¡¡Viva el San Fermín precario!!

Antes de que nuestra ciudad inundada por el rojo y el blanco se sumerja en una fiesta permanente durante más de una semana, queremos poner el foco en toda esa precariedad laboral y social que al igual que las cuadrillas, las peñas o las actuaciones se encuentran en cada plaza de Iruña, en cada bar, en cada esquina.

Israel Gonzalez y Mabele Goia. Los martes al sol.

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Una precariedad laboral que durante todos los días de la fiesta la podemos encontrar entre

quienes buscándose unos ingresos extras, nos aplacan la sed y el hambre con toda clase de

bebidas y comidas con la ilusión de un dinero que les permita desahogar en algo la economía

familiar, pagarse los estudios universitarios, más ahora que han decidido ponérselo más difícil

a los hijos e hijas de la clase obrera con el pago único de la misma, o simplemente sobrevivir

parte del año hasta el siguiente empleo precario o la ayuda social que siempre llega tarde y en

poca cuantía. Una precariedad que se repite año tras año y que siempre tiene las mismas

características: largas jornadas, explotación salarial y muchas de las veces todo ello en una

economía llamada sumergida, aunque este bien en el exterior y visible.

Pero la precariedad sanferminera no es solo en la hostelería; quienes viven esos días de

trabajar en tiendas, vistiéndonos de blanco y rojo, vendiéndonos en una alborotada Estafeta

pañuelos con el “santo patrón”, camisetas cuyo dibujo se habrá serigrafiado aquí pero que

seguro habrá sido cosida en algún país lejano, también sufren del mismo mal: empleo

temporal cuyo final coincide con el de la fiesta, sin cotización, largas y agotadoras jornadas y

un salario normalito por decirlo de un modo fino.

Una precariedad, en la hostelería y en la venta textil, que todos aceptamos como un mal

menor, en aras de un ingreso extra, al igual que el tópico: “es lo que hay”. Algo a lo que nos

hemos acostumbrado a ver y lo que es peor, a vivir, padecer o entender como normal.

Pero el San Fermín precario, como la sociedad, tiene clases, y dentro de ellas, quizás nuestras

afamadas camareras, nuestros vendedores de recuerdos o cocineros de bocatas estén en este

caso y por una vez en la parte alta de la pirámide. La parte baja de esta pirámide, corresponde

a las personas a las que no queremos ver, vecinos y vecinas que aunque sin papeles, en la

mayoría de los casos, viven y hacen sociedad con nosotras. Hablo de los y las vendedores

ambulantes de toda clase de bisutería barata, rosas de plástico y gafas, que más que para el

sol, sirven para esconder nuestros ojos de miradas inquisidoras de PTVs mañaneros y

“familias de bien”. Ellas sufren más que precariedad, esclavitud, duermen donde pueden y

trabajan entre miradas de desaprobación, vaciles etílicos y persecuciones de agentes del

orden. Atrapadas entre un infierno que dejaron atrás y un futuro al que parecen no tener

derecho en nuestra “solidaria sociedad”. Ellas viven solo de eso, de nuestras necesidades

fiesteras, como el camarer@ de nuestra sed o el cociner@ de nuestra hambre. Tod@s

empujad@s a sobrevivir en precario e intentar sacarle unos eurillos a la fiesta de las fiestas.

¡Qué comience pues el San Fermín precario! Pero antes vamos a denunciar toda esa

precariedad, vamos a poner de vuelta y media a un sistema que lo permite. Aunque sea

debidamente alejados de la fiesta por la Sra. Alba, no vaya a ser que los “sanfermineros de

bien” se sientan ofendidos o peor aún se conciencien de lo que pasa. Esta vez el martes al sol

cambia de lugar, nuestra delegada del Gobierno, nos saca de nuestro lugar habitual (frente a

Diputación) a Merindades, para intentar invisibilizar lo ya invisible: el San Fermín precario. La

cita, este martes 5 de Julio a las 19h.

Gehiago