De olvido, nada

Por fin, durante estos últimos meses, las personas mayores hemos estado en el candelero de la opinión pública, debido a que hemos salido del armario de la resignación y la pasividad y hemos alzado nuestro grito de protesta contra la situación de miseria a la que nos condena a miles de personas jubiladas este “Estado de derecho, de derechas”.

Sebastian Rosino y Patxi Erdozain. Miembros de SASOIA.

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Ha salido a la luz pública la punta del iceberg, porque además de las pensiones de
miseria otros muchos problemas nos aquejan, llámense residencias para el negocio,
ley de dependencia sin dinero, marginación social… 

Pero también hay otros problemas, no tan generales, pero que no por ello dejan de ser
sangrantes, viéndonos obligados a incorporarlos a nuestra lucha. 

Hoy nos referimos a aquellas personas mayores a cuyos hijos e hijas el Estado los
tienen anclados en el pasado; llámense deportados a quienes hace mas de 30 años los
confinó a países lejanos, sin papeles, sin trabajo y sin derechos, desarraigados de sus
familias y de su Pueblo; llámense personas huidas que viven en ninguna parte, en la
miseria y con el miedo constante, sabiendo que esa Audiencia Nacional, azote ayer y
hoy de toda expresión de libertad, les aguarda agazapada par que “rindan cuentas”,
procurando que su volver a la normalidad sea sinónimo de cuartelillos con peligro de
torturas y cárcel; llámense presos y presas dispersadas por toda la geografía española
y francesa, aisladas dentro de la misma cárcel, impedidas para practicar toda clase de
actividades, muchas de ellas enfermas graves en condiciones difíciles para enfrentarse
a su situación. 

Y para que más sufran, el Estado se ceba con sus familiares, obligándoles a vivir su
ausencia, a vivir en vilo porque ya sabemos que en la clandestinidad y en las cárceles
“nunca se sabe”, a soportar viajes larguísimos si quieren verles con las dificultases que
ello supone para personas de edad avanzada, a sacar dinero de donde no hay para los
viajes y llenar el petate …Y cuando ante la imposibilidad de viajar del familiar por
enfermedad permiten traer a la persona presa, lo hacen en las peores condiciones de
viaje, cárceles de paso y sobre todo impidiendo toda intimidad con la familia. 

La situación ha cambiado, pero el Estado no. Ejemplos tenemos de ello a mansalva: su
negación a la rebaja de condena por haberla cumplido en otro estado, por desgracia
con el beneplácito de Europa (¿dónde está aquella Europa que en tiempos del
franquismo la llamábamos de las libertades?)o volver a encarcelas a presos con 22
años de prisión cumplidos. 

No salimos de nuestro asombro. Nos preguntamos a qué se debe esa postura: ¿Será
espíritu de venganza contra unas personas luchadoras por su pueblo que pusieron en
jaque su situación?¿Sera su empeño en poner trabas por la fuerza a un pueblo que
camina hacia la libertad, se llame Euskal Herria o Cataluña? ¿Pretenderán con esta
postura hacer invisibles a sus súbditos los graves problemas de pobreza, paro,
corrupción? ¿Sera que su “España una grande y libre” carcome su democracia? ¿Sera
que han creado una bestia y ahora tienen que obedecerle? 

Tanto como esa postura nos preocupa nuestro olvido. No exageramos si decimos que,
como el tsunami por las pensiones o contra la desigualdad de género, es necesario
otro para superar esta situación. No podemos alardear de progresistas, de sentirnos
defensores de los derechos si dejamos en el olvido a estos cientos de personas. Para
que haya una nueva convivencia es necesario afrontar estos problemas.
 

Hoy las personas de SASOIA queremos ser portavoces de esa situación y exigir que los
derechos humanos se cumplan con las personas exiliadas, deportadas y presas y
desaparezca el sufrimiento añadido de los familiares.
Invitamos a todas las personas mayores a participar el día 8 a las 12 en la
manifestación que dará comienzo ante la delegación del Gobierno para mostrar la
solidaridad con los familiares y exigir al Estado español que dé un giro en su política
penitenciaria.

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