Escalada represiva de Turquía contra el pueblo kurdo
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La pasasada semana tres activistas kurdas, Seve Demir, Pakize Nayır y Fatma Uyar, fueron asesinadas por la policía turca, dentro de la escalada represiva que el Gobierno de Erdogan está llevando a cabo en el kurdistán turco en las últimas semanas. Ya son 260 las personas asesinadas, 20 alcades encarcelados, toques de queda, despliegue del ejército en pueblos y ciudades con tanques, artillería y francotiradores,…
Se trata de una guerra en toda regla, silenciada y no reconocida, contra un pueblo que está demostrando una gran capacidad de auto-organización y de anteponer la dignidad al miedo, en un contexto histórico y localización geográfica extremadamente complejos, violentos e inhumanos. Es este pueblo kurdo el que combate desde el inicio la tiranía de Al Asad, el principal responsable del genocidio y éxodo masivo en Siria. Pero también combate en primera línea el terror del Estado Islámico, resistiendo y actuando contra todo tipo de barbarie, provenga de donde provenga.
La UE, centrada únicamente en sus intereses geoestratégicos, lejos de apoyar y reconocer la labor del pueblo kurdo, le abandona a su suerte, al igual que a los millones de desplazados y refugiadas que pretenden asilarse en Europa. Turquía, a pesar de asesinar, torturar y encarcelar, mantiene opciones de ingresar en la UE y de hecho, hoy en día se considera aliada de la unión, dejando patente así su falta de escrúpulos y su escaso interés en la vigilancia del respeto a los derechos humanos.
Si bien parece evidente que el galimatías en Oriente Próximo resulta de difícil comprensión para el común de los mortales, parece también que todo posicionamiento e intervención por parte de occidente responde únicamente a intereses económicos y a la pugna por mantener e incrementar cotas de control mundial. Mientras, el dolor y el sufrimiento lo ponen los pueblos, que padecen aquí y allá (allá, en un grado superlativo), la limitación de derechos y libertades. Así, lejos de buscar escenarios más distendidos a través de políticas internacionales más justas, nos arrojan al fuego de la tensión y del miedo, provocando odios, enfrentamientos y rechazo entre personas.
Pero como personas que somos, tenemos la capacidad y la responsabilidad de transcender de las estrategias de los poderes económicos, políticos, religiosos y militares. Pongamos voz pues a quien se la han negado, denunciemos la guerra de Turquía contra el pueblo kurdo y exijamos el cese de la represión.
Vamos a truncar sus planes, el primer paso, la lucha contra el olvido y la negación. Como dice el comunicado zapatista del 1 de enero, en el 22 aniversario de su revolución “somos aunque no nos nombren. Somos aunque con silencios y calumnias nos olviden”, el pueblo kurdo es.