El Corte Inglés o el fantasma de las navidades pasadas.

De sobra es sabido que la codicia y el juego sucio de El Corte Inglés paramantenerse en el top de la lista de grandes almacenes no tienen nada queenvidiar a las artimañas y a la avaricia que el señor Scrooge despliega en lafamosa novela de Dickens.

Fran Espinosa, politólogo y activista

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No en vano, las condiciones en las que trabajan lasniñas en las fábricas textiles de India, a las que luego la empresa españolales compra su producción, son también bastante similares a las retratadas enotras obras del bueno de Dickens (jornadas laborales de 12 horas al día, 6 díasa la semana, en ambientes sórdidos e insalubres, sometidas a una vigilanciacarcelaria; es decir, lo que un portavoz oficial de El corte Inglés calificócomo “infracciones leves” por parte de su proveedor asiático).

Sin embargo, y a pesar de todo su afán por acumular riqueza, este emporio en horasbajas tiene su talón de Aquiles en el enorme endeudamiento (que se aproxima alos 4.000 millones de euros), un endeudamiento casi imposible de cancelar yaque sus resultados económicos son manifiestamente insuficientes (aunque incurreen un enorme gasto anual en publicidad, factura un 15% menos que hace una década)y las perspectivas de futuro nos son tampoco nada halagüeñas a causa delenvejecimiento de su clientela habitual y a su poca penetración en el comercioonline, donde varias compañías del sector le están comiendo la merienda.

Otra de las maniobras de El Corte Inglés para aligerar su deuda ha sido a través dejubilaciones anticipadas o de un miserable plan de desvinculación de la empresapara las y los trabajadores entre 58 y 61 años, abanándoles un 70% del salario,pero sin efectuar ningún ERE.

En cualquier caso, la vía que el viejo dinosaurio del comercio en España estáexplorando en la actualidad para estirar su supervivencia ante la extincióndefinitiva que se aproxima de manera inexorable es la de los despidos (im)procedentes,mal justificados, arbitrarios y rocambolescos.

Bajando el asunto a tierra, esta táctica de morir matando llegó hace un tiempo a ElCorte Inglés de Pamplona y su última materialización se ha concretado en el recientedespido de 2 trabajadoras de su centro en Navarra, en base a razones falsas ydisparatadas, estratagema que, a mi juicio y salvo mejor opinión, es un EREencubierto y una caza de brujas.
Para más inri, aunque las 2 mujeres son excelentes profesionales (tal cual acreditansus números) no cuentan con el beneplácito de la empresa, puesto que secaracterizan por defender los derechos laborales (propios y ajenos), suponiendo,así, un desafío al poder patriarcal y despótico que siempre ha caracterizado aEl Corte Inglés, en general, y a su dirección de Pamplona, en particular.

Señalar aquí que casi un 70% de su plantilla son mujeres, sin embargo, en torno al 75%de sus cargos directivos están copados por hombres. Esta dificultad de lasmujeres para ascender en el escalafón, lo que se denomina techo de cristal, esmás que evidente en el caso que tenemos entre manos.

Pero el origen de los disparatados despidos disciplinarios que nos ocupan ha sido lainclusión en las últimas elecciones sindicales celebradas de ambas trabajadorasen una lista de un sindicato que no cuenta con las simpatías de la gerencia delgrupo ECI, rechazo motivado por los buenos resultados obtenidos en otrasComunidades Autónomas por esta organización en relación a la mejora de lascondiciones laborales y a la no apertura de domingos y festivos.
Estamos, pues, ante un aviso para navegantes (“quien se mueve no sale en la foto”) y unverdadero atentado contra la libertad sindical, un derecho fundamental queviene recogido en el artículo 28 de la todavía vigente Constitución españoladel Régimen del 78.

Y es que en situaciones como la descrita no queda más remedio que aplicar aquellamáxima atribuida a Julio Cesar “Si vis pacem, para bellum” (si quieres paz,prepárate para la guerra) y apretar los dientes en defensa de los derechos dela clase trabajadora.

Por consiguiente, y en un ejercicio de solidaridad obrera, no deberíamos conformarnoscon, al menos, la reincorporación inmediata de las 2 compañeras a sus antiguospuestos de trabajo y con la petición pública de excusas a ambas por parte lamercantil.

Entretanto, y mientras el fantasma de las navidades pasadas adquiere forma corpórea, yo nocompró nunca en El Corte Inglés. ¿Y usted?

Gehiago