I. Aramendia (Yesa + NO): “No estamos dispuestos a vivir así el resto de nuestros días porque no es vida”
“Una ladera que se está moviendo milímetros al mes sobre una presa puede desembocar en cualquier situación”, ha advertido Antonio Casas, geólogo de la Universidad de Zaragoza. “No estamos dispuestos a vivir así el resto de nuestros días, no estamos dispuestos a vivir con una mochila, una linterna y un transistor junto a la puerta de nuestras casas”, señalaba el portavoz de la plataforma Yesa+No, Iker Aramendia.
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El último informe de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), publicado el pasado mes de noviembre, constataba un desplazamiento de la ladera derecha de la presa de Yesa, respecto a los últimos informes, el cual ha llegado a alcanzar velocidades de hasta 12 milímetros por año. Según dicho informe, fechado en noviembre de 2016, 47 de los 63 puntos de auscultación topográfica detectan movimiento, cuando en el mismo mes de 2015 eran 39 y en el mes de mayo pasado 35.
Para Antonio Casas, geólogo de la Universidad de Zaragoza, desde un punto de vista técnico “los datos lo que están diciendo es que la ladera no se para”. Estos datos reales de movimiento lo que vienen a confirmar es, “que la ladera está en equilibrio inestable”, es decir, “tiene un factor de seguridad igual a uno”, lo que se traduce en que la ladera se puede mover o puede estar parada. Si bien es cierto que ésta no ha parado de moverse desde “la crisis de 2013”.
“Ahora mismo el movimiento no sólo es algo mayor de lo que nos decían los informes anteriores, sino que además se ha extendido a todo el conjunto de la ladera”, la cual se encuentra en una situación inestable. A juicio de los técnicos de la CHE, el movimiento es lento o extremadamente lento, según las numerosas clasificaciones que existen a la hora de establecer un criterio determinado en los deslizamientos de ladera.
“Pero lo que no dicen –apuntaba Casas-, es que estas clasificaciones no están hechas para deslizamientos que se encuentran en zonas situadas sobre una presa”, o lo que es lo mismo, “están hechos para movimientos de ladera generales en los cuales no existe un riesgo que pueda poner en compromiso la estabilidad de la estructura”. Para este geólogo de la Universidad de Zaragoza aquí radica el problema fundamental. “Una ladera que se está moviendo milímetros al mes sobre una presa puede desembocar en cualquier situación”, advertía Casas.
Por lo tanto se podría dar un escenario en el cual se acelerara a partir de ahora y se fracturara la presa, con lo cual “se produciría el vaciado catastrófico del embalse”, o puede continuar con esta tónica. “Lo que sí que parece es que no es fácil que se pare, porque una de las hipótesis con la que trabajaban los técnicos de CHE es que la construcción de la nueva presa iba a parar el deslizamiento”, un hecho que se ha comprobado que no es cierto.
Hasta el momento se llevan levantados alrededor de 60 metros de la presa nueva y “la velocidad de movimiento de la ladera sigue siendo la misma que teníamos hasta ahora”, matizaba Casas. Lo que significa que esta solución prevista “no funciona como tendría que funcionar”.
Por otra parte, en lo que respecta al estado en el que se encuentra la ladera izquierda, no se conocen movimientos hasta el momento, pero al tener el mismo tipo de material y unas estabilidades históricas importantes, significa –a juicio de Casas-, que “es posible que cualquier día la ladera de la izquierda comience a moverse igual que lo está haciendo la derecha”.
Al parecer y por lo visto hasta el momento, las soluciones dadas hasta la fecha por los técnicos de la CHE, como era el levantamiento de la presa, no han funcionado en absoluto. “¿Cuál es la única solución que existe ahora mismo si queremos que no exista un riesgo importante?”, se cuestionaba Casas. Teniendo en cuenta que en estos momentos las poblaciones que se encuentran aguas abajo de la presa son las que poseen un índice de riesgo importante, dichas soluciones pasan por “bajar la cota del embalse hasta una altura que no provocara una inundación catastrófica de Sangüesa”, lo que se traduce en un volumen de unos “70 hectómetros cúbicos”.
Por su parte, Iker Aramendia, portavoz de la Plataforma Yesa + No Lanak Gelditu Elkartea , explicaba que en el día a día aguas abajo de la presa, “hay que tender a la normalidad”, pero evidentemente, “si hay algo que condiciona la normalidad de nuestras vidas es el embalse de Yesa, las obras de recrecimiento y la idea de que algún día pueda haber allá arriba más cantidad de agua”.
“Llevamos cuatro años con el plan de emergencia activado, cuatro años con unas obras de un enorme gasto ordinario y extraordinario, y por lo visto hasta ahora, toda esa cantidad de tierra que decían que iba a detener el deslizamiento, al final no ha sido así”, lamentaba Aramendia. “No estamos dispuestos a vivir así el resto de nuestros días –continuaba-, no estamos dispuestos a vivir con una mochila, una linterna y un transistor junto a la puerta de nuestras casas, como estuvimos durante 18 meses, entre diciembre de 2012 y julio de 2014, porque eso no es vida”, señalaba el portavoz de la plataforma Yesa+No.
“Lo que cada vez está más claro es, que si continúa la actitud de la Confederación igual que hasta ahora, esto va a pasar más veces y más aún si se recrece la presa metiendo más agua en la cerrada de Yesa”, recalcaba Aramendia, lo que implica una mayor cantidad de agua a la que hacer frente aguas abajo, “algo a lo que no estamos dispuestos”. Y lo que es más importante, una mayor posibilidad de que existan fallos en la cerrada de Yesa.
Para Raúl Ramón Iguácel, portavoz de la Asociación Río Aragón contra el recrecimiento de Yesa, “Aragón se debe que replantear la gestión del río sin un Yesa recrecido, incluso con un embalse de Yesa a menor cota”. “Se debe replantear el aumento de regadíos en la zona de Bardenas y utilizar otras técnicas que no se encuentren vinculadas al embalse de Yesa, o bien embalses laterales, que además de ser una herramienta mucho más eficaz y barata ya podría ponerse en funcionamiento”, aconsejaba el portavoz de la Asociación.
Además y para concluir, a su juicio, se tendría que desvincular Yesa del agua de boca de Zaragoza, algo que ya está ocurriendo en estos momentos, porque “a medio plazo la demanda de Zaragoza con la actual capacidad del embalse está de sobra garantizada”. Todas ellas cuestiones que el Gobierno de Aragón se debe de plantear si no quiere poner en riesgo la vida de las personas que viven en las poblaciones aguas abajo del embalse de Yesa.