Reconocer el daño causado
Se ha convertido en uno de los mantras en los últimos tiempos, pero además de ser un mantra encierra una necesidad evidente, para seguir adelante todos y todas debemos de reconocer el daño causado, por que necesitamos ser capaces de reconocer todos los daños causados colectivamente.
Txema Landa
2017-ko ekainak 13
Necesitamos que se reconozca el daño causado en las personas y en las cosas por
la violencia de origen político en los últimos años, pero también
que se reconozca el daño causado por la violencia institucional en
las personas y en las cosas.
Necesitamos que se reconozca el daño causado por el golpe de Estado, pero
también necesitamos que se reconozca el daño causado en defensa de
la legalidad republicana.
Necesitamos que se reconozcan muchos daños más concretos, desde el causado en
Navarra por el Bando de Mola, hasta el causado por la rendición de Santoña.
Que se reconozca, específicamente, el daño causado a las mujeres que
fueron doblemente víctimas, por sus ideas y por su género.
Que se reconozca el daño causado, también, a todas las personas que
tuvieron que ir a todos los exilios y de las cuales solo una minoría
han regresado.
Que se reconozca el daño causado en la cultura y en la lengua de nuestro
país, no solo por quienes activamente han intervenido para tratar de
hacerla desaparecer, sino también por quienes pasivamente, desde
instituciones de todo tipo, no han hecho lo suficiente para
devolverle su dignidad.
Estos son ejemplos, pero podríamos seguir hasta la saciedad, pues en cada
pueblo, en cada barrio y en cada espacio se han producido vulneraciones de todo tipo.
Con el reconocimiento del daño causado en todos los terrenos, cuando se
reconozca que o bien no se hizo lo correcto o se pudo hacer mejor,
resolveremos, tal vez, la interiorización de algunas víctimas que
creen que lo son porque hicieron algo mal.
Nos enfrentaremos al Auto Odio que nos lleva a identificarnos con el
causante del daño, por tener una posición dominante, rechazando lo
propio por estar estigmatizado, llegando a pensar que fue nuestra
posición, nuestro empecinamiento el que desencadenó el daño.
Reconozcamos que el daño fue evitable.
Reconozcamos que el dolor causado no prescribe.