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Torturas, malos tratos y otras vulneraciones de derechos humanos se siguen produciendo hoy en el Estado español por parte de funcionarios públicos encargados de la custodia de detenidos y penados. ¿En qué condiciones se tortura en España? ¿Por qué cuesta tanto denunciarlo? ¿Qué consecuencias tiene para las víctimas y para quienes vulneran la ley? A estas preguntas tratan de responder víctimas, abogados, jueces, policías, defensores de los derechos humanos y otros expertos que analizan las causas de la violencia institucional y apuntan posibles vías de superación de una lacra que pone en entredicho el Estado de derecho en España.

El proyecto que se presenta este viernes en Condestable a las 19.00 es un largometraje documental, de 84 minutos, que pretende romper el silencio que encubre a las vulneraciones de los derechos humanos, cometidas por funcionarios de centros de reclusión y por los integrantes de los distintos cuerpos policiales del Estado español.

Para ello, sus autores hacen un recorrido por los más diversos casos de torturas y malos tratos producidos en diferentes contextos como son los casos comunes que se producen en plena calle, los que acontecen en comisaría bajo el regímen de incomunicación de la ley antiterrorista, los que se producen en las prisiones, en centros de menores, en el contexto de movimientos migratorios, o el contexto de movilizaciones sociales, haciendo especial hincapié en la impunidad de la que gozan dichos funcionarios cuando son denunciados o incluso cuando son condenados por un juez.

El documental incluye reconstrucciones fieles de escenas vividas por las personas afectadas, como es el caso de las torturas producidas a Jose Solís en la prisión de Quatre Camins tras el motín del 30 de abril de 2004, las agresiones sufridas por un joven de origen cubano cuando fue detenido por dos agentes de la Guardia Civil de Tavernes Blanques (Valencia) el 26 de enero de 2008, o la agresión sexual que sufrió una mujer de origen paraguayo por parte de un policía nacional encargado de su custodia cuando se encontraba detenida en una comisaría de Ciudad Real el 26 de junio de 2008, a la espera de ser deportada.

El estilo narrativo pretende facilitar la empatía con las víctimas, mostrando los efectos emocionales de sus experiencias, invitando a la reflexión en relación a la gravedad de estas prácticas y la importancia de denunciarlas, así como de implicarse socialmente en una repulsa colectiva.

A través del análisis de pequeños logros en la lucha contra la tortura y otras formas de violencia institucional, el espectador podrá tomar ejemplo y adquirir consciencia de la necesidad y el potencial de la sociedad en la lucha por la justícia.