45 años de la muerte de 5 etxarriaras por la explosión de una granada del Ejército español

En junio de 1976, la explosión de una granada de la Armada española recogida en la Sierra de Andía por un vecino de Etxarri Aranatz tras unas maniobras militares provocaron la muerte de 5 personas, entre ellas la de dos niños de corta edad.

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Aunque sus nombre no aparecen en las crónicas oficiales, y pocos son quienes les recuerdan, su historia tiene mucho que ver con la ocupación militar de Euskal Herria por parte del Ejército español y con la pobreza. Ocurrió el 18 de junio de 1976. El ejército español había desarrollado unas maniobras militares en la Sierra de Andía utilizando fuego real, y como era habitual, personas con escasos recursos económicos se dedicaban a recojer la chatarra metálica que quedaba tras los ejercicios militares para venderlos. En algunos casos, se trataba de restos de artefactos explosivos.

En aquella ocasión, Saturnino Luis Erdoiza, de 43 años, había recogido una granada de mortero sin explosionar, y cuando la trasladaba de su huerta al garaje, la el artefacto explotó provocándole la muerte. Como consecuencia de la explosión también falleció su hijo Jose Luis Luis Tabar, que tenía 6 años, alcanzado por la metralla del artefacto. Además, fallecieron 3 vecinos más víctimas de la metralla: Segundo Maiza Beiza, de 71 años, Jesús Miguel Zeberio Maiza, de 11 años, y Gloria Pejenaute Pejenaute, de 58 años.

Todos ellos vivían en las Casas Baratas de Etxarri Aranatz, y las dificultades económicas de la época obligaban a muchos a dedicarse al peligroso trabajo de recoger restos metálicos de las maniobras militares. De hecho, las autoridades navarras, lejos de denunciar la peligrosa actividad militar, apelaron a que la población “escarmentase” con lo ocurrido y que dejaran de hacer “negocio” con la chatarra explosiva.

El hecho de responsabilizar a Saturnino de haber cometido una imprudencia por recoger aquella granada supuso un escarnio para la familia, que les acompañó a lo largo de los años. Isidro Luis Tabar, hijo y hermano de Saturnino y Jose Luis, explicaba que con tan sólo 16 años esta tragedia supuso un gran golpe para él, y que el hecho de que el resto de fallecidos fueran sus vecinos aumentó aun más el dolor. Un dolor que las autoridades navarras y militares se encargaron de cargar sobre sus espaldas. “Perder a los familiares por la explosión de una bomba es un golpe tremendo, más aún si como ocurrió, no recibes ningún tipo de ayuda, exceptuando la del resto de familiares”, recogía Euskal Memoria en el libro “No les bastó Gernika”.

Además de responsabilizarles de lo ocurrido, las instituciones se olvidaron de quienes quedaron vivos. “Después de los funerales, las instituciones rehusaron hacernos llegar cualquier tipo de ayuda: se olvidaron de golpe y no volvieron a mencionar el caso”, recordaba Isidro Luis Tabar, que lamentaba que la prensa se dedicara incluso a difundir mentiras sobre lo ocurrido.

La tragedia volvió a repetirse
A pesar de la inequívoca responsabilidad del Ejército español, años después en Urbasa se volvió a repetir la tragedia. El pastor de Uztegi Miguel Arizurrieta, de 34 años de edad, murió en mayo de 1980 tras ser alcanzado por la metralla de un obus lanzado por militares españoles que se encontraban realizando maniobras con fuego real en la zona de Lizarraga.

En esta ocasión, tanto partidos políticos como la ciudadanía de la zona protestaron por la actividad militar. Así, el diputado navarro del Partido Socialista Victor Manuel Arbeloa preguntaba en Madrid por el asunto, haciendo referencia a las muertes de los 5 vecinos de Etxarri y a la del pastor, y haciéndose eco de las protestas de los pastores de la zona, que se quejaban de la peligrosa actividad militar en la zona de Sakana así como de las basuras y desperdicios que dejaban a su paso los militares. Pedían que cesaran este tipo de maniobras y que se procediese a retirar todos los proyectiles que no hubieran explosionado.

Aunque se realizó una concienzuda limpieza de la zona, a día de hoy siguen apareciendo espoletas, grandes fragmentos y esquirlas del material empleado, y obuses como el de la fotografía que ilustra este reportaje, encontrado en 2014 por tres espeleólogos del G.E. Otxola E.T. en la sima de las Damas.

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