Critican la exposición sobre migraciones del Gobierno de Navarra que incluye una patera
En una acción anónima realizada hoy en Gares en la que han pintado lemas contra la política migratoria de la UE en una patera utilizada como reclamo de la exposición del Gobierno foral, han reclaman un compromiso político y social "que defienda las vidas de las personas frente a los símbolos y palabras vacías".
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Europa Erruduna, España laguntzaile. Menos pateras y más acogida.
Así es, la Política Migratoria que se fragua en Europa, que es la base de la construcción y el mantenimiento del mismo sistema de privilegios de siempre, aterriza en el Estado español en forma de pacto de estado. Un Racismo que se institucionaliza, que ya existía en forma, por ejemplo, de pragmáticas antigitanas y que en el 85 tomó una nueva forma de Ley de Extranjería. A partir de ahí, ya se puede considerar al estado socio de este club privado que es Europa, con un papel claro, el de ejercer el control, el cierre y los diversos pactos de externalización de fronteras. Así, cada parte obtuvo su beneficio, porque esto del control migratorio no es sólo la excusa para poder seguir manteniendo un expolio de recursos a nivel global y el mantenimiento de una mano de obra desregularizada y exportable, es sobre todo un negocio, y como todas sabemos: la banca, en este caso la UE, nunca pierde.
Poco o nada ha cambiado desde la entrada en Europa, gobierno tras gobierno ha ido redefiniendo las fronteras: las geográficas a base del levantamiento de muros y concertinas, y negociando acuerdos lucrativos con terceros países, las burocráticas perfeccionando todo un laberinto administrativo para dificultar o negar el acceso a la regularización o la nacionalidad. Y no debemos olvidar las fronteras sociales y políticas, con la creación de un imaginario colectivo profundamente racista en el que las personas migradas y/o racializadas siguen siendo deshumanizadas, criminalizadas e instrumentalizadas de manera constante.
Por todo ello, creemos que estamos en la obligación de exponer nuestra crítica a la Exposición itinerante “Personas refugiadas: huir para vivir”.
En primer lugar, nos parece insultante el uso en exclusiva de la palabra refugiadas, porque invisibiliza a todas las personas desprovistas de esta categoría y porque, además, teniendo en cuenta que el Estado español deniega más del 95% de las peticiones de asilo, nos parece insultante. Queremos recordar que cada vez que caemos en categorizar y justificar las razones por las que las personas ejercen su legítimo derecho a moverse de manera libre, no sólo seguimos invisibilizando y borrando la responsabilidad sobre las causas profundas de las migraciones, si no que deslegitimamos este derecho, y seguimos alimentando una visión utilitarista de las personas migrantes, basando incluso la defensa del derecho a migrar en lo beneficioso de esa inmigración, porcentualizando las cifras del beneficio económico y demográfico que la vieja Europa saca.
En segundo lugar, la frase “huir para vivir” vuelve a reforzar la idea de acoger a quienes merecen salir de su país, escondiendo toda la responsabilidad sobre las situaciones de origen, causadas por el modelo de desarrollo social y político actual, que es el que provoca el éxodo de millones de personas y sobre las de tránsito: son las propias políticas migratorias las que generan rutas clandestinas, las que provocan que esos barcos de pesca se conviertan en barcos de viaje hacia la muerte.
Los movimientos migratorios son en la actualidad el mayor movimiento social y político de desobediencia a un orden mundial injusto, no se trata de emergencias humanitarias, si no de un plan orquestado con responsables y cómplices de una Necropolítica Migratoria que origina crímenes de lesa humanidad, así que no creemos que se trate de “huir para vivir”, si no más bien de existir a pesar de un sistema que pretende borrarte.
Por todo ello entendemos que las pateras son símbolos de resistencia, de desobediencia y de dignidad frente a los derechos políticos vulnerados y a la falta absoluta de reconocimiento del derecho a la vida de quienes en ellas se montan, pero no podemos exhibirlas sin haber siquiera reconocido la herida profunda y sistémica que representan, sin contarnos que cada vida que se ha perdido a bordo o en tránsito, es un crimen de estado, originado por Europa y avalado por el Estado español. Estamos hablando de 2087 víctimas solo en el primer semestre de 2021, hablamos de un 95, 83% cuerpos no recuperados, y conocemos estas cifras gracias a Colectivos como Caminando Fronteras, cuya actividad está siendo criminalizada y perseguida. Aún tenemos muy presentes a las 42 personas muertas el pasado 5 de agosto en una patera que se hundía frente a las Costas de Sahara Occidental.
Además, ayer conocíamos la noticia de un nuevo fallecido en Irún, otra persona ahogada al intentar cruzar a nado el río Bidasoa. Esta es la segunda muerte de estas características que se produce en tres meses, una nueva persona muerta a manos de las políticas migratorias racistas. Sabemos que, a Francia, al Estado español, y también a la Unión Europea le dan igual estas personas, los derechos y sus vidas. Nuestras instituciones tienen que estar a la altura de nuestra sociedad, que es de acogida.
Frente a toda esta realidad devastadora necesitamos un compromiso político y social que defienda las vidas de todas las personas, que se unan y amparen esa desobediencia y que fortalezcan las redes de apoyo y solidaridad, no queremos símbolos ni palabras vacías que individualizan las culpas, no queremos instrumentalizar el dolor, sino repararlo.