2017/4/8 #Baiona #Bakeruntz
¿DIMOS EN BAIONA UN PASO PARA ACERCARNOS A LA PAZ?
Txema Landa
2017-ko apirilak 9
Lo de este sábado en Baiona ha supuesto, en lo personal, un terremoto
de esperanza; he vivido muchas y muy variadas emociones, me he
encontrado con mucha gente amiga, muy amiga, de hace mucho tiempo y más
reciente; en el rostro y en el corazón de todas y todos asomaba, cómo
no, la emoción de un día que, de los últimos dos siglos, va a quedar
para siempre en la historia de nuestro pueblo, como uno de los más
relevantes.
La entrega unilateral, verificable y sin contrapartidas de las armas por
parte de uno de los actores del prolongado y complejo conflicto vasco,
abre un nuevo tiempo, que la sociedad vasca debe aprovechar para llevar
adelante un proceso, en el cual desarrollar su capacidad para resolver
sus conflictos internos, como forma de afrontar los conflictos de todo
tipo a los que se enfrenta de cara al futuro.
Una de las consecuencias del devenir de estos complejos elementos es el
reguero de víctimas que arrastra, víctimas de muy distintas formas de
violencia y todas ellas, como tales víctimas, inocentes.
Porque víctimas son y somos: todas las personas que murieron, las
heridas, las que fueron torturadas, las detenidas, las apresadas, las
exiliadas, las apaleadas en las calles, las que ni pudieron ni pudimos
expresar nuestros anhelos, sus familias, sus amigos y un largo
etcétera. Para todas ellas reconocimiento y reparación como es de
justicia.
Otra de las secuelas debe ser la des militarización española y
francesa de Euskal Herria, porque es más que evidente que la sociedad
vasca necesita que desaparezcan de su entorno todas las fuerzas
militares y militarizadas que llevan siglos en nuestro suelo, bien
entendido que su permanencia, decía responder a la actividad de una de
las partes actoras de esta situación, y ésa ha desaparecido, o
desaparecerá en breve.
Otra de las necesidades es el regreso de todas las personas que han
tenido que salir, como consecuencia de esta situación conflictiva, de
su país. Así como también el de las personas presas y con especial
prioridad aquellas que se encuentran gravemente enfermas.
No deberemos olvidar a las gentes que tuvieron que abandonar su país a
lo largo y ancho de los tiempos; me refiero a las mujeres y los hombres
de la diáspora vasca, porque ningún movimiento migratorio es ni ha
sido voluntario; todos tienen un origen político. Necesitaremos su
concurso en nuestro devenir, necesitaremos a las cada vez más activas y
plurales organizaciones de la diáspora vasca.
Deberemos afrontar el futuro sin cortapisas, porque solo el avance hacia
la culminación de las legitimas aspiraciones de las mujeres y los
hombres que habitan Euskal Herria, solo la capacidad para decidir
nuestro futuro como pueblo, garantiza y garantizará en cada momento una
convivencia normalizada.
Nuestro país no necesita tutelas, ni de los estados que nos rodean y
que, a juicio de una parte muy importante de este pueblo, además de
rodearnos nos impiden ser lo que deseamos, ni de nadie.
Hubo en Baiona presencias más que destacadas, de las cuales solo
destacaré una: Iulen Kerman de Madariaga y Agirre, una de las personas
que a mediados del siglo pasado fundó ETA.
Hubo en Baiona ausencias más que destacadas, de las cuales solo citaré
dos: Iñigo Urkullu y Uxue Barkos, ambas con altas responsabilidades
institucionales en la Comunidad Autónoma Vasca y en la Comunidad Foral
de Navarra respectivamente.
Nunca agradeceremos lo suficiente el esfuerzo de las personas que han
participado y han propiciado que el día 8 de abril del año 2017 entre
en la historia; el esfuerzo de la Sociedad Civil ha sido decisivo y de
entre ellos deberemos recordar siempre a los ciento setena y dos
Artesanos de la Paz.
Deberemos destacar, sin duda, la colaboración del grupo internacional
de expertos que nos ha ayudado de forma definitiva.
A Baiona, -regreso a las vivencias-, fui con mi familia en un autobús
con gente de Uharte, Atarrabia y Burlata; a la altura del peaje de
Oiarzun tuvimos un control de la Guardia Civil: nada nuevo. Al regreso a
Iruñerria, cuando ya nos bajábamos del autobús, comenté, en tono
distendido: hasta el próximo desarme, y alguien contestó: el próximo
desarme que sea el de ellos y todos asentimos.