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El pasado sábado 12 de abril apareció en el BOE la constatación de un empeño irracional: pretenden seguir con el TAV. Someten a información pública a efectos de expropiaciones dos subtramos del llamado corredor navarro de alta velocidad. Por un lado lo correspondiente al subtramo Villafranca-Olite y por otro lo relativo al subtramo Olite-Tafalla. Dice el BOE que la documentación se puede consultar en los ayuntamientos de Villafranca, Marcilla, Peralta, Falces, Olite y Tafalla. En dicha información se incluye la relación de bienes y derechos de vecinos afectados por la ejecución de las obras, y el plazo para poder realizar alegaciones que es de quince días hábiles. ¿Será casualidad que se publica ésto en vísperas de las vacaciones de Semana Santa?

El TAV en Navarra no solo es chapucero, improvisado, ruinoso e irregular (las obras se empezaron con las declaraciones de impacto ambiental caducadas), sino que es una obra deficitaria para la cual todos los años se presupuestan más de cien millones de euros mientras desmantelan la sanidad pública, la educación y los servicios sociales. Tristemente, ahorrarse escasos minutos con el TAV chu-chu Castejón-Campanas es para el cuestionado consejero Zarraluqui y para el Gobierno navarro la máxima prioridad. A pesar de sus múltiples irregularidades, a pesar de ser una cicatriz de 60 kilómetros, a pesar de eliminar servicios ferroviarios regionales, a pesar de ser una vía de alta velocidad aislada sin conexión ni por el norte ni por el sur, y a pesar de que nos va a hipotecar durante decenas de años y más aún en un contexto de fuertes recortes sociales como el que padecemos, Navarra siempre p'alante… ¡y a toda velocidad!