Alde Zaharra apuesta por la convivencia entre vecindario y hostelería haciendo frente a los efectos de la gentrificación
Una asamblea vecinal celebrada a convocatoria de AZ Ekimena sirvió para que vecinos y vecinas con diferentes perspectivas y vivencias sobre lo que está ocurriendo en últimamente en las calles de Alde Zaharra de Iruñea compartieran experiencias en un ejercicio de empatía. Ruido, desfase, masificación, suciedad… son algunas de las consecuencias agravadas por la pandemia, pero que se sufren en el barrio todos los fines de semana, de jueves a domingo.
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¿Y el vecindario qué? Esa era la pregunta que flotaba en el ambiente de la asamblea vecinal planteada como “un espacio de escucha para buscar alternativas y crear propuestas consensuadas” para afrontar estas situaciones.
Vecinas de calles saturadas de actividad hostelera se quejan de no poder descansar por las noches. “Nos hemos acostumbrado al 4-7, es decir, dormir 4 noches de 7 a la semana. Durante el confinamiento, dormimos 7 de 7, y ahora hemos vuelto al 4 de 7, y eso te crispa”. Algunos piensan que esta situación se agudiza por la cantidad de bares existente en Alde Zaharra, y se quejan de la ocupación del espacio público por parte de la hostelería.
Otros vecinos se expresaban más compresivos con la actividad hostelera, reconociendo que también han sido o son usuarios de estos negocios, y subrayaban la responsabilidad del Ayuntamiento de Iruñea por haber otorgado tantas licencias de apertura, convirtiendo el barrio “en un gran bar”. En este sentido, criticaban el ruido que provocan las terrazas, y pedían más control sobre las normativas vigentes y que se revoquen cuanto antes los permisos de terraza otorgados durante la pandemia.
Varios jóvenes también tomaron la palabra para criticar el modelo de barrio impuesto por instituciones e inversores del sector hostelero “que han convertido el barrio en un parque temático”, y la falta de alternativas de ocio para la juventud. Este sector de la población ha sufrido la criminalización y la represión por ocupar el espacio público en los denominados botellones, que algunas veces eran solamente varias cuadrillas sentadas en una plaza o zona verde.
Por parte de la hostelería, la dueña de un negocio de Kalderería apostó “por estar todos a una” siendo parte de la comunidad y participando activamente en sus dinámicas. “Hay dos tipos de hostelería”, remarcó, haciendo hincapié en que una parte de los negocios hosteleros de Alde Zaharra ha apostado por la masificación con el denominado pintxo pote y ahora se ven las consecuencias de haber sacado las bebidas a la calle, algo que ellas decidieron no hacer para evitar molestias al vecindario.
Otras intervenciones incidieron en el perfil de jóvenes que participan en el pintxo pote, la mayoría de ellos estudiantes universitarios ajenos al barrio, y quizas por ello con poca empatía tanto por la hostelería como por su vecindario. “A la juventud del barrio, sin embargo, se le ha perseguido y multado”, decía una vecina que criticaba el cierre de las bajeras de los jóvenes “mientras se han abierto sociedades y bares”.
Sobre las causas de toda esta situación, en varias intervenciones se habló de un proceso de gentrificación con la proliferación de negocios hosteleros con nulo compromiso social y de pisos o establecimientos turísticos que aumentan el precio de los alquileres y echa al vecindario autóctono del barrio. Y si a ello se le suma la falta de interes por parte del Ayuntamiento para hacer frente a estos problemas, el resultado es una situación insostenible.
Desde AZ ekimena quisieron recordar que el 22 y 23 de octubre se celebrarán las jornadas anuales que organizan para realizar un análisis de la situación del barrio y plantear soluciones a sus problemas.