Con ojos de personas mayores
2015-ko irailak 29
La foto de un niño muerto a las orillas del Mediterráneo ha recorrido el mundo entero. Y ha removido nuestros sentimientos, aunque quizás no nuestras voluntades.
No es la única foto que nos ha impresionado durante estos días.
Pero nuestro recuerdo se dirige hoy de forma prioritaria hacia esos millones de personas mayores cuyas fotos no pueden aparecer, pues se han quedado sin posibilidades de huir del hambre y de las guerras.
Seguramente que no se enterarán de que el 1 de Octubre ha sido elegido como Día Internacional del Mayor y si se enteraran, maldita la gracia.
Quisiéramos acercarnos a la tragedia de la migración, procurando entender las vivencias de esos millones de personas mayores que por motivos de edad siguen atrapados en la vorágine de las guerras y en la angustia del hambre, sin posibilidad de huir; qué lejos están de poder reivindicar, como lo hacemos aquí, condiciones para una vejez digna: el tema de pensiones, sanidad pública y ese largo etcétera de reivindicaciones les sonará a “cuento chino”.
Además se han quedado sin familia, porque quienes ven posibilidades de escapar lo intentan; y en ese intento de hijos y nietas han invertido los pequeños ahorros que pudieran poseer.
Ese desarraigo y angustia del no saber nada de sus vástagos lo entendemos desde nuestra cercanía con personas mayores de aquí que tienen familiares refugiados y deportados políticos.
Y también se han quedado sin Estado o Nación que los proteja. A estos el Imperio capitalista los ha descuartizado, sobre todo a los más progresistas, allanando el camino a la rapiña de sus grandes recursos.
Se han quedado entre las ruinas de lo que fue y sin futuro
No nos preguntamos mucho sobre del porqué de estas tragedias; toda persona que quiera saber sabe que es el capitalismo con su insaciable deseo de ganancias y poder el causante. Nos queda la preocupación seria de hasta qué punto su ideología haya podido penetrar en nuestras conciencias impidiéndonos vivir en solidaridad.
Lo que nos preocupa es el qué podemos hacer:
Cierto es que a veces pensamos que somos meras marionetas manejadas por el Poder; hasta de pequeños intentos de ayuda y caridad se aprovecha ese Poder, para mantener su dominio.
Ni de lejos negamos la conveniencia de ayudas humanitarias, algunas de ellas admirables. Pero entendemos que un cambio en las relaciones comerciales y la eliminación del capitalismo, cuyas ansias de enriquecimiento son la causa de todas las guerras, solo pueden venir de la solidaridad internacionalista. Y al escribir estas dos palabras nos viene el recuerdo de los compañeros de Askapena, algunos de sus militantes, precisamente por ser fieles a la solidaridad, van camino de la Audiencia Nacional.
Esta solidaridad la entendemos de puertas adentro y de puertas afuera.
De puertas adentro, y recordando a Argala, todas las personas que aquí trabajan pertenecen a este pueblo, sean nacidas aquí o venidas de otros países. Y solidaridad es crear lazos de convivencia entre diferentes y exigiendo a las Instituciones que a quienes vienen de fuera se les faciliten los mínimos necesarios para una vida digna, llámese acceso al trabajo, vivienda, sanidad, renta básica…
Nuestro camino hacia a soberanía nacional tiene que estar plagado de gente de muchos colores.
Pero una solidaridad también de puertas afuera es necesaria. No tanto como opción personal, sino también como opción de pueblo vasco. En las últimas décadas nuestras organizaciones han invertido mucha militancia en el mundo de la solidaridad, fundamentalmente mirando a países de América Latina.
Hoy, siguiendo la estela de pueblos como Cuba o la Venezuela chavista, tenemos que contribuir a que Euskal Herria sea un pueblo solidario.
Puede que hoy sea una utopía, pero no hay otro camino para crear una alternativa al capitalismo que el acercamiento y unidad de las organizaciones que queremos un mundo de justicia.