Kaixo Pamplona!
Durante la vorágine del día a día, muchas veces nuestros innumerables quehaceres diarios nos hacen vivir despaldas a nuestro entorno más próximo. Nuestros barrios, nuestro comercio cercano, o incluso nuestros propios vecinos y vecinas de forma casi inexplicable son prácticamente unos desconocidos a pesar de convivir a escasos metros.
Pilar Gastón y Carlos Guzmán, miembros de la Comisión Local de Izquierda Unida de Pamplona.
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Los efectos actuales de la crisis sanitaria generada por el COVID-19 han agitado nuestras vidas
de forma imprevisible hasta hace unas poco semanas, han reposicionado en el centro de
nuestras preocupaciones diarias la vida y sobre todo el buen vivir, y nos han reencontrado o
incluso podríamos afirmar que nos han descubierto nuestra Pamplona – Iruñea.
De buenas a primeras a través de nuestras ventanas y balcones hemos conocido a nuestros
vecinos y vecinas, a los que a pesar de convivir a escasos metros en muchas ocasiones no
conocíamos, o simplemente nos cruzábamos con ellos y con ellas intercambiando tres o cuatro
palabras cordiales en el mejor de los casos. Desde la corta y a la vez inmensa distancia que
separan nuestras viviendas hemos compartido emocionantes aplausos, caceroladas
reivindicativas, un par de escaleras sanfermineras, e incluso hasta multitudinarios cumpleaños
vecinales.
Por las mañanas, durante las rápidas e imprescindibles salidas para hacer la compra, nos ha
embargado la desolación al ver nuestras calles desangeladas con persianas bajadas y
comercios cerrados. Ahora que por fuerza mayor teníamos tiempo de sobra para coser, hacer
manualidades o realizar pequeños arreglos en casa, echábamos en falta el consejo del
ferretero del barrio, las indicaciones de la dependienta de la mercería de toda la vida, o los
truquillos de la dependienta de la tienda de manualidades de la calle de abajo. Quizá nunca
hasta ahora nos habíamos percatado de la importancia del comercio local y de la atención
única y personalizada que nos ofrece.
Nuestros barrios, Sanduzelai y la Txantrea en primer lugar y por desgracia les seguirán el resto,
han vuelto a demostrar que los lazos comunitarios pueden con todo, e incluso en las
condiciones más duras no renunciamos a celebrar las fiestas que año tras años organizamos y
disfrutamos entre todos y todas. Este año no tendremos calderetes multitudinarios, animadas
verbenas, o emocionantes toricos de fuego, pero aun así cada uno de nuestros barrios
reinventará sus fiestas para por lo menos durante un fin de semana hacernos olvidar al bicho
que nos las ha quitado, aunque sea a través de las redes sociales y de nuestras ya concurridas
ventanas y balcones.
Con los primeros paseos de la desescalada hemos vuelto a rencontrarnos con el Paseo del Arga
y con todos los parques y zonas verdes que colorean nuestra bonita ciudad, disfrutándolos
como nunca a pie o en bicicleta. Las biciclistas habituales y sobre todo los nuevos adeptos a las
dos ruedas, hemos descubierto que a nuestra ciudad le faltan aceras y carriles bicis y le sobran
muchos pero que muchos coches. En estos momentos muchos vecinos y vecinas nos estamos
planteando seriamente el utilizar la bicicleta, más allá de los paseos y de la práctica deportiva,
como un verdadero medio de trasporte con el que poco a poco reincorporarnos a nuestros
centros de estudio y de trabajo, y estamos echando en falta una verdadera red radial de
carriles bicis que conecte toda la ciudad. Junto con los carriles bicis, el transporte público debe
vertebrar también la nueva movilidad segura y sostenible de nuestra ciudad. Con la vuelta
progresiva a la nueva normalidad, las villavesas deben aumentar frecuencias y líneas para
lograr interconectar toda la ciudad y su comarca.
Y por supuesto, no podíamos tampoco dejar de destacar todas y cada una de las iniciativas y
redes vecinales que han surgido a lo largo y ancho de toda la ciudad para poner en valor lo
importante y necesario de los cuidados. Estas redes solidarias se han hecho cargo de los txikis
mientras las mayores trabajaban, han ayudado con las compras y los recados a nuestras
mayores, y sobre todo, han cuidado a quien más lo ha necesitado en estos duros momentos.
Con el avance de la desescalada y la vuelta a la nueva normalidad, no podemos hacer borrón y
cuenta nueva de todo lo experimentado y bien vivido durante las últimas semanas, y debemos
repensar de forma colectiva el futuro de nuestra ciudad.
En Iruñea somos muchas más las personas que queremos unas calles animadas en las que el
comercio local genere empleo de calidad y nos preste la atención personalizada que tanto nos
ayuda. Somos muchas más las personas que queremos respirar aire limpio y desplazarnos de
forma cómoda y segura con nuestras bicicletas por toda la ciudad. Somos muchas más las
personas que disfrutamos de la vidilla cultural, asociativa y festiva de nuestros barrios alegres,
reivindicativos, y solidarios. En definitiva, somos muchos más los vecinos y vecinas que
queremos una Pamplona – Iruñea que merezca la pena ser vivida.
Tras el Covid-19 tenemos la oportunidad de repensar y de construir colectivamente otro
modelo de ciudad, para que este kaixo Pamplona! no se convierta en un momentáneo ¡hasta
luego Iruñea!