La opinión (y el miedo en Descalzos) es libre, los hechos son sagrados

Mikel Urabaien Otamendi

Periodista

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Estudié Periodismo pero cada vez tengo más claro que no quiero ejercerlo. Diría que en casi ningún medio. Trabajé en una redacción durante varios años, que coincidieron con la transformación digital del periódico en cuestión y su búsqueda incipiente del ‘clickbait’.

En 2020 sólo eran titulares sobre tonterías los que hacían de ‘cebos’ para captar visitas: noticias sobre el último villancico de Leticia Sabater o el ruso de turno que tenía un oso de mascota. Era la digitalización de las curiosidades de contraportada, que no hacía daño a nadie, más allá de devaluar un poco la profesión.

Pero poco a poco todas las secciones fueron mordiendo el anzuelo de los ‘clicks’ y ya hasta los reportajes sociales son carne de cebo. Por suerte, ahora observo esta deriva desde fuera, como responsable de comunicación de una organización en favor de los Derechos Humanos en Iruñea.

También por desgracia, me da bastante más rabia verlo desde esta posición. Un día fui redactor en la sección de Sociedad, donde, entre otras cosas, trataba de denunciar públicamente las injusticias. Hoy me toca denunciar por duplicado: la injusticia en sí, más su cobertura en los medios. Y todo ello intentando mantener las formas, porque los medios de comunicación no dejan de ser el altavoz de las entidades del tercer sector, su herramienta política.

Por ello he preferido dirigirme al Diario de Navarra a título personal en el asunto que me ocupa: su cobertura sobre la actualidad de la calle Descalzos. Vaya por delante que hay excelentes profesionales y buenísimos reportajes en todos los periódicos, hasta en los que emplean el ‘clickbait’ en su forma más inmoral.

Para quien no conozca el tema, expongo primero el contexto: Durante la alcaldía de Cristina Ibarrola, en torno a 100 personas dormían a diario en las calles de Iruñea. Tras la moción de censura, el nuevo alcalde, Joseba Asiron, prometió que su primera medida sería alojar a todas esas personas.

Y cumplió su promesa, pero sólo al principio. A pesar de la mejoría respecto a la anterior legislatura, entidades como el Punto de Información a las personas Migrantes (PIM), SOS Racismo o Apoyo Mutuo vienen denunciando el creciente número de personas en calle durante los últimos meses por la dejación de funciones del Consistorio a la hora de empadronar a quienes, efectivamente, viven aquí.

Debido a esta situación, unas personas habilitaron su bajera y decidieron abrirla para que en ella durmieran las personas en calle. Esta iniciativa era vox populi en el tercer sector, entre el vecindario y, obviamente, también en el Ayuntamiento.

El pasado 23 de agosto el Diario de Navarra publicó una noticia titulada “Inseguridad” en la calle Descalzos por un grupo de personas que duermen en bajeras. El subtítulo era el siguiente: Los vecinos de esta conocida calle de Pamplona denuncian que, desde hace tres semanas, los problemas de convivencia se han acrecentado: “Nos preocupa que vivan así”.

De este modo, el periódico dio a conocer este secreto a voces y el Ayuntamiento se hizo entonces el enterado. A los pocos días, había cerrado el local o, como dijo Asiron, “había explicitado sus limitaciones normativas, que no vienen dadas por el equipo de gobierno, sino por la ley”. O sea, que había prohibido su actividad. Otra vez a la calle.

La cuestión es que si hacemos ‘click’ en el reportaje del 23 de agosto en Diario de Navarra y vamos al cuerpo de texto, podemos leer que el miedo del vecindario obedece a meras “sensaciones” porque “de momento no ha sucedido nada”. Vamos, un “le pongo comillas al titular y me lavo las manos” de manual.

En las facultades de Comunicación te enseñan aquella famosa frase de Charles Prestwich Scott, editor del periódico The Manchester Guardian: “La opinión es libre y los hechos son sagrados”. Después de mandar de vuelta a la calle a las personas que dormían en Descalzos, espero al menos que en el Diario de Navarra se sonrojen y piensen: “Qué fácil decir eso en 1921, Mr. Scott, cuando no existía el clickbait”.

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