Opiniones

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Hay opiniones para todos los gustos, incluso las opiniones son para eso, para los gustos solo. Cualquier tema o actuación polémica es reducido por el actual periodismo a opiniones diversas y, por tanto, contradictorias, quedando el resultado en un ni sí ni no, con lo que su carácter polémico queda suavizado o neutralizado.

Opiniones para los gustos y para gustos los colores. Recientemente, se han instaurado las zonas azul y naranja en el recinto hospitalario y el abordaje de la cuestión a través de una miniencuesta por un periódico local dejaba el tema en esa zona neutra de “hay a quienes va bien y a quienes va mal”, similar “al nunca llueve a gusto de todos”. Cada día la política, la administración del común se asemeja más a la meteorología que se discute en el ascensor.

Además esas solicitudes de opinión se hacen a bote pronto, sin tiempo para la reflexión, para que sean expresadas exclusivamente en función de la inmediatez, del efecto que ha tenido para esa persona determinada en ese momento y solo en ese momento: “ah, pues a mi me ha venido bien porque he encontrado aparcamiento enseguida”. Opinión favorable.

Por muy respetables que sean todas las opiniones, no puede tener el mismo peso la del señor que ha aparcado para ir a comprar un par de zapatos a la tienda de al lado que la de una paciente que tiene que ir dos veces por semana para recibir tratamiento de diálisis. Frente a las opiniones que banalizan los temas y sirven para presentar neutralizadas decisiones claramente perjudiciales, habría que intentar que los asuntos se tratasen a la luz de criterios, algo más serio que las meras opiniones.

Está claro que esa medida va a perjudicar y mucho a personas que tienen que acudir a consultas o a tratamientos, muchas veces prolongados y que requieren una estancia de horas, y a familiares de pacientes ingresados. Y claro, como siempre, la tasa es económica con lo que perjudica más a las personas de menos posibles.

Cierto que hay que fomentar el transporte público por ser lo más racional y sensato, pero no puede hacerse solo con medidas disuasorias, también habrá que hacer que ese transporte facilite el acceso a esa zona desde todos los puntos de la ciudad y comarca. Pero, incluso en ese caso, habrá personas que no puedan utilizarlo ni sea conveniente que lo hagan.

La medida del pago del aparcamiento es francamente perjudicial e injusta y no puede justificarse o banalizarse por esas opiniones extraídas con rapidez y en función de circunstancias del momento. El criterio tendría que tender a evitar los males mayores, eso es el bien común, y estar pensado en función de las personas que más necesitan de los servicios hospitalarios y de su aparcamiento.

 

Gehiago