerto este
año intentando llegar a Europa por diferentes motivos: para buscar un trabajo, para
cursar unos estudios, para escapar de la persecución homófoba, o para huir de una
guerra, por poner sólo algunos ejemplos. Cinco mil vidas como la nuestra segadas, no
por una catástrofe natural, sino por leyes y políticas (de extranjería, económicas y
sociales) racistas y xenófobas. Y por acciones y omisiones concretas: las de los
gobiernos que cierran fronteras e impiden las labores de salvamento, creando un caldo
de cultivo para el negocio de las llamadas “mafias”. Políticas que no son accidentes ni
casualidades, porque tienen ideólogos, artífices y peones. Y también público, un
público a menudo demasiado indiferente.
Políticas genocidas porque no muere cualquiera. Estas cinco mil personas estaban
previamente racializadas, colonizadas, empobrecidas, consideradas en definitiva
menos humanas por la hegemonía dominante. Políticas genocidas que responden a
intereses muy concretos: los del capitalismo global al que le favorece contar con una
mano de obra ultraprecarizada y al que estas muertes le resultan colaterales.
Trabajadoras y trabajadores disponibles aquí (sin papeles o dependientes por su
situación administrativa de un contrato laboral) o allá (en los países del llamado tercer
mundo) para cubrir los nichos más precarios del mercado de trabajo. Sistema-mundo
racista y machista, donde son mayoritariamente las poblaciones no blancas quienes se
sitúan en condiciones de mayor pobreza y vulnerabilidad, cuestiones que afectan aún
con mayor rigor a las mujeres.
En todo este contexto, las migraciones se dan en muchas ocasiones para huir de la
precariedad o la pobreza (que, no olvidemos, son formas de violencia) o de situaciones
directamente incompatibles con la vida, como la guerra, como ocurre con las personas
denominadas refugiadas. Pero no debemos olvidar que, más allá de las situaciones “de
urgencia”, es totalmente legítimo migrar por cualquier razón. Es legítimo salir de un
lugar por propia voluntad para ir a vivir a otro y no debería ser necesario esgrimir una
razón que lo justifique. La libre circulación es un derecho inalienable; aunque en la
práctica se haya convertido en un privilegio por el que ciertas personas “ciudadanas
nacionales de los estados occidentales” pueden moverse con libertad, por necesidad o
por placer, frente a otras que no, incluso aunque su vida corra riesgo si se quedan
donde están.
En este 2017 yo no quiero esperar sentada a que ningún rey cumpla mis deseos. No
quiero quedarme en casa escuchando tristes noticias, ni contentarme enviando dinero
a alguna ONG. En este 2017, no quiero ni una muerte más. Y eso sólo se consigue si
pensamos en que esas cinco mil muertes no nos son ajenas. Se consigue saliendo a la
calle a denunciar que en este año hay cinco mil muertes que cargan en la conciencia
de los gobiernos europeos. Se consigue apoyando la solidaridad mostrada por
activistas como Begoña Huarte y Mikel Zuloaga. Se consigue despachando de sus
sillones a cualquier político/a racista. Y se consigue retomando de forma radical los
conceptos de democracia participativa y justicia real. Porque no os olvidaremos,
porque aquí cabemos todas, en el 2017 abramos las fronteras. Ongi etorri migranteak!