Marino Húder Carlosena y la matanza de Valcaldera
El 23 de agosto de 1936, tuvo lugar lo que se ha venido en denominar como la Matanza de Valcaldera; el primer gran fusilamiento masivo en Nafarroa, tras el golpe de estado contra el Gobierno de la República. Ese día, 53 republicanos, presos en la Cárcel de Iruñea, fueron fusilados extrajudicialmente en el corral de Valcaldera, Bardenas Reales, situado en el término municipal de Cadreita. 52 presos murieron, sólo uno, Honorino Arteta, malherido, lograría escapar.
Javier Indurain Eseverri
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Todas estas personas, así como las miles asesinadas a consecuencia de la sublevación militar, tienen derecho a ser recuperadas del olvido: memoria, verdad, justicia y reparación. Este escrito pretende recuperar la memoria de una de esas personas: Marino Húder Carlosena, fusilado extrajudicialmente en Valcaldera.
Ese 23 de agosto, se celebró en Iruñea una procesión de la Virgen del Rosario, Santa María la Real del Sagrario, una rogativa por las fuerzas militares que estaban combatiendo en “una contienda entre la civilización y la barbarie”. Ese mismo día, el obispo de Iruñea Marcelino Olaechea, publicaba una exhortación pastoral: “…porque no es una guerra… es una Cruzada, y la Iglesia… no puede menos de poner cuanto tiene en favor de sus cruzados”. Mientras esto sucedía, las autoridades militares y civiles ´afectas al régimen´ anunciaban la puesta en libertad de 53 presos republicanos de la Cárcel de Iruñea; en realidad se trataba de una ´saca´. Las autoridades eclesiales tenían conocimiento de ello, enviando a varios sacerdotes para prestar auxilios espirituales a los condenados, entre ellos a Antonio Añoveros, años más tarde obispo de Bilbo.
Médico y republicano
Marino Húder perteneció a una familia de gran tradición republicana en Nafarroa. Su abuelo Francisco Niceto Húder San Román proclamó la I República en Iruñea, el 11 de febrero 1873, siendo Alcalde de la ciudad. Varios de sus hijos, tíos de Marino, continuarían esa labor republicana: Serafín Huder Lasala, el 14 de abril de 1936, proclamó la II República en Iruñea, desde el balcón del Ayuntamiento, donde era concejal por Izquierda Republicana; Gregorio Húder Lasala, fue fundador del partido republicano PRAN, en 1915; Joaquín Húder Lasala, sería concejal liberal-republicano. Javier Domezain Chavarri, cuñado de los anteriores y tío de Marino, fue Alcalde represaliado de Artajona. Carmen Húder, hermana de Marino, y su marido Javier Yarnoz Larrosa, tras el golpe militar, se pondrían a disposición del Gobierno de la República, al que servirían hasta el final de la guerra, en Valencia, Barcelona y Figueres. Ramón Húder Ansa, primo de Marino y también miembro de Izquierda Republicana, fue asesinado, junto con éste, en Valcaldera.
Tras obtener el título de médico, Marino desarrolla su actividad primero en Otsagabia y posteriormente en Iruñea. Junto a su labor profesional, lleva también una intensa actividad política dentro de Izquierda Republicana; documentos de la época lo sitúan en diversos actos público, generalmente acompañado por su tío Serafín Húder Lasala, como en el banquete de republicanos y socialistas con motivo del nombramiento, por el Gobierno de la República, de Jesús Ruiz del Río como nuevo gobernador civil en Nafarroa, el 16 de abril de 1931.
20 de julio de 1936: la detención.
Tras la sublevación militar, tan sólo dos días después, Marino sería detenido en su casa; así recuerda el suceso su sobrina Maricarmen Yarnoz Húder: “Entre la bruma de ese recuerdo, muy borroso, viene a mi mente consciente la visión de un brusco despertar, en la casa de Pamplona, cuando hombres rudos entraron violentamente y con gran revuelo a buscar a Marino (Ahora lo sé). Yo, muy niña y medio dormida, no entendía nada y me trataron de ‘disfrazar’ lo ocurrido, no sé con qué argumentos;… Nunca lo volví a ver”.
Tras la detención de Marino, su hermana Carmen y su cuñado Javier Yarnoz recorren despachos, comisarias y centros de detención tratando de localizarlo e interceder por su puesta en libertad; según recuerda su sobrina Maricarmen: “Javier… comentó en alguna ocasión la impresión imborrable que le causó ver, cuando él y Carmen trataban desesperadamente de averiguar dónde estaba Marino, a sacerdotes con pistola al cinto”. Finalmente logran tener un encuentro con Marino, en la cárcel de Iruñea, dónde había sido recluido, comentando que les impresionó encontrarlo con la cabeza rapada.
