Día internacional de las personas migrantes
18 de diciembre, Día internacional de las personas migrantes. Mucho se habla de interculturalidad en esta fecha.
Laura Berro, Armando Cuenca y Alberto Labarga
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Pero ¿quiénes son las personas migrantes? Las
personas migrantes lejos de ser solamente ésas que vienen a nuestra ciudad a
buscar trabajo, o un futuro; son nuestras vecinas y vecinos, con las que nos
cruzamos por la calle todos los días, con las que comentamos en el autobús y con
las que nos cambiamos el sitio. Son las personas con las que nos encontramos en
la cola del mercado, que nos atienden en la carnicería del barrio.
Son la gente sencilla, que tiene que partirse el lomo para llegar a final de mes,
porque no vive de las rentas. O las que están en paro y acuden como nosotras al
INEM. Las que también se ven asfixiadas por la falta de reparto de la riqueza y
que, como nosotras, son explotadas por macroempresas y multinacionales.
Son la gente joven, que ha estudiado con nosotras en el colegio, el instituto, la
universidad. Son nuestras amigas y amigos, nuestras parejas. Son las niñas y
niños que van a clase con nuestras hijas e hijos y que juegan con ellas en el patio
del recreo. Son sus padres y madres. Son la comunidad educativa.
Son las mujeres que están a cargo de sus familias, de las personas mayores, que
permiten que ricos y pobres acudan limpios y alimentados a su trabajo. Son las
trabajadoras del hogar, que luchan por lograr que se ratifique el convenio 189
para poder tener todos sus derechos laborales garantizados, porque ahora están
explotadas. No tienen derecho a paro, trabajan de sol a sol por entre 3 o 5 euros la
hora. Que se encargan como la mayoría de las mujeres de los cuidados de todas y
todos, las que permiten que la vida sea vida. Porque sin ellas no se mueve el
mundo.
Las personas migrantes también son aquellas a las que no se les reconocen
derechos. Las que son enviadas a los Centros de Internamiento de Extranjeros,
esos agujeros de maltrato donde se vulneran derechos, para luego ser deportadas.
Son las que se ven envueltas en situaciones de desamparo, en los no lugares. Son
las mujeres que van a dejar a su hijo al colegio y cuando salen la están esperando
para engancharla y deportarla de manera exprés a su país. Las que van a pedir
ayuda a un comedor social y la policía les espera allí, a pesar de que no tenían
nada.
Son migrantes las personas que denuncian la muerte de Elhadji Ndiaye, en
dependencias de Policía Nacional. Una muerte de la que la Carmen Alba,
delegada del gobierno en Navarra, no ha dado ni una sola explicación después de
más de un mes. Son los y las que llevan la pancarta en la manifestación y con las
que denunciamos alto y claro que esto es una vergüenza. Con ellas gritamos que
no queremos una ciudad racista ni clasista.
Nos preocupa el auge del racismo y la xenofobia en Europa y en EE.UU, pero
aquí estamos permitiendo que germinen las semillas del odio al diferente cuando
no nos ponemos de frente a estas actitudes en nuestra vida cotidiana, cuando un
político lanza un ataque a los inmigrantes para arañar votos fruto del miedo. Por
todo ello, desde la política municipal, tenemos que poner todo lo que esté en
nuestra mano para que Pamplona sea una ciudad de acogida, que pueda ser vivida
en paz y en libertad por todas las personas que la habitamos.
Queremos que todas las personas tengan la posibilidad de desarrollar su
existencia, que tengan todos sus derechos garantizados. Queremos que cualquiera
sea ciudadana de primera y que pueda participar en la toma de las decisiones de
esta ciudad. Que pueda entretejer su vida con todas las que habitan la ciudad. Que
pueda aportar su energía en nuevos proyectos. Que forme parte de la vida pública
y política de Pamplona, y que aporte toda su experiencia y sabiduría al común.