Segregación racial en la escuela

En primer lugar aclarar que parto de que se produce segregación en todo ámbito en el que no esté representada la diversidad existente en nuestra sociedad: diversidad de género, de procedencias o racial, de composición familiar, diversidad cultural, lingüística u otras; ya sea en la escuela, en el Parlamento, en el comité de empresa u en una organización antirracista.

Javier Indurain Eseverri, activista antirracista en SOS Racismo Nafarroa

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En el caso que nos ocupa; todo ámbito en el que no se reproduzca la diversidad racial existente en la sociedad (personas gitanas, racializadas, migrantes o blancas y payas), son espacios en los que prevalece la segregación racial. Por supuesto que hay otras, pero, en este escrito, me centro en esta.

Es así que se puede afirmar que, en el ámbito escolar en Navarra, existe segregación racial. En el curso 2019-2020, la escuela privada sólo acogió al 16% del alumnado extranjero, frente al 84% que acudió a la enseñanza pública. La distribución que se da de este tipo es este alumnado, dentro de cada uno de estos sectores educativos, tampoco es homogéneo. En la educación pública nos encontramos con centros en que más de la mitad del alumnado es extranjero o racializado; en la educación privada no concertada, con centros en los que este tipo de alumnado es prácticamente inexistente. Aclarar también que el único dato que se posee para medir la segregación racial es el de alumnado extranjero, que no incluye al alumnado gitano ni racializado procedente de familias nacionalizadas o de adopción, por lo que la realidad seguramente resulte más escandalosa. No voy a extenderme sobre este tema, ya que en este momento se están adoptando medidas legislativas, tanto a nivel de Gobierno estatal, como de Gobierno de Navarra, para afrontar el problema. Tendremos que analizar dichas medidas y, sobre todo, los resultados que con ellas se obtengan.

Pero hay que remarcar que, dentro de la escuela pública, también existe segregación racial, con un gran porcentaje de alumnado extranjero en unos centros y muy bajos ratios en otros. Es un tema endémico. Algunas razones de ello las podremos encontrar en actitudes de centros o de madres y padres, pero la gran causa de segregación racial en la educación pública, aquí y ahora, la encontramos en el propio sistema educativo: los modelos lingüísticos. La asistencia de alumnado gitano, racializado o extranjero al modelo al modelo D (en euskera), especialmente, es baja o muy baja. Parece claro que, para enfrentarnos a este último problema, habrá que adoptar medidas y que esas medidas no serán legislativas, sino de otra índole.

Comento todo esto porque, en estos días, se ha producido un debate parlamentario sobre una propuesta que solicitaba la adopción de medidas para que la población inmigrante se sume al modelo lingüístico en euskera. No he analizado la propuesta, por lo que no puedo comentar sus posibles aciertos; pero me han preocupado las respuestas que se han dado en el debate. Partiendo de la base que seguramente comparto con todos los grupos del Parlamento de Navarra que la segregación racial no es deseable en ningún ámbito y menos en el educativo; no entiendo y me preocupan algunos argumentos que se han planteado en el debate. Me preocupa que se diga que “únicamente” haya que hacer campañas a favor de la escuela pública o que campañas específicas por un determinado modelo lingüístico provocarían “una competencia entre modelos”. Me preocupa porque, tal y como se dijo en el propio debate, “lo nuclear es la defensa de toda la educación pública”. Efectivamente lo importante es una escuela pública y de calidad, una escuela que trasmita valores y, por tanto, que no segregue y en la que no se dé segregación de ningún tipo, ya sea racial, de género, socioeconómica, por capacidades u otros motivos.

En defensa de la una educación pública y de calidad se hace necesario adoptar medidas. Medidas que serán estructurales y también sectoriales, en los sectores en dónde la segregación se reproduzca, ya sea en algunos centros, en algunas áreas urbanas o en algunos modelos lingüísticos. Es grave que existan ámbitos de segregación racial, pero en el caso de la enseñanza, es todavía más alarmante, ya que si pretendemos educar a las nuevas generaciones en valores, entre ellos el de una sociedad sin racismo, ¿cómo lo vamos a lograr en aulas “burbujas” que no reproducen la composición de la sociedad para la que se pretende educar? En definitiva, en aulas segregadas.

Estimo que, tanto el Gobierno, como el Parlamento de Navarra, tienen una tarea pendiente para combatir la actual segregación racial del sistema educativo público en Navarra. Una tarea y una responsabilidad crucial y urgente. Argumentos como los escuchados estos días en el Parlamento de Navarra, no parecen indicar que vayamos por buen camino.

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