Paga de “incentivos”
Me entero de que una persona que trabaja en el Servicio Navarro de Salud – Osasunbidea ha renunciado a la “paga de inventivos”.
Chema Berro
2018-ko abenduak 25
Me parece una buena noticia.
Esta paga se da una vez al año, tiene un fondo adjudicado que se reparte grupalmente,
por equipos o unidades de trabajo, en función de los objetivos alcanzados, objetivos que no
han sido acordados con los y las profesionales, y quien decide los criterios de valoración marca
los resultados y la orientación a futuro. Una paga dudosa, en primer lugar por la dificultad de
valorar esos objetivos, valoración que en muchos casos depende más de la correcta anotación
en el programa informático del trabajo realizado que de la calidad de ese trabajo, lo que
empuja en la peligrosa dirección de valorar más la corrección de las formas que la calidad del
trabajo realizado, más difícil de medir.
Pero dudosa también en sí misma. De repente, en 1992, a algún sesudx directivx se le
ocurre que nos merecemos un añadido a nuestra paga. Es seguramente la misma persona
que nos viene negando algunas de nuestras demandas colectivas, pero el juego del poder
parece ser ese: dar y negar a su criterio.
Y para justificar su decisión y utilizarla a su criterio y en su provecho se le ocurre la idea
de asignarla en función de una hipotética consecución de objetivos, llamándola “paga de
incentivos”. Su imaginación no da para pensar otra forma de incentivar que la económica.
Como si la calidad de nuestro trabajo, el bienestar social que sea capaz de generar u otra
forma de reconocimiento no fueran capaces de tener peso alguno en nuestras motivaciones.
Con su “money, money” nos reduce a cada una de las personas de la plantilla que administra a
una especie de balance de cuentas, sin pararse a pensar que nuestros criterios de valoración
puedan ir más allá de la hondura del bolsillo. A la vez, la utilización de ese criterio lo alienta
hasta que acabe por imponerse.
Por más que sea cierto que trabajamos por el dinero que necesitamos para cubrir
nuestras necesidades, a una persona que trabaja en un servicio público en un campo tan
sensible como la salud si no le incentiva la propia naturaleza de su trabajo, difícilmente le va a
incentivar un poco más de salario. Incluso esa paga que nos dan tiene algo de trato denigrante
cuando se nos viene racaneando en sustituciones, en cargas y ritmos de trabajo y en otros
conceptos que pudieran ayudarnos a una mejora de nuestras condiciones laborales y una
mejor atención a la comunidad.
Tengo que reconocer que durante muchos años en activo cobré esa paga, sin tener la
claridad de criterios de valoración que debieran haberme llevado a rechazarla. El que una
persona se anime a hacerlo me parece un acto de dignidad, una buena noticia cuyo ejemplo
hay que animar a seguir. Ojalá esa actitud se extienda y ayude a impulsar otros criterios y otras
formas de funcionamiento.