Centros de gestión ciudadana: pulmones para nuestra ciudad
En todo el Estado español existen aproximadamente 600 centros sociales de gestión ciudadana. Se trata de espacios basados en relaciones solidarias frente a la concentración del poder y la riqueza de una minoría, abiertos a todas las personas y con un deseo de horizontalidad que impregna todas sus prácticas. La participación popular, el feminismo, la autoorganización y el uso común son sus pilares fundamentales.
Laura Berro, concejala de Igualdad y LGTBI de Aranzadi en el Ayuntamiento de Pamplona; Armando Cuenca, concejal de Movilidad Sostenible y Ecología Urbana de Aranzadi en el Ayuntamiento de Pamplona y Manuel Millera, concejal de Participación Ciudadana y Em
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El Ayuntamiento de Pamplona es titular de decenas de espacios que han estado vacíos
durante
décadas, porque los gobiernos precedentes de UPN, especialmente con Barcina y Maya,
no les han dado uso y han preferido seguir la tendencia especulativa de los mercados.
Como si los Ayuntamientos, que deben ser los garantes del bien común y estar al
servicio de la ciudadanía, pudieran comportarse como bancos o fondos buitre.
En la actualidad, seguimos disponiendo de esos espacios, vacíos por falta de capacidad
inversora para acondicionarlos…¡Y qué mejor fórmula que la ciudadanía tome posesión
de ellos bajo la filosofía de total apertura y democracia! En estos espacios que cualquier
persona es bienvenida y puede tomar lo que es suyo -lo que es nuestro-, a la par que
practica la ayuda mutua y aporta a ese proyecto común.
A día de hoy, se han recuperado varios espacios de estas características en Pamplona:
el Gaztetxe Maravillas (llamado así en honor a la niña asesinada por los fascistas) y el
Gaztetxe de la Rochapea. Ambos espacios apuestan por estimular procesos de
autoorganización social que fortalezcan las redes y movimientos sociales que trabajan
por la justicia social; propiciar trayectos de formación en distintos ámbitos (ciencias
sociales, política, tecnología, arte y creación, etc.) que fomenten el pensamiento crítico,
el empoderamiento ciudadano, la creatividad social y la acción colectiva; experimentar
modelos de gestión ciudadana de equipamientos y bienes comunes que promuevan una
racionalización democrática basada en la equidad y la participación directa de la
ciudadanía en el diseño, elaboración y gestión de las políticas públicas.
Otra de las líneas de trabajo fundamentales, son los centros comunitarios
autogestionados como Antzara, Salesianas y Plazara!, fruto de procesos de participación
ciudadana desarrollados de manera conjunta con el Ayuntamiento, que ya han generado
una comunidad dentro de los barrios en los que están situados. Una apuesta por nutrir la
vida del vecindario de cada zona, fundamental en unos tiempos con unos ritmos de vida
que nos alejan unas de otras y limitan el cuidado de las personas que forman parte de
nuestras comunidades.
Especialmente en el Casco Viejo empezamos a percibir, ya desde hace unos años, la
burbuja del turismo. Se condensa en la ocupación del espacio público y los precios
inaccesibles del alquiler para muchas que vivimos en él, expulsándonos de nuestro
barrio. Desde hace tiempos vemos cómo las políticas públicas van dirigidas a fomentar
un modelo de ciudad orientado hacia la perversa lógica de la gentrificación que la
convierte en un parque de atracciones en el cual la mayoría de las ciudadanas no
tenemos cabida, tendencia débilmente encauzada por este Ayuntamiento del cambio.
Ante esta situación las vecinas de todos los barrios trabajan para revertir ese modelo de
ciudad excluyente y para defender Pamplona de su mercantilización. Y para revertir esta
tendencia, estos espacios se esfuerzan, sin contrapartida económica alguna, para que
produzcan comunes urbanos, colectivos, feministas, abiertos y diversos.
Por otra parte, estos centros de gestión ciudadana suponen una oportunidad de
empoderamiento para muchas mujeres que están ahora empujando con todas sus
fuerzas, ganas y capacidad por dejar de estar subordinadas. Una ventana abierta con
miles de posibilidades: para construir en común, resolver en común y avanzar en común.
Es la comunidad tomando el poder, es la generosidad colectiva. Necesitamos espacios
abiertos a todas y cada una de las personas de la ciudad. Los edificios vacíos o
infrautilizados del patrimonio municipal tienen que volver a la ciudad, no pueden seguir
quedando abandonados. No podemos ceder a los intereses privados: hay que recuperar
los edificios vacíos del centro y de los barrios para que la gente que vive la ciudad y que
los activa desde el tejido asociativo puedan utilizarlos.
No se pueden desarrollar las propuestas de la ciudadanía sin espacios sociales que sean
exclusivos para los ricos. Son necesarios espacios que no estén burocratizados, en los
que cualquiera pueda intervenir directamente en sus asambleas. Para construir
propuestas sin mediación externa, sin tener que preguntar: porque nuestra vida la
queremos construir directamente. Porque queremos hacer política directamente con
nuestras acciones. Sin ser tuteladas ni controladas. La ciudadanía de Pamplona lo ha
demostrado: es lo suficientemente madura como para reivindicar una sociedad más justa
e igualitaria, también gestionando sus propios espacios.
Frente a los ataques y las cortapisas burocráticas que pretenden negarnos el disfrute de
estos bienes comúnes urbanos, los defendemos y los defenderemos porque son islas de
creación de otro tipo de relaciones, de saberes y de aprendizajes para construir vidas
que merezcan la pena ser vividas: los pulmones por los que nuestra ciudad respira
libertad.