O repartimos el trabajo o nos lo reparten
No hay día sin que recibamos datos de una realidad social cada vez más alejada de ese discurso autocomplaciente que, lanzado desde los medios de comunicación, incide en las bonanzas del sistema en su capacidad de autorregulación.
Juan Mari Arazuri Secretaría de Comunicación CGT/LKN Nafarroa
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Desplegando un interesado repaso por los escenarios históricos donde el sistema logra mantenerse e incluso crece, en tanto obvian o muestran, en segundo o tercer plano, los datos de los estamentos económicos indicadores de un panorama transformado en vórtice con una potente espiral autodestructiva.
Dichos agentes “economicidas” conocen y reconocen los síntomas de un sistema agotado, qué de forma subliminal, proclaman una reconversión utilizando las claves sobre las que se sustenta el necesario colapso: crisis climática, medioambiente, energía verde, etc… Instituciones del sistema, que utilizan “lo verde” para continuar en su régimen de gananciales y expoliadores de lo común, sabiendo que el color de referencia del futuro es, si no le ponemos remedio, negro.
La realidad es tozuda y en el horizonte se atisba el colapso. La máxima de “o repartimos el trabajo o nos lo reparten” no es una quimera. En el ámbito economicista liberal, la segunda parte de la referida máxima comienza a ser la opción, proponiendo una reducción del tiempo laboral, solo que su alternativa no se sustenta en factores de reducción de la explotación de los recursos, ni en factores redistributivos de la riqueza. Su propuesta, persistiendo en el error, sigue basada en el mero productivismo, en resumen, en un crecimiento de la esclavitud y la pobreza.
Estamos excesivamente acostumbradas a escuchar términos socialmente lesivos: paro, pensiones, desahucios, listas de espera, horas extras, flexibilidad laboral, ampliación de jornada, saturación de aulas … Sin embargo, se asume erróneamente, que para salir de la influencia devastadora generada por el vórtice “economicida”, hay que doblar la jornada laboral. Así, nos encontramos en tesituras de incrementos de cargas de trabajo que terminan incidiendo negativamente en la salud.
Una realidad de la que no escapa ningún colectivo laboral. La productividad está asociada a todos los sectores, incluso el profesorado; y es que para realizar todas las tereas que demanda la enseñanza (enseñanza directa con su formación, coordinación horizontal y vertical, tutoría, evaluación, formación, trabajo burocrático, entre otras) se necesitan horas extras para acometer la carga de trabajo. Tiempo extra que no es remunerado y que puede ser corregido con tres medidas: bajada de los ratios, reducción horaria de la docencia directa en todas las etapas y contratos mínimos del 75% de la jornada.
Los movimientos economicidas fomentan la crudeza de la situación de desempleo, de explotación laboral, de recorte en la edad de jubilación, de expoliación de los recursos y crisis climática, de precarización social, en definitiva. Ante ello se hace necesario enfrentar el reparto del trabajo, como elemento consustancial en la redistribución de la riqueza. Una cuestión de justicia social para la implantación de medidas de igualdad en el ámbito económico y social, como medida fundamental en la corrección del desequilibrio sistémico.
La demanda de una redistribución de la riqueza, no ha de llegar sola. Es necesario elevar la presión social colectiva, que haga efectiva la eliminación de las horas extra; la reducción de la jornada laboral; enfrentar el retraso de la jubilación de manera que la juventud pueda tener acceso al pleno empleo. Por eso llamamos a la movilización del día 26 de marzo, a secundar el paro de dos horas en los centros de trabajo y acudir a la concentración de las 12:30 frente al parlamento de Navarra.