Imágenes para la Independencia

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Javier Ciga Etxandi es quizá uno de los pintores navarros más famosos. Su obra ha merecido un amplio reconocimiento. A pesar de ello la historiografía académica navarra no ha estudiado su obra de manera íntegra, negándose a reconocer su estrecha relación con la militancia por la independencia y sin valorarla en relación a la realidad que la produjo. De esta manera se descontextualiza y desnaturaliza la correcta lectura de su obra. El silencio en torno al centenario de dos de sus obras donde explícitamente se manifiesta la voluntad independentista, es una estrategia política que busca invisibilizar el mensaje original de las mismas. ¿Qué otros silencios callan estas manipulaciones de nuestra historia?

En 1914 el pintor Javier Ciga Etxandi concluía dos obras de su importante repertorio: “Batzarre junto al árbol Jauregizar” y “Proclamación del primer rey de Nabarra”. No podemos olvidar el contexto sociopolítico y cultural de Iruñea durante la primera y segunda década del siglo XX. Estas obras fueron realizadas para el Centro Basko de Iruñea, inaugurado en junio de 1910. De alguna manera narran las luchas populares en pos de un cambio social como representaciones vinculadas al natural derecho pirenaico (Batzarre) y a la militancia por la independencia (Eneko Haritza). Además anticipan las reinvidincaciones autonómicas y la demanda por la reintegración foral plena de 1917-1919.

Es preciso tener en cuenta una sincera interpretación del contexto que generó las condiciones necesarias para el surgimiento de las obras de Ciga Etxandi. Las narrativas producidas por los circuitos eúskaros y nacionalistas generaron discursos cargados de significados, intencionalidades e ideologías que contribuían, por su cientificidad y compromiso social, a la democratización de la herencia cultural y la memoria colectiva en un contexto de invisibilización oficial de todo aquello que tenía que ver con la identidad vasca. Es en este contexto sociopolítico de fines del siglo XIX y principios del siglo XX donde se desarrolló una producción pictórica de carácter costumbrista y neorromántica que intentó plasmar en el lenguaje plástico la realidad social y política del país. Sin dudas la falta de libertades públicas y la configuración económica de navarra como productora de materias primas junto a la ausencia del proceso de industrialización generaron una situación de escasez de recursos económicos que obligaron, entre otras nefastas consecuencias, a sectores vulnerables de la sociedad a emigrar. Estas circunstancias despertaron la reacción de los artistas comprometidos con esa realidad que intentaron, desde la pintura, dar testimonio de los abusos y opresión que sufrían los sectores populares y que atentaba contra la identidad misma de Nabarra.

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