Paz, feminismo y revolución

Para nosotras y nosotros, todos los días son 8 de marzo, así que hoy queremos poner en valor y visibilizar la lucha diaria de las mujeres a lo largo del mundo por conseguir un mundo donde todas las personas podamos desarrollarnos plenamente. Un mundo cada vez más deteriorado por lo que necesitamos revolucionar y cambiar lógicas normalizadas que lo dañan y nos dañan.

Mª Eugenia San Martín y Mónica López, IU-NEB

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El año 2023 y el comienzo de 2024 está enmarcado en un contexto de tensión geopolítica y una crisis ecosocial que no para de advertirnos de que cada vez tenemos menos tiempo y que necesitamos incorporar una mirada global para transformar las bases que nos han llevado a esta situación, entre las que se encuentra la desigualdad de género.
Necesitamos más revolución, una revolución ideológica que acabe con las premisas que naturalizan la desigualdad y que nos restringen a un pequeño lugar en el mundo. Una revolución social que identifique y priorice a las personas, el planeta y sus necesidades frente a los deseos y los privilegios de unos pocos. Una revolución económica que abandone la lógica del crecimiento infinito e incorpore la lógica de la sostenibilidad y el buen vivir. Una revolución que impida el abuso de poder y de fuerza frente a un mundo lleno de matones que ejercen sin importarles las consecuencias.

Necesitamos más feminismo para ampliar la mirada y corregir las desigualdades estructurales, incorporar el cuidado como una cuestión social prioritaria a la que responder desde la corresponsabilidad y establezca otro marco de relaciones de poder donde se priorice abolir privilegios y se fomente el diálogo y la construcción colectiva de las soluciones.

Necesitamos más paz porque desde el discurso del odio sólo se destruye al otro, al diferente, al que se le niega su humanidad para poder agredirle, como hemos visto a lo largo de la historia. Porque la guerra imposibilita la vida y acelera la destrucción del planeta. Porque la rabia sin conciencia se dirige siempre al más débil que no es el responsable de la frustración que percibe la sociedad.

Hoy queremos denunciar al capitalismo y al imperialismo como los marcos que sostienen la desigualdad y la explotación de las personas y el planeta. Queremos denunciar a la OTAN como herramienta para ello y queremos denunciar el genocidio palestino que está siendo ejecutado sin que nuestro gobierno ejerza y represente lo que cada día se grita en las calles de nuestras ciudades y pueblos que claman contra esta matanza.

Este año las feministas queremos poner en valor la lucha histórica de las mujeres por la paz, y denunciamos el desplazamiento forzoso de millones de personas sin que se desarrolle una verdadera política de apoyo a las personas refugiadas. Para evitarlo y garantizar la paz seguiremos luchando contra el poder corporativo de las empresas transnacionales y su papel en el aumento de la militarización de las fronteras. Pero también, contra el auge de la extrema derecha que utiliza el neoliberalismo en su desarrollo más depredador. Para el capitalismo y el patriarcado hay cuerpos y vidas que valen menos y así se normaliza la violencia contra las mujeres, las personas racializadas y migrantes o cualquiera que piense diferente.
La desigualdad que denuncia el feminismo es estructural y global, asentado y sostenido por un sistema capitalista y patriarcal, cuyo objetivo es obtener beneficios para unos pocos a costa del resto de las personas, pero actuando más duramente sobre las más vulnerables y oprimidas, que terminan siendo las mujeres en todo toda su diversidad (migrantes, racializadas, trans, con diversidad funcional, jóvenes y mayores).

Un sistema que para seguir manteniéndose necesita que las mujeres cuiden de manera gratuita y sigan criando para aportar mano de obra. Buscan fomentar la natalidad controlando el cuerpo de las mujeres, en lugar de posibilitar los apoyos que permitan a las personas desarrollar su proyecto de vida y que en él se pueda incluir tener una familia si así se quiere, sin necesidad de sacrificarlo todo.

Por eso seguiremos exigiendo el cumplimiento de la ley 1/2023 de 28 de febrero sobre derechos sexuales y reproductivos, ya que, un año después, seguimos viendo cómo las comunidades autónomas bloquean la ley, impidiendo su total desarrollo. Una ley que pretendía eliminar los obstáculos a los que se enfrentaban las mujeres a la hora de ejercer el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, garantizar la educación afectivo sexual y avanzar en derechos relacionados con nuestros cuerpos.

La sostenibilidad de la vida es responsabilidad de la sociedad en su conjunto, sin embargo, la organización social de los cuidados sigue siendo capitalista y patriarcal. La resolución de los cuidados recae sobre los hogares y de manera principal sobre nosotras, las mujeres, de manera gratuita y “por amor”, pero cuando sale al mercado lo hace en condiciones de precariedad absoluta, por lo que el resultado es un reparto del trabajo de cuidados basado en la desigualdad de género, etnia y clase social.

Por eso necesitamos más feminismo, para construir una sociedad que responda a las necesidades de las personas, pero no a costa del proyecto de vida de las mujeres. Este 8 de marzo necesitamos la implicación, no sólo de todas las mujeres, sino también de los hombres, en la lucha feminista.

Este 8 de marzo estaremos junto a miles de mujeres y hombres en las calles, reivindicando feminismo para vivir y reivindicando la necesidad de que continuemos avanzando en derechos y apostando por un reparto justo y democrático de todos los trabajos, especialmente los trabajos de cuidados que seguimos sosteniendo las mujeres de manera no reconocida e invisible.

Porque sabemos que el feminismo es el ejemplo de que se pueden cambiar las cosas desde abajo, reclamamos una revolución feminista como alternativa transformadora para una sociedad, justa, libre solidaria e igualitaria, en la que podamos vivir siempre en paz.

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