También por testimonio de Maricarmen, conocemos cómo hubo un intento de organizar su fuga: “…desde Ochagavía -el último pueblo en el que ejerció antes de instalarse en Pamplona- le enviaron un vehículo preparado para que se fugase de la cárcel donde estaba recluido, lo que no aceptó pues consideró que nada tenía que temer”. Desgraciadamente para él y para otras muchas de las personas represaliadas, les costó percibir la brutalidad con que los sublevados iban a imponer el golpe de estado. “Hay que sembrar el terror,… hay que dar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros; nada de cobardías”, en palabras del general Mola, líder de los golpistas en Nafarroa, pronunciadas en 19 de julio de 1936.
Detenciones y ´sacas´
Tras el golpe, los sublevados desatan una gran represión en Iruñea y Nafarroa. Miles de personas fueron detenidas y recluidas en los centros penitenciarios que existían o que fueron improvisados: Cárcel provincial, Fuerte de San Cristóbal, Salesianos, Plaza de Toros, Campo de fútbol de San Juan o las propias comisarías y sedes de Falange y Requeté. Cientos de personas fueron asesinadas esos días (miles a lo largo de toda la guerra); son momentos en que ´sacas´ y fusilamientos extrajudiciales eran práctica diaria.
Ernesto Ercoreca, Alcalde de Bilbao que había sido detenido y trasladado a la Cárcel de Iruña, así nos lo narra: “El estado de incertidumbre en la prisión aumentaba de día en día. Los ruidos, el chirriar de los cerrojos de las celdas durante el silencio de las noches, las salidas de compañeros con destino desconocido… hacían pensar el fin que nos aguardaba a los huéspedes de la prisión provincial. Aparte de los muchos casos conocidos de ´traslados de presos´ a otras prisiones, hubo uno que quedó para siempre grabado en nuestras mentes… (el) domingo 23 de agosto, por la tarde un preso con una lista en la mano iba llamando…”. Era la lista de los que actualmente conocemos como los fusilados en Valcaldera. En ella figuraban 53 nombres, entre ellos el de Marino Húder Carlosena y el de su primo Ramón Húder Ansa.
Consumada la matanza, la noticia llegaría pronto a la Cárcel de Iruñea, siendo un duro golpe para la moral de los compañeros de presidio de los fusilados. Entre ellos Galo Vierge, que, en su libro ´Los culpables. Pamplona 1936´, lo refleja con estas palabras: “Al día siguiente del llamado tristemente ´el crimen de las Bardenas´, al bajar al patio nos enteramos del fusilamiento de Valcaldera de todos los reclusos que habían sido incluidos en la lista del día anterior, y nuestra consternación fue dolorosamente profunda”. Su relato prosigue con esta referencia a Marino: “Una vez superada la tremenda zozobra que nos embargaba a todos, yo busqué con la mirada a don Marino Húder, con quien había entablado una entrañable amistad durante nuestro cautiverio, y mis ojos no lograron encontrarle. Pregunté por él y un compañero me dio la noticia de que había sido nombrado en la ´saca´ del día anterior. La verdad es que al enterarme de la triste noticia sentí en mi corazón una punzada de dolor. Me parecía increíble que un hombre tan leal y sencillo, todo un caballero, con una esmerada cultura puesta al servicio de la clase menesterosa, pudiera morir como un perro rabioso, a tiros disparados sin piedad por unos hombres sin conciencia”.
El cuerpo de Marino, al igual que el de otras miles de personas fusiladas, sigue sin ser localizado. La pérdida de un ser querido, arrebatada por la barbarie, se incrementa con la herida de la incertidumbre de su muerte o de cómo murió y dónde se encuentra su cuerpo. Parece que el dolor de la familia Húder se vio mínimamente reconfortado por un posterior testimonio; así lo cita Michel Otayek Rodríguez, sobrino biznieto de Marino, en su artículo ´Coordenadas de una venganza´: “Causa de muerte: A consecuencia del Glorioso Movimiento Nacional. Testigos registro de defunción: Antonio Añoveros Ataun: Que le consta de ciencia propia por haber visto su cadáver, que don Marino Huder Carlosena, de esta vecindad, a quien el declarante conocía, falleció el día 23 agosto 1936, en términos de las Bardenas, del Municipio de Cadreita, habiéndole asistido el dicente en sus últimos momentos, en calidad de Sacerdote”.
