Un menú desagradable pero necesario en el proceso de paz

La exigencia hacia los presos y presas y en general a la izquierda abertzale de pedir perdón por la actividad armada de ETA y la estrategia política llevada a cabo durante las últimas décadas, en cierto modo, nos ha obligado a abordar la cuestión de las víctimas y del dolor provocado de forma precipitada y sin un debate sosegado. Pero tenemos que hacerlo por responsabilidad hacia la ciudadanía vasca, es una deuda pendiente que tenemos con nuestra sociedad.

Pitu

2017-ko urtarrilak 22

Yo suelo utilizar esta metáfora: Todas las sensibilidades políticas que de una u otra forma han tenido responsabilidad en lo que ha ocurrido en este pueblo durante el conflicto están sentadas en una mesa, con un menú que no es del agrado de nadie. Cada una de ellas debe tomarse su ración y llegar al postre.
Por decirlo de alguna manera, el primer plato para la Izquierda Abertzale fue dar por finalizada una larga etapa de confrontación armada con los estados español y francés y cambiando de arriba abajo su estrategia política. Este proceso lleno de contradicciones y de obstáculos tuvo sus recompensas, pero no está siendo fácil, sobre todo porque el resto de invitados a la mesa no participan del menú, que sin duda, tiene entre sus ingredientes la autocrítica sobre lo que cada uno ha hecho en esta guerra. Y a veces no nos faltan las ganas de levantarnos de la mesa porque todavía hoy hay quienes incluso se niegan a sentarse en ella.
Este menú incluye un segundo plato en el que el reconocimiento del dolor provocado y de las víctimas son ingredientes fundamentales. Aunque resulte desagradable, este plato también nos lo tenemos que comer para llegar al postre. La Izquierda Abertzale ha comenzado con él, pero creo que todavía queda mucha comida en el plato. Y hace falta valentía para comerselo todo. Sobre todo cuando vemos la actitud de los demás: exigen y exigen como si ellos nunca hubieran roto un plato, obviando que parte de la vajilla la han destrozado a conciencia.
Creo que es de justicia reconocer sin ambages que hemos provocado dolor y sufrimiento. Que muchas veces, además, este dolor provocado fue un error militar, por llamarlo de alguna forma. Yo me siento profundamente aliviado de no haber tenido que participar directamente en la estrategia militar. Nunca me lo propusieron. Pero me siento responsable de lo que otras personas han hecho, porque yo he apoyado ideológicamente su lucha, y por lo tanto creo que también es responsabilidad mía apoyar las iniciativas puestas en marcha en algunos pueblos de Euskal Herria en torno al reconocimiento del daño y la promoción de la convivencia, y alentar a la izquierda abertzale a transitar por ese camino.
Hay mucha gente que tiene una mochila bien pesada a sus espaldas por lo hecho en la práctica de la lucha armada. No es fácil vivir cargando con el dolor de otras personas. Creo que acarrear con esa mochila también nos corresponde a nosotros, el resto de militantes de la Izquierda Abertzale. Y creo que para ayudar a quienes llevan esa mochila, es de justicia promover y potenciar todas las iniciativas que tengan como objetivo el reconocimiento del daño provocado y de las personas afectadas. Y hacerlo de forma sincera y con una empatía que a día de hoy todavía nos falta en muchas ocasiones, siempre y cuando el objetivo sea aportar en positivo y no se trate de un intento de humillar políticamente a la izquierda independentista.
No nos dejemos engañar con exigencias de perdón y arrepentimiento. Estos conceptos no ayudan a la paz. Pero tampoco nos cerremos a experiencias que ayudan a avanzar hacia ella. Si la Izquierda Abertzale es la primera en acabar con el segundo plato, seremos los primeros en degustar el postre, el reconocimiento por parte de la sociedad vasca de haber realizado una aportación responsable al Proceso de Paz. On egin!

Gehiago