Explotadores… ¡¡de perros!! y de audiencias
Cuando mi capacidad de asombro parece haber llegado a su límite, llega la televisión y ¡zas!: “Explotadores de perros”. Sí, un programa de investigación que trata de denunciar la crueldad con que tratamos a los perretes, las condiciones que padecen al salir ilegalmente de sus países de origen, la explotación que sufren, el abandono y/o la muerte al que les lleva todo ese macabro periplo.
Colectivo Malatextos. Juan Mari Arazuri.
2016-ko abuztuak 15
Joder, está muy bien ser sensibles al sufrimiento animal. Hay que serlo y no tengo dudas al respecto. Pero, cuando esa vida de perros es padecida por millones de seres humanos y no provoca, ya no digo una indignación movilizadora, sino programas e informaciones sensibilizadoras, “Explotadores de perros” me parece una coña de muy mal gusto, que lejos de buscar concienciar sobre el respeto a toda forma de vida, sólo trata de vendernos un producto que se verá pagado con determinada cuota de audiencia.
Nos está tocando vivir el declive de la humanidad como quien asiste a un espectáculo ajeno a nosotras mismas. ¡Que no nos falten las palomitas! Compremos, acumulemos, trabajemos por lo que nos den y volvamos a comprar y a acumular. Aunque sabemos que nuestro bienestar se cimienta sobre el sufrimiento de otros seres humanos, preferimos fijarnos en los megapíxeles de nuestro móvil. Nuestro ombligo se está convirtiendo, en el centro del universo sobre el que pivotan todas nuestras acciones. Yo y mi situación, mi situación y yo. Tenemos tan inoculado el sistema (y sus miedos) en nuestro interior que hemos perdido la capacidad de imaginar alternativas. Tampoco sé si queremos arriesgar. Bueno sí que lo sé.
Millones de muertos y desplazados, guerras, hambrunas, cierres de fronteras, explotación de criaturas, de padres, de madres y de espíritus santos, desempleo, exclusión… El mal llamado primer mundo se solapa con el tercero, sin haber conocido nunca dónde narices se sitúa el segundo. En nuestro opulento entorno, crecen los nacionalismos, el autoritarismo y la violencia, mientras el capital se fuga y acumula.
No sé a quién leí, tampoco importa, “que el capitalismo había vencido al comunismo y ahora se devoraba a sí mismo”. En esas andamos y nuestra obligación es no devorarnos a nosotros mismos. Al menos ponérnoslo un poquito difícil, vamos. Es una obligación pensar y llevar a cabo acciones de protesta encaminadas a objetivos que persigan el bien común, la satisfacción de necesidades garantizables universalmente, e ir dejando a un lado el juego de las puñeteras mayorías que abandona a su suerte a demasiadas personas. Ya es hora de sustituir conceptos como el “poder adquisitivo”, el “crecimiento económico” o la “productividad”… que ahondan en la sociedad de consumo y dejan por el camino a enormes sectores de la población, por otros como el beneficio social y el reparto que nos pueden ir acercando a una sociedad más justa.
Buscar alianzas y complicidades entre iguales, con problemas comunes, salir a la calle a reclamar -ante quien haga falta- lo que nos favorece a todos. Cualquier cosa, por pequeña que pueda parecernos y que podamos hacer en ese camino, debemos tratar de llevarla adelante con tesón. Fácil no es, no nos engañemos, pero de otro modo, ya podemos ponernos a marinar ante la perspectiva de canibalismo social que está llamando a la puerta…