Marcilla 1516, genocidio y Dispersión
"Esa mujer se parecía a la palabra nunca" J. G.
José Joaquín Saldias
2016-ko martxoak 20
Esta comunicación está dirigida a examinar las consecuencias de la
conquista castellana en la ribera navarra, en particular el genocidio (a
través de las ejecuciones y las violaciones de mujeres), la dispersión
de independentistas con la deportación en masa de navarros hacia
Andalucía y la repoblación de la ribera con extranjeros como política
española para asegurar la sumisión y la colonización de la región.
Para validar tal hipótesis se ha contextualizado con abundante
documentación histórica un estudio de caso que ha trascendido en el
tiempo y se ha mitificado con romántica pasión.
La historia de Ana de Velasco constituye un claro ejemplo de resistencia
navarra a la opresión española. Tuvo lugar en el castillo de Marcilla
durante la represión que las fuerzas de ocupación españolas llevaron
a cabo en 1516, cuando el Cardenal Cisneros ordenó el derribo de las
defensas y murallas de Navarra.
El episodio por el cual ha trascendido en la Historia acontece cuando en
ausencia de su marido, el marqués de Falces, se negó a cumplir las
órdenes que el coronel Hernando de Villalba pretendía imponer por la
fuerza. Alzando los puentes del castillo, bajó el rastrillo y
guarneció las almenas de ballesteros, impidiendo que derriben la
fortaleza. La leyenda romántica agrega que los navarros premeditaron
con astucia alcoholizar a los españoles y desarmarlos obligándoles a
abandonar el lugar. La resistencia de los navarros y la muerte de
Hernando de Villalba (célebre homicida) en el mismo año de 1516
contribuyó a que los invasores desistieran de su empresa de saqueo y
destrucción.
Varios autores han escrito acerca de este episodio como Moret (S. XVI),
Boissonade (S. XIX), Villoslada (S. XIX), Altadill (1917), Galbete
(1946), Idoate (1981) y más recientemente Luis Melnik (2007).
Idoia Estornés Zubizarreta agrega que “La leyenda y la historiografía
romántica del s. XIX convierten a esta brava mujer en una heroína de
la defensa de Navarra contra la conquista castellana. La desobediencia
debió de ser castigada ya que los marqueses de Falces aparecen
incluidos en el perdón de 1524. Se desconocen, a falta de
investigación, detalles personales de la vida de esta mujer.”
Más allá de la leyenda y a modo de contextualización, podemos
intentar caracterizar el desolador panorama que sufrieron los navarros
durante la conquista de su nación, a través del testimonio de sus
protagonistas. El mismo coronel Villalba informó a Cisneros lo
siguiente:
“Navarra esta tan baja de fantasía después que vuestra señoría
reverendísima mandó derrocar los muros, que no hay hombre que alze ya
la cabeza…”
Pueblos incendiados, destierro de cientos de navarros,
doncellas forzadas, confiscación de bienes y ejecuciones daban cuenta
del éxito castellano.
La escalofriante confesión de violaciones y genocidio conmueve el
ánimo: Francisco Alesón, nacido en Viana en 1634, afirma que “Se pasó
a dejar yermas todas las Tierras de Navarra, como se había tratado,
llevando todos sus Pobladores a la Andalucía, y a otras partes remotas.
Cosa que jamás hicieron los Barbaros más inhumanos. Pues si algunos lo
hicieron por temor, de que los recientemente conquistados, impelidos de
su fidelidad no volviesen a su antiguo Dominio, esto fue trayendo otros
de otras partes para la repoblación, y dando a unos y a otros sus
justos equivalentes. Mas aunque esto se dejó, por ser cosa tan
inhumana, no cesó del todo el daño; porque muchas pequeñas villas, y
Aldeas, fueron enteramente arruinadas y despobladas, habiéndoles puesto
fuego. De suerte que este desdichado Reyno en menos de quince días
pareció muy otro, quedando yermos en gran parte sus fértiles campos,
especialmente la Tierra llana, que comúnmente llaman La Ribera por la
cercanía de los ríos Ebro, Aragón, Arga y Ega”.
La importancia de este testimonio nos permite comprender mejor el
devenir de la Ribera navarra, debido a la deportación en masa de sus
naturales navarros hacia Andalucía y su repoblación con gente “de
otras partes”, no euskalduna, sin arraigo y sin identidad navarra. Estas
acciones facilitaron el retroceso del euskera en la ribera. En la
actualidad identificamos la continuidad del lingüicidio en la
aplicación de la ley del euskera que asfixia a las ikastolas.
Por otro lado el testimonio deja ver que la política de Dispersión de
independentistas viene de antiguo. ¿Cuál fue el destino de aquellos
navarros deportados? ¿Fueron embarcados hacia América?
Habrá que preguntarse de qué manera el gobierno de Navarra
conmemorará este genocidio que poco tiene que ver con la “voluntaria
incorporación a castilla”.