La vuelta a casa, caminar para encontrarnos

Entre los días 29 de septiembre y 2 de octubre, una marcha recorrerá Navarra con el objetivo de dar un impulso al proceso de vuelta a casa de presas y presos, proceso que se proyecta como aportación imprescindible a la consolidación de un marco de convivencia democrático que cierre un largo ciclo histórico marcado por la violencia y el sufrimiento.

Mikel Mundiñano y Jone Galarza, miembros de Sare Nafarroa

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Serán 350 kilómetros, unos 350.000 pasos, que miles de navarras y navarros daremos con el objetivo de avanzar hacia esa tan ansiada meta de paz y libertad para todas y todos. Caminar, por una vez, no para huir de nada ni de nadie sino para encontrarnos. Quizá sin que nadie haya reparado en ello, no deja de ser sugerente el hecho de que sean precisamente Lesaka y Berriozar los puntos de salida y llegada de esta marcha. La Lesaka de los pasos de muga que generaciones de navarras y navarros han tenido que cruzar y ayudar a cruzar para escapar del sufrimiento (recordemos la Red Comète de ayuda a los que huían del nazismo); y la Berriozar que se extiende a los pies del Monte Ezkaba, testigo de la trágica fuga del 38 que costó la vida a centenares de prisioneros que solamente querían vivir en libertad. La idea de volver a casa era simplemente un imposible en aquel momento.

Pues bien, creemos que ha llegado el momento histórico para que las presas y presos comiencen ese proceso de dejar atrás la cárcel y volver a sus casas. Volver a casa para incorporarse a la vida de sus pueblos. Volver a casa para contribuir como una más a la consolidación de un marco de paz y libertad plenas. Ha llegado el momento histórico de cerrar las heridas del pasado y abrir los caminos del futuro. Somos conscientes de que es éste un reto de dimensiones históricas, que exige de grandes dosis de generosidad y altura de miras a todas y a todos. Porque aquí todas y todos hemos sufrido; y entre todas y todos tenemos que pensar cómo demonios articulamos la vida política sacando definitivamente la violencia y el sufrimiento de la ecuación. Es un reto difícil pero que necesariamente debemos abordar como sociedad si no queremos dejar a las generaciones venideras una herencia envenenada por el rencor. Honrar la memoria histórica es, sobre todo, aprender del pasado para construir un futuro mejor.

No hay secretos en el caminar hacia la paz. Se trata de tejer complicidades, construir consensos, hablar, escuchar, discutir, acordar…entre todas y todos, para todas y todos. Convencernos de que en esta apuesta ganamos todas y todos. En los últimos años se ha avanzado mucho en este terreno. Los acuerdos entre agentes sociales y los suscritos en el mismo Parlamento demuestran que es prácticamente unánime el apoyo de la sociedad Navarra a una agenda de soluciones. El problema es que los avances prácticos en dicha agenda llegan con cuentagotas. Todavía, son minoría las presas y presos navarros que están en la cárcel de Iruñea. Todavía, la política penitenciaria se diseña y se ejecuta desde Madrid, no desde Iruñea. Todavía, sigue primando la política de excepción y sigue sin aplicarse la ley de forma proactiva para encarar una solución definitiva.

Es imprescindible por tanto que el sentir mayoritario de la sociedad navarra se haga visible y operativo en las calles. Es imprescindible que las carreteras navarras se llenen de caminantes por la paz y la libertad. Sin duda, la marcha de Lesaka a Berriozar marcará un hito de cara al futuro. Un hito que deberemos agradecer en buena medida a su mentor, que fue nuestro querido y añorado Fran Balda. Un hombre pegado a su tierra y a su gente. Un hombre de zapatilla y asfalto. Tanto, que la muerte tuvo que ir a buscarle al orillo de una carretera, porque él estaba siempre en marcha. Descansa Fran, ahora seremos nosotras y nosotros quienes nos atemos las zapatillas para llegar hasta el final del camino.

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