Podemos ha muerto, ¡viva Podemos!

Los resultados del ultimo “Navarrometro” prevén un retroceso profundo del apoyo electoral a Podemos en nuestra comunidad. Un retroceso cuyas causas van mas allá del las repercusiones de la amarga batalla interna (que no vamos a analizar aquí) que se ha desarrollado dentro de ese partido en Navarra, ya que tenemos que recordar que asistimos a un retroceso generalizado de las expectativas electorales de Podemos en prácticamente todos los territorios.

José R Loayssa. Adscrito a Podemos y participante en este partido desde sus inicios.

2018-ko abenduak 21

Los resultados de la encuesta han alentado los temores de que el “cambio” en Navarra
esté en peligro y que existan serias posibilidades de que la derecha y el régimen puedan
volver a gobernar Navarra. Esta apreciaciones no se pueden calificar en modo alguno de
injustificadas. Pero lo primero que hay que señalar es que si el retroceso de Podemos
pone en peligro el “gobierno del cambio”, es porque fue su ascenso lo que permitió una
formula de gobierno inédita y desalojar de éste a los partidos que lo habían
monopolizado desde la transición. Podemos pudo en su momento abrir esas nuevas
posibilidades porque logró que sectores ciudadanos, que antes la izquierda no había
logrado movilizar, en esta ocasión lo hicieran. La cuestión, por lo tanto, sería como fue
posible el “milagro” del 2015 y cómo repetirlo. 

Podemos ilusionaba porque tenia un estilo comunicativo diferente al tradicional de la
izquierda (un merito fundamental de Iglesias, Bescansa y Errejón) y porque era capaz de
poner ese estilo fresco al servicio de unas propuestas políticas rebeldes y rupturistas que
no buscaban la conciliación con los partidos del régimen del 78 y que no rehuían el
conflicto con los poderes económicos y políticos. Pero también por su voluntad de no
aceptar la lógica de los bloques identitarios en Navarra (españolistas frente a vasquistas)
y su reclamación de de un mestizaje, de una transversalidad por encima de esas
fronteras políticas. Finalmente ilusionaba por su reclamación de una nueva “política” ,
alejada de la profesionalización, la burocratización y la “partidocracia”. Su
reivindicación del espíritu del 15 M le llevaba a defender la horizontalidad, la
participación asamblearia …etc. Pero hoy se ha claudicado tanto del mensaje
impugnador como en la apuesta por una organización abierta, democrática y
participativa. Sin estas condiciones el estilo comunicativo se ha convertido en una farsa
no creíble e incapaz de generar ilusión y movilización activa. 

Es verdad que el “cambio” está en peligro no solo por razones de “matemática
electoral” sino porque sin un Podemos combativo y rebelde, éste cambio quedaría
todavía mas en manos de un Geroa que se consolida como una opción de centro derecha
nacionalista, mientras que la evolución de Bildu hacia una socialdemocracia vasca, a
pesar del malestar interno; se está imponiendo. IU por su parte persiste en su estrategia
que confunde la guerra de posiciones gramsciana con la priorización del desarrolllo
organico-burocratico del partido. El panorama deja, por lo tanto, poco espacio al
optimismo, y el cambio parece abocado no solo a no tener suficiente respaldo
parlamentario, sino a que sus protagonistas lo conviertan todavía más en un cambio
“fetiche”, donde las formas substituyan a un verdadero contenido alternativo. El hecho
muy loable de que la Avenida del Ejercito hay sido renonbrada no puede ocultar que
sigue siendo una autopista en el centro de la ciudad. Hubieramos antepuesto cambiar
este hecho al nombre (que insisto respaldamos). En realidad es un ejemplo muy gráfico
de las limitaciones del cambio, en este caso municipal. 

Como conclusión: el cambio esta en peligro si no renace una fuerza política como el
Podemos de los primeros meses. Esta sigue siendo la cuestión clave y aunque no hay
demasiadas esperanzas no deberíamos renunciar a este empeño.

Gehiago