Situación en la residencia El Vergel
Las trabajadoras de la residencia geriátrica El Vergel, queremos denunciar públicamente la grave situación vivida en los últimos días en el centro.
Trabajadoras de la residencia geriátrica El Vergel
2020-ko maiatzak 19
Tras unas semanas duras de trabajo para implantar todas las medidas contra la pandemia y con un
personal agotado pero satisfecho con los resultados, ya que teníamos toda la situación controlada, el
equipo directivo, apoyado por la Agencia Navarra de la Autonomía y Desarrollo de las Personas
(ANADP), de un día para otro, decidió unilateralmente implantar en menos de dos semanas un
modelo en el que lleva trabajando desde que se incorporara al centro hace cuatro años. Un modelo
basado teóricamente en la atención centrada en la persona, pero que en la práctica no han aplicado
más que el nombre, ya que actualmente, no encontramos ninguna similitud con las bases teóricas
del modelo. El proceso de implantación del nuevo modelo no ha considerado para nada el bienestar
de los residentes; aún más teniendo en cuenta el actual momento de estrés emocional al que se
encuentran sometidos por el confinamiento.
Como se tenía que estructurar el centro en diferentes unidades, se han llevado a cabo unos 50
cambios de habitaciones en apenas dos semanas, que han supuesto las siguientes consecuencias:
- Ante todo, un grave riesgo sanitario. En medio de una pandemia, el personal tiene una gran carga
de trabajo al que le han sumado un sobreesfuerzo de cambios de habitación y organización, que ha
hecho imposible mantenerse alerta y cumplir adecuadamente con las medidas de prevención contra
el covid19.
Se han tomado una serie de decisiones que van contra toda lógica sanitaria, se ha empezado a
incorporar personal nuevo sin previa prueba diagnóstica de covid19, poniendo en riesgo a 150
residentes vulnerables y 160 trabajadores y se ha movido a los usuarios por toda la residencia de
una manera caótica y sin dar tiempo a una correcta planificación,organización y limpieza para
realizar dichos cambios.
- Desde el punto de vista del usuario. Se parte de la premisa de una atención centrada en la persona,
se nos da una formación donde nos hablan de empatía, escucha activa, participación en la toma de
decisiones… Y en el momento de implantar el modelo, se prescinde absolutamente de ellos y sus
familias. Con un gran sufrimiento emocional acumulado durante el aislamiento, se le obliga a
cambiar de habitación, o sea su hogar, se le avisa con un día o incluso con horas de antelación, entre
lloros, enfados y desorientación de los usuarios, que no pueden tener ni el acompañamiento de sus
familiares. Se decide por ellos cuál va a ser su nuevo hogar y con quién van a convivir. Si vamos
hacia un modelo no paternalista, no parece ésta la mejor manera de dar el primer paso.
- Desde el punto de vista laboral. Parece ser que la recompensa a un gran esfuerzo y un ejemplar
trabajo colaborativo ante el covid19 es:
- Una sobrecarga de trabajo añadida a las medidas tomadas durante el estado de alarma.
- Un gran estrés debido a un caos organizativo causado por una gestión improvisada y
desordenada. - Una inseguridad laboral, familiar y personal debido a los cambios de calendario y horario
que va a imponer la dirección del centro con el nuevo modelo (a mitad de año, con sólo días
de antelación y a puertas del período vacacional, con lo que todo ello supone…)
Todavía nos queda por evaluar, si toda esta sobrecarga, en un futuro próximo, no afectará a la
calidad de nuestros cuidados y eche por tierra el trabajo realizado ante la pandemia.
En resumen, si este modelo ha podido esperar 4 años para implantarse, no parece ser éste el mejor
momento, ni sanitariamente, ni laboralmente, ni emocionalmente para implantarlo.
Y la pregunta que nos surge es, si el interés de la agencia (ANADP) no es el bienestar del usuario,
ni de las trabajadoras, ¿Son éstas las personas adecuadas para proteger al colectivo más vulnerable y
frágil de nuestra población?