La “consulta trampa” y los políticos tramposos
Politizar cualquier acontecimiento no es más que introducir el conflicto en su seno, obligar a la gente a posicionarse, a que tome partido.
Alfonso Caldas, portavoz de Cambiando Huarte/Uharte Aldatuz
2019-ko urtarrilak 27
En este sentido,
cualquier hecho social es susceptible de ser politizado. No ya sólo la
continuidad de un centro estético deportivo, que es el caso que nos ocupa en el
presente artículo, sino incluso algo, a priori tan poco “político”, como puede
ser, por ejemplo, un incendio o un terremoto.
Imaginemos
un huracán o una riada en la que hubiera miles de víctimas. En principio,
semejante tragedia sería imputable a un fenómeno natural y despertaría nuestra
solidaridad (y más si nos coge cerca de casa) para con el territorio afectado y
sus gentes.
Ahora
bien, si comprobamos que la mayoría de los daños ocasionados por la catástrofe se
han producido en los barrios más pobres, donde las viviendas se construyen con
materiales de peor calidad, los controles técnico-administrativos son menos
estrictos, el saneamiento municipal está descuidado, no existen centros
adecuados ni medios suficientes para atender las necesidades básicas de la
población perjudicada…
Y si a
lo anterior añadimos además la cuota de responsabilidad correspondiente al
cambio climático y al calentamiento global, fruto de la contaminación que
genera nuestro estilo de vida primermundista, parece evidente que los desastres
afectan sobre todo a los más desfavorecidos. Y esto no es por casualidad, sino
porque los mandatarios encargados de adoptar decisiones toman unas en lugar de
otras.
Partimos
entonces de un diagnóstico inicial general (los platos rotos siempre los pagan
los mismo, mientras que los privilegiados sufren las desgracias colectivas de
manera tangencial e incluso, si pueden, se aprovechan de ellas para obtener
algún beneficio) y con unos culpables concretos (los políticos de turno).
Y
precisamente esto es lo que lleva mucho tiempo sucediendo en Huarte con las
instalaciones de Itaroa (Centro de belleza, Spa-sport y Palacio de Hielo), unas
instalaciones que son usadas por sólo un 15% de las y los huartearras, la
inmensa mayoría pertenecientes a los tramos de renta más altos, unas
instalaciones en las que el 42% de las y los abonados que las disfrutan ni tan siquiera
están empadronadas en Huarte (de los 363 cursillistas del Palacio de Hielo
únicamente 62 viven en Huarte) y, en
definitiva, unas instalaciones que acarrean un déficit anual real que el
Interventor en su último informe eleva a 500.000 euros. Sí, sí, han leído bien,
medio millón de euros o, lo que viene a ser lo mismo, 83 millones de las
antiguas pesetas, es lo que nos cuesta cada año mantener abierto el dichoso
complejo estético-deportivo.
Sin
embargo, los datos edulcorados y maquillados que desde el Ayuntamiento, con el
respaldo de la Triple Alianza (BILDU, GIH/UPN y Geroa Bai), se pretenden trasladar
a la ciudadanía para que vote con supuesta objetividad en la “consulta trampa”
(tal y como la calificaba en una reciente carta quien fuera Alcalde de nuestra
localidad, el señor don Javier Basterra) reducen el déficit a la nada
desdeñable cantidad de 280.000 euros.
Para
realizar semejante salto mortal hacia atrás con doble tirabuzón se han visto
obligados a suprimir de la cuenta final las amortizaciones y a no incluir las
inversiones, pero sí las subvenciones (lo que desde un punto de vista contable
supone una verdadera aberración).
Es
más, con respecto al porcentaje a añadir correspondiente a las subvenciones el
portavoz de Geroa Bai en el Consistorio, a la sazón Presidente de la Comisión
de Participación e individuo encargado de liderar todo lo relacionado con el
proceso del referéndum, el señor don José Antonio Beloqui, nos explicaba en un
correo su curioso método para obtener cifras “exactas” con las siguientes
palabras: “Es cierto que en un principio se dijo que era un 75%, pero tras
sacar que el número sería de unos 10.000€, y que era excesivo, dijimos de poner
un 90%” (disculpen los errores sintácticos y la mala redacción, pero el estilo
literario del bueno del señor Beloqui no da para más).
¡Fíjense
lo que expone! Aunque en comisión se había llegado a un acuerdo, a “ellos” (que
para algo son los que mandan) les pareció luego “excesivo” lo estipulado y
sumaron los euros que les vinieron en gana. La respuesta del Interventor ante
tal despropósito fue contundente e inmediata: “Me parece absolutamente sesgado
y parcial, aunque no sorprende visto los antecedentes”.
Pues
así nos luce el pelo en el Ayuntamiento de Huarte. Los reparos de Intervención
caen igual que rosquillas y la Corporación municipal los levanta como si tal
cosa. Las concejalas y los concejales saben que están haciendo lo contrario de
lo que se aprobó en la última sesión plenaria (trasmitir a la ciudadanía datos
veraces avalados por las y los técnicos antes de la consulta popular), pero ya
vemos que se saltan a la torera hasta su propia palabra y que no les crea
ningún conflicto ético engañar a sabiendas a los que se dicen representar.