“Dirán que somos unos soñadores, pero no somos las únicas” (John Lenon)
Hace cinco años y medio miles y miles de personas, progresistas todas, feministas, euskaltzales y ecologistas con variantes y matices, pero todas comprometidas con el futuro de esta ciudad, nos atrevimos a soñar con una Iruñea verde, igualitaria, feminista, moderna, abierta al mundo, orgullosa de su doble identidad y respetuosa con la riqueza de su diversidad.
Joseba Asiron, Maider Beloki, Joxe Abaurrea, Marian Aldaia, Eva Aranguren, Endika Alonso y Borja Izagirre (Concejales y concejalas de EH Bildu en Iruñea)
2020-ko abenduak 31
Una ciudad que empezara a pensar en femenino, en plural, en superlativo y sin complejos para lograr, de una vez por todas, dejar de lado el condicional para empezar a soñar en presente de indicativo.
De ese proyecto en común surgió un cuatrienio de esperanza, una legislatura de cambio, un periodo que, con sus luces y sombras, fue capaz de demostrar que otra forma de gestionar era posible, que los tópicos impuestos por el Régimen no eran inamovibles y que los papeles que la derecha nos atribuía, no se ajustaban al guión de la realidad. Entre todas y todos situamos a Iruñea a la vanguardia del feminismo, de la movilidad sostenible, de la vivienda social, de la recuperación económica, de la memoria histórica y de la apuesta por la Cultura; entre todas y todos la reforzamos en clave de justicia social, la pacificamos desde la normalización, le devolvimos el orgullo de sentir cerca a sus barrios, a sus gentes y a su diversidad, la preparamos para mirar sin complejos su pasado y atisbar con esperanza su futuro, y entre todas y todos fuimos capaces de romper el paso de la monotonía, el enfrentamiento, la desigualdad y el falso desarrollismo sobre el que la derecha asentó su poder durante 30 años.
Hace año y medio, tras el último paso por las urnas, el sueño pudo reeditarse. Las miles de personas que se identificaban con los postulados de progreso que en otras instituciones alumbraron gobiernos de izquierda, volvieron a ser mayoría. Continuar el sueño, aunque con otros actores y actrices, era posible, y con ello retomar la senda abierta en Iruñea por la que hoy transitan otros municipios y gobiernos forales. Los números daban… pero no así las voluntades políticas. El resultado fue un tripartito de derechas en minoría, con Enrique Maya a la cabeza, conjurado desde entonces en borrar la herencia del cambio.
Y en esas ha andado Navarra Suma, en tratar de robar los sueños y las esperanzas a la mayoría de progreso, en volver a enfrentarnos desde lo identitario, en volver a confundirnos en lo económico, en desarbolarnos en lo asociativo y en desactivarnos en lo social. Y en esas ha andado Enrique Maya durante todos estos meses, en actuar desde la unilateralidad, el desprecio a las mayorías, la prepotencia, la ocultación y la mentira para desandar lo andado y llevarnos de nuevo a los tiempos grises del Barcinato, esos en los que sólo unos eran buenos, en los que se silenciaba a las “otras” y en los que se alimentaba la rivalidad, la exclusión y el revanchismo para perpetuar un modelo político y económico cimentado en la desigualdad, el pelotazo, las dietas y el arribismo.
Y legitimar esa estrategia, darle carta de naturaleza, alimentarla y financiarla es el gran pecado que ha cometido el PSN al convertirse en socio presupuestario de la derecha. Defraudar el mandato de la mayoría de progreso para dar un balón de oxígeno a Maya devolviéndonos a tiempos del Régimen. Y ese es el gran pecado porque existía alternativa, esa que durante un año y medio permitió el tutelaje del arco progresista sobre los desmanes de Na+; esa alternativa que cuando la ciudad más lo necesitaba, en los peores tiempos de la pandemia y ante la zozobra de la derecha, posibilitó las modificaciones presupuestarias necesarias para garantizar el aumento del gasto social, para respaldar a los sectores más necesitados, para reforzar las infraestructuras básicas y para preparar a la ciudad para una crisis que se antoja muy, muy dura… Existía alternativa, esa misma alternativa que sí ha servido en otras instituciones en las que la responsabilidad de fuerzas como EH Bildu ha garantizado que gobiernos del PSN no quedasen hipotecados por una derecha empeñada en imponer el bloqueo social, económico y político… Y lamentamos especialmente que el PSN en Iruñea haya obviado esa alternativa a las puertas de un año clave en el que la crisis que arrastra el Covid exigía, precisamente, no dar cheques en blanco a la derechona de Maya, sino mantener la unidad en la oposición para cumplir con la obligación de minimizar sus desmanes reeditando un tutelaje efectivo desde posiciones mayoritarias, no desde un bilateralismo que deja al grupo municipal socialista en minoría en su sociedad con Na+; en minoría pero corresponsable de sus políticas.
Y sin embargo hoy, ante al horizonte oscuro que implica esa entente, es cuando nosotros y nosotras, ediles de EH Bildu Iruñea, nos volvemos a atrever a soñar. Hoy más que nunca y frente a la amenaza de involución que supone la vuelta del Régimen, reivindicamos la herencia del cambio, reiteramos nuestro compromiso con sus postulados y nos comprometemos a trabajar sin descanso para su regreso. Nuestro compromiso, el que hoy reeditamos y suscribimos, es que redoblaremos nuestros esfuerzos para que nadie de quienes conformamos aquellas mayorías de progreso que hicieron posible trabajar por la Iruñea multicolor del futuro, se sienta huérfano o huérfana, pero también para ensanchar esa mayoría de progreso, construida desde el compromiso, sin exclusiones pero también sin concesiones.
Esa será nuestra prioridad y nuestra obsesión, esa será la hoja de ruta en nuestra labor institucional, pero también será el eje central de nuestro discurso en las calles, en las plazas y en los barrios, escenarios prioritarios de nuestros empeños hasta que consigamos reeditar las condiciones que, hace cinco años y medio, permitieron que miles y miles de personas, progresistas todas, euskaltzales algunas, ecologistas y feministas la mayoría y todas comprometidas con el futuro de esta ciudad, se atrevieran a soñar con una sonrisa en los labios que una Iruñea mejor es posible.