Tiempo de reflexión

La aparición e imparable propagación del Coronavirus por todos los continentes, sin respetar a nadie, ha dejado al descubierto la engañosa seguridad en la que vivíamos. La especie humana, tan arropada en su desarrollo tecnológico, ha resultado ser la más débil de todas y avocada a un futuro totalmente incierto.

Luis Igeltz y Patxi Erdozain Beroiz. Asociación SASOIA.

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Es verdad que no se libran de su ataque ni quienes manejan los hilos de la
economía, ni quienes nos gobiernan, pero se ve, una vez más, que en estas
circunstancias, unas personas son más golpeadas que otras: personas
mayores, marginadas, emigrantes, sin techo, sin trabajo, presas. Cómo no
recordar estos días a aquellas con quienes hemos compartido aspiraciones
por una Euskal Herria libre y socialista y ahora están diseminadas por los
estados francés y español, o confinadas a miles de kilómetros, bastante de
ellas mayores de edad y enfermas. 

Esta confinación obligatoria nos empuja a la reflexión sobre el por qué
hemos llegado a esto y desde esa reflexión abrir el camino para un nuevo
futuro. Hoy por hoy, desconocemos el origen de este virus; solo sabemos
de su rapidez propagadora y de las dificultades para contrarrestarlo. Lo que
si conocemos es a los principales responsables de esta tragedia; a quienes
manejan los hilos de una economía sin más finalidad que acumular riqueza
y a aquellos políticos para quienes gobernar es ponerse al servicio de
dichos desalmados. 

La OMS avisó lo que venía para que fueran preparando material y medios
para hacerle frente, pero a nuestros responsables políticos, les pilló
haciendo cálculos para que el poder económico no pudiera verse demasiado
afectado, el dinero antes que la salud. El Estado español ha ido a la zaga de
Europa tanto en la toma de medidas inmediatas como en el número de test
realizados. El resultado (según datos oficiales 22.524 personas muertas en
el Estado y 421 en Navarra a dia de hoy) es que gran parte de ellas ha
fallecido por no disponer de los medios materiales y humanos que la
anunciada pandemia requería. 

Son muchos los ángulos, desde los que se ha socializado la necesidad de
una reflexión profunda para salir de ésta, con planteamientos y alternativas
que hagan posible un mundo nuevo. Todas las organizaciones estamos
obligadas a reflexionar, cada una desde sus vivencias y compromisos para
luego compartirlas. Queremos que nuestra reflexión se centre en las
personas mayores, las principales víctimas y exponentes de las condiciones
de vida a las que nos quieren condenar quienes nos consideran carga para la
sociedad. 

Desde nuestro sector de personas jubiladas, aterroriza la situación macabra
de muchas residencias. Sabemos que, por edad, somos más propensas al
contagio, pero no es esa la única razón de tantas infecciones y muertes. No
es nuestra intención cuantificar todas las carencias de dichos centros,
carencias, que sin duda, han facilitado la entrada del virus con sus fatales
consecuencias. Se habla de una gran falta de personal, de direcciones
incompetentes, de poca inspección, de falta de personas especializadas.
Todo ello hace que haya residencias donde tienen a las personas todo el
día encamadas, sin atención personalizada para paliar su soledad, con
atención sanitaria privada y deficiente. 

La razón profunda de esta situación es que está calando en los que manejan
la economía y también en gente la inhumana idea de que, como no
producimos, somos un estorbo y una carga para la sociedad.

¿Cómo explicar si no la cerrazón del Gobierno de Navarra a impulsar
residencias públicas, aduciendo problemas de dinero? Por lo visto es más
fácil permitir que las grandes fortunas sigan forrándose en vez de obligarles
a que aporten su dinero para el bienestar de los demás. Esas grandes
fortunas, hoy intocables, vienen del trabajo que nosotros hemos realizado. ¿Cuánto dinero público fue a socorrer a los pobres bancos en la crisis
anterior? Bancos, remolones ahora para acudir en defensa de la salud de
todas las personas; solo dan préstamos a sabiendas de que repercutirán en
su propio beneficio. 

¿Cómo este Gobierno puede dejar a la gente que necesita residencias, en
manos de los fondos buitres, de las grandes empresas que, por ley del
capital, priorizarán siempre sus ganancias al bienestar de los residentes? 

Y constatamos la poca fuerza o poca conciencia que tenemos la gente de la
calle y otras organizaciones al no ser capaces de revertir esta situación. 

Nuestra solidaridad con las personas médicas, enfermeras y personal de
limpieza que están trabajando a un paso de la infección y de la muerte, sin
olvidarnos de las trabajadoras de las residencias privadas y servicio a
domicilio; tienen que afrontar el problema de falta de personal, de sueldos
injustos y, sobre todo de indefensión por falta de organización sindical. 

Si algo ha quedado claro en esta situación ha sido la importancia de los
trabajos de segunda o tercera categoría. Se nos ha acostumbrado a catalogar
y valorar los trabajos según roles impuestos y adaptando los sueldos a esos
roles. Hoy vale más el trabajo, por poner un ejemplo, de una cuidadora o
trabajadora de limpieza que la del más alto empresario. 

Por ello exigimos al Gobierno de Navarra que, además de residencias
públicas, impulse un convenio colectivo para las residencias con el fin de
facilitar una relación más fluida entre trabajadoras de todas las residencias,
posibilitar una formación necesaria y mejorar sueldos y condiciones de
trabajo que redundarían además en el bienestar de las personas mayores. 

Y para terminar, preparemos ya el futuro. Todos hablan de que va a ser
distinto. Lo que no sabemos si va a ser para mejor o para peor. 

Tiene mala espina, la demasiada presencia militar con frecuencia
represiva, el que bancos y empresas se desentiendan de este problema
primando sus intereses. Para ellos el futuro, como el presente, será
mantener el orden establecido y asegurar sus negocios a costa de aumentar
la miseria y represión para el pueblo. Puede también que crezca en nuestra
mente la búsqueda de seguridad y el “sálvese quien pueda”. 

Pero hay también datos para la esperanza como la entrega de las personas
trabajadoras de salud, la creación espontánea de grupos de ayuda a gente
necesitada, la conciencia de la necesidad del sentido comunitario, del
respeto a la naturaleza…. 

JUNTEMOS TODAS LAS MANOS” todas las personas que aspiramos
un mundo más justo y más humano.

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