Contra el discurso del odio

Parece que el fantasma de la extrema Derecha europea, con sus discursos de odio y miedo por bandera, recorre Europa y toca suelo con fuerza en algunos estados. Toma forma en las palabras del italiano Salvini cuando habla de “carne humana” o en su censo de gitanos, o en las del húngaro Szijjarto cuando defendía la ley que criminaliza la solidaridad con las personas en situación irregular “que quieren llenar Europa con inmigrantes”.

Beatriz Villahizán, vocal Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social.

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Pero también se refleja en las nuevas/viejas formas de emplear terminología amable como
“creación de centros de migrantes fuera de la UE” que esconde la pretensión de reforzar las
políticas de externalización, control y cierre de fronteras, huyendo de toda responsabilidad con las
causas profundas de las migraciones y, por supuesto, del mortífero tránsito y llegada de quienes
ejercen legítimamente su derecho a migrar. 

En este contexto, el caso Aquarius ha puesto de manifiesto varias contradicciones. La primera, que
el Gobierno del Estado decida dar un paso en la acogida de estas personas, mientras la frontera sur
sigue cerrada a cal y canto. Además, los gobiernos europeos narran el discurso de la recuperación
económica, al mismo tiempo que recortan en gasto social, aplauden planes de austeridad que
golpean a las capas más precarizadas y vulnerables y que ahondan aun más en la fractura social. Lo
hacen con el apoyo de los discursos xenófobos y racistas, que les permiten “limpiarse las manos”,
que culpabilizan de la precarización del bienestar social a las personas migrantes y que parte de la
ciudadanía compra por miedo y que alimenta la aporofobia que sufren por el hecho de ser
personas en situación de vulnerabilidad. 

Se habla de migraciones “masivas” cuando el 86% de la población refugiada se concentra en países
empobrecidos, según datos de ACNUR. Nos cuentan que no podemos acoger a más, cuando
España solo ha cumplido con el 15% del vergonzoso y ridículo “cupo de refugiados” con los que
comprometieron. Bulos de los que no nos libramos en Navarra, donde también se pueden oír, en
ocasiones, instrumentalizados como herramienta política o de interés, y otras veces como parte de
ese prejuicio aporófobo. Se genera ruptura y crispación, caldo de cultivo nada adecuado para
ningún interés social bien intencionado. Pero los debates que se han abierto en las instituciones y en la sociedad nos obligan a recordar que los derechos fundamentales no se negocian, que las
personas no somos mercancía. 

Por eso, desde Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social queremos recordar la
urgente necesidad de elaborar discursos basados en la justicia social y el respeto absoluto a los
derechos fundamentales para todas las personas, sin excepción.

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