En defensa de la calidad de las escuelas infantiles en Iruñea

Amamos nuestro trabajo, pero necesitamos unos mínimos para ejercerlo desde la ética, la calidad educativa y el vínculo afectivo que requiere el ciclo 0-3.

Equipo de la escuela de Lezkairu

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La subida de ratios supone que nuestra línea pedagógica se torne frustrada y más compleja, al no poder garantizar un acompañamiento integral y un reconocimiento de todos los procesos en el marco de la cotidianeidad de la escuela.

Cuántas ideas geniales, cuántas formas de inventar y de construir, cuánta capacidad para crear relaciones con sus iguales. Solo hace falta un cambio de mirada a la infancia para atender a lo más importante y poner el foco en cada una de las áreas de su desarrollo.

No podemos trabajar bajo las directrices de unas medidas que nos son insostenibles y atentan directamente a nuestros principios. Tampoco podemos permitir que se minimice el impacto directo que estas decisiones suponen para las trabajadoras y las criaturas que conformamos las Escuelas Infantiles Municipales de Pamplona. Aplicar los criterios de la economía de mercado a la educación supone el declive en el equilibrio emocional y físico de todos y todas, y es realmente desgarrador.

El modelo de familia está cambiando, los casos sociales y las necesidades de apoyo específico están aumentando. Las aulas ya están masificadas y se dan un sinfín de casuísticas complejas a las que debemos hacer frente. Pero, para ello, no pueden restarnos recursos sino proporcionarnos herramientas. Las necesidades de las criaturas y de sus familias necesitan las mejores respuestas.

Nadie mejor que nosotras conoce la realidad de nuestras escuelas infantiles. Somos personas, no somos números a convenir. Se trata del futuro de nuestros próximos jueces, médicos, maestros o comerciantes. Primero bajen y vean. No es la primera vez que les invitamos a venir. Vivan de primera mano aquello que desde un despacho es imposible palpar. Después, permítannos desarrollar nuestro trabajo con la calidad educativa que la infancia se merece.

Gehiago