Navarra tiene derecho a ser solidaria
La llamada “crisis de las personas refugiadas” enfrenta a Europa a una de las decisiones más importantes que debe tomar: proporcionar asilo y refugio a personas que huyen de una guerra cruel, mantenida por la venta de armas y por el apoyo explícito de algunos países europeos, o mirar hacia otro lado y dejar que estas personas mueran en el trayecto de huida, o que lleguen y sean expulsadas o condenadas a vagar por países que las rechazan.
Pepa Pagola
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Esta decisión es, no lo olvidemos, una decisión que pone en jaque los valores humanitarios y solidarios de los que se jacta Europa, y que, sin embargo, no ha venido demostrando en los últimos tiempos, con la promulgación de leyes de asilo cada vez más estrictas, o con las restrictivas leyes de inmigración, amparadas en la excusa de la crisis.
Y Europa, los gobiernos europeos, no están a la altura. Está dejando que muchas personas mueran, 3500 el año pasado, casi 500 en lo que llevamos de 2016, o desaparezcan, se habla de 10.000 menores desaparecidos, o sean víctimas de mafias. Es una situación vergonzante y se sigue criminalizando a migrantes y refugiadas. La política del miedo y la represión ha puesto en marcha su maquinaria.
Sin embargo, la ciudadanía europea no opina lo mismo que sus gobernantes, está dando ejemplo de solidaridad: voluntariado desplazado a trabajar con personas refugiadas, movimientos ciudadanos implicados en la solidaridad con estas personas, como el de la pasada manifestación del 27 de febrero, reclamando vías seguras para su llegada a Europa.
La ciudadanía navarra también reivindica que esta sea una tierra abierta a todas las personas, una tierra de solidaridad, una tierra de compromiso, porque eso es lo que queremos, somos muchas las personas en Navarra con ganas de ayudar. Pero no nos permiten que Navarra pueda ser solidaria. Tanto el estado español como la Unión Europea, no solo no actúan cumpliendo cupos o materializando pasajes seguros, sino que ponen todas las trabas posibles para que no podamos siquiera decidir nuestra solidaridad.
Y por eso hemos salido a la calle este sábado, a exigir pasaje seguro para las personas refugiadas y respeto a los derechos humanos de todas y todos, a exigir derribar muros y fronteras. Salimos con lluvia, frío y viento, pero cuando acabamos, teníamos esperando la seguridad y el calor de un hogar. Ellas y ellos no. En Navarra hay mucha gente con ganas de ayudar y estamos paralizados por Madrid. Por eso, la ciudadanía navarra, agrupada en colectivos, con personas comprometidas con la solidaridad, solicitamos el traslado y acogida de, al menos, las 300 personas refugiadas que le corresponderían a Navarra en el “cupo europeo”. Reivindicamos el derecho humano a la libre circulación de personas, y no solo de capitales, tal y como pretenden los estados europeos, cerrando fronteras a cal y canto, y controlando por la fuerza los desplazamientos y migraciones provocados por guerras, pobreza y desesperación. Por eso, exigimos que las leyes de asilo y las políticas de migración sean acordes con los derechos humanos y no restrictivas y criminales.
¿Podemos imaginar una situación tan dramática que para huir de ella arriesguemos nuestra vida y la de nuestras hijas e hijos? En Navarra como sociedad y cada una de nosotras, hemos decidido abrir los ojos a esa realidad. Pero no nos lo permiten. Debemos ser conscientes de que no tenemos derecho a decidir, y en este caso no solo nuestras vidas dependen de que despertemos de un mal sueño. Somos parte de una tierra multicultural y diversa. Necesitamos volver a tomar las riendas de una Navarra mas justa y solidaria.