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El Foro Social surgió en marzo de 2013 de la mano de Lokarri y Bake Bidea, en un contexto de «bloqueos múltiples», con el fin de impulsar desde la sociedad civil una vía “para resolver las consecuencias del ciclo de violencias”. Para ello, estableció 12 recomendaciones.

En junio de 2016 evolucionó al Foro Social Permanente, que recogió esa misión y, a través de la organización de cuatro Foros Sociales sectoriales,fue actualizando esas recomendaciones, generando espacios multilaterales que fueron progresivamente consensuando las bases de los diferentes marcos de resolución en cuestiones como el desarme civil y la disolución de ETA; el derecho de todas las victimas a la verdad, la justicia y la reparación; la resolución de la cuestión de las presas y presos políticos y la construcción de una memoria crítica inclusiva para avanzar en la consolidación de la convivencia.

“Es mucho lo que se ha avanzado en estos 10 años gracias a la perseverancia de la sociedad civil y porque ha habido suficiente madurez para construir espacios de confianza que han generado consensos que, a su vez, han permitido avances significativos en todos los ámbitos”, dicen desde el Foro, que agradece el esfuerzo colectivo para “salir de las zonas de confort” priorizando “la búsqueda de la cohesión social y la convivencia democrática”.

“En este camino, hemos aportado para construir una nueva cultura del diálogo”, aseguran, destacando que de las doce recomendaciones del I. Foro Social, once se han cumplido o están maduras para hacerlo. “Para aquellas consecuencias del ciclo de violencias que están “en vías”, los marcos de resolución aparecen ya definidos. En las otras, las bases están sentadas”.

Por ello, el Foro Social Permanente anuncia que el próximo mes de marzo y coincidiendo con el X. aniversario del I. Foro Social, dará por finalizada su etapa de trabajo, organizando un VI. y último Foro Social. “Hemos tomado esta decisión por unanimidad, basándola en un balance riguroso y orgullosas y orgullosos de haber aportado nuestro granito de arena para dejar una sociedad mejor a las nuevas generaciones”.

Pese a su desaparición, entienden que el proceso de resolución “no está culminado” y que han aparecido “obstáculos nuevos” que dibujan “una nueva fase” en la que “se deberá afrontar nuevos retos y dotarse para ello de nuevos instrumentos.” Por ello, y siendo conscientes de que es muy difícil ponerse de acuerdo “en el por qué ocurrió”, consideran que “sí debemos sentar las bases del futuro común al que queremos ir y que permita dotar a nuestra sociedad de un marco de resolución integral basado en una convivencia democrática”.