Epílogo: Encuentro de las familias de Marino Húder y Honorino Arteta
“El día 23 de Agosto sobre las siete de la tarde y estando en el patio de la carcel entró un oficial, el que era portador de una lista en la que nos encontrabamos 52 compañeros,… este oficial fue nombrando a todos, entonces nombró una palabra… y la siguiente, suvir ala celda, coger todo cuanto sea vuestro y bajar que bais en libertad… pusieron dos autocars en la puerta y nos hicieron subir a ellos,… al mando de estas fuerzas hiban un jefe de falange y capitán del ejercito, el jefe de falange era el conocido criminal Gregorio Apesteguia, una vez puestos los coches en marcha tomaron el rumbo por la carretera de Zaragoza… a unos 5 kms despues de Caparroso ya viraron los coches a mano izquierda, a unos 200 ms de la carretera havía una paridera”
“una bez dentro nos puisieron en una fila cara a la pared despues de cachearnos y quitarnos todo cuanto llebábamos encima, se oyó una boz que decia con sangre fría; muchachos para q que os bamos a decir lo contrario os bamos afusilar, así que, aquí estamos nuebe curas y dos canónigos para confesar y comulgar para ir en gracia de dios”
“ohimos descargas, ya estaban fusilando, fusilaban por grupos de 6, cuando fué nuestro grupo ya habían fusilado 18 los que estaban en una gran balsa de sangre,… el capitán ordenó arrimarnos mas a los muertos hasta pisarlos por tres beces… entonces el capitán dio la orden de fuego”.
Son palabras de Honorino Arteta, único superviviente de Valcaldera, que tras escapar de la matanza, llegaría a Francia y posteriormente, una vez recuperado de sus heridas, a Barcelona, desde dónde se incorporaría a la Columna Ascaso, en el frente de Aragón. En esta época escribiría o dictaría una carta con el relato del traslado y fusilamiento de los presos republicanos en Valcaldera y su posterior fuga. Honorino haría llegar una copia del escrito a Romana Carlosena Ainciburu, madre de Marino, que se hallaba exiliada en Baiona, junto con sus dos hijas, Cochita y Carmen, su yerno Javier Yarnoz Larrosa y su nieta Maricarmen Yarnoz Húder. La carta, hasta hace poco desconocida, incluso para la familia Arteta, ha permanecido más de 80 años en poder de la familia Yarnoz Húder, acompañándoles en su devenir por el exilio venezolano.
El 29 de septiembre de 2021, el Instituto navarro de la Memoria organizó, en Elizondo, un acto de homenaje al exilio republicano navarro; en el que fueron homenajeadas las más de 1.400 personas que tuvieron que partir al exilio tras el golpe militar y la guerra; también se homenajeó a los y las mugalaris que les ayudaron a cruzar la frontera. Junto a las autoridades, tomaron la palabra 3 hijas y nietas de personas represaliadas: Ana Araujo Hualde, Sara Soriano Goikoetxea y Maricarmen Yarnoz Húder, sobrina de Marino Húder. Además de Maricarmen acudieron al acto sus hijas Carlota y Carmela, su hijo Raúl, su nieta Mónica y su nieto Michel.
Ese día, la familia Yarnoz Húder tenía una cita importante en Elizondo. Unos días antes, había contactado con familiares de Honorino Arteta, a fin de hacerles entrega de esa carta escrita por él. Una copia del documento fue entregado, por Maricarmen Yarnoz Húder, sobrina de Marino Húder, a Eneko Arteta, sobrino nieto de Honorino Arteta. En Baiona y París esperaban expectantes a leerla, su hija Martine Arteta y su nieta Chantal Estrade Arteta.
Chantal Estrade Arteta había tirado el chupinazo de San Fermín en Pamplona, en el año 2015, en representación de la histórica peña sanferminera de La Veleta, de la que formaba parte Honorino Arteta Echarri, así como José Zapatero Barea, también asesinado en Valcaldera junto con: Marino Húder Carlosena, Ramón Húder Ansa, Santiago Cayuela Medina, Natalio Cayuela Medina, Román Ibero Ugalde, Jesús Otermin Navarro, Victorino Olite García, Antonio Epila Dirason, Jose Olaverri Iriarte, Bienvenido Martínez Atienza, José Bellón Crespa, Antonio Ibarrola Díaz, Francisco Leoz Beroiz, Aniceto Pajares Martínez, José Nespereida González, Ángel Martínez Larrayoz, Ramón Yánez Medina, Constantino Eguía Olaechea, Octavio López Jiménez, Emilio Caballero Hernández, José Rueda Pérez de Larraya, Juan Urruzalqui Andueza, José Robredo González, Vitorino el RíoTabar, Jesús Lambertini Solchaga, Luis Árdanaz Valencia, Amadeo Urla Aranburu, Miguel Escobar Pérez, José Alcalá Gorriz, Eugenio Lategui Santamaria, Vitorino Muñarriz Tabar, Román Alcalá Gorriz, Felipe Fuertes Amigot, Miguel Cristóbal Arrondo, Evaristo Pérez Luquin, Santiago Jaurrieta Irurzun, Santiago Guembe Redín, Abel Sanz Cartagena, José Ródenas Martínez, Constantino Preciados Trevijano, Justo Preciados Trevijano, Juan de Diego García Ganuza, Juan Cruz Osinaga Ibañez, Luis Moreno Vela, Arturo Fraile Ezquerro, Benito Vallejo Hernández, Ildefonso Zalbardo López, Pablo Galbete Escuer, Melchor Eric Alemán, Vicente Abad Vergara y Löjerdo Walter Pier.