Camino Oscoz y la República

La huída de Juan Carlos de Borbón tras el inicio de la investigación por parte de la Fiscalía del Tribunal Supremo de las supuestas corruptelas y fraudes a la Hacienda Pública ha vuelto a dejar desnuda a la Monarquía española.

Isabel Burbano y Eduardo Mayordomo, militantes del PCE-EPK Navarra

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Una institución que, sin duda ninguna, tiene fecha de
caducidad y que, más pronto que tarde, volverá a desaparecer de nuestra tierra, como ya lo
hizo en 1931 al grito popular de “que no se ha marchao, que le hemos echao”. El tiempo nos
dirá si Felipe de Borbón sigue los pasos de su padre o acaba como su bisabuelo. 

Eso sí, la historia nos ha enseñado que los derechos no caen del cielo y que conseguir una
patria libre, solidaria, igualitaria, sin vasallajes, en la que todas y todos sus ciudadanos tengan
garantizado el acceso a una educación, sanidad, vivienda, trabajo y pensiones dignas no es
nada fácil. Es una lucha en la que nos va –literalmente- la vida, en la que la gran mayoría
tenemos mucho que ganar frente a una minoría que batalla sin escrúpulos para mantener sus
privilegios. 

Estos días en los que el fascismo vuelve a pasearse altivo por nuestras calles, enarbolando
palizas, odio y esclavismo empresarial, aparecen de nuevo en el subconsciente popular figuras
ya inmortales como las de las Trece Rosas Rojas o la de nuestra querida Camino Oscoz. Y lo
hacen para recordarnos que no es tiempo de equidistancias frente al capitalismo salvaje, la
Monarquía corrupta o el fascismo. Ellas, como otras muchas mujeres, fueron asesinadas,
violadas, humilladas, robadas u obligadas al exilio por atreverse a luchar contra ese
sanguinario triunvirato. Ellas nos enseñaron la importancia que tienen las ideas en esta lucha
por un mundo mejor. Bien sabían lo que hacían los falangistas, los carlistas cuando asesinaron
de forma meticulosa y planificada a maestros, secretarios de Ayuntamiento, sindicalistas de
fábricas, trabajadores del campo organizados… personas que dieron contenido a palabras
como educación públicas, derechos laborales, igualdad, libertad… 

Y es que Camino Oscoz fue asesinada el 10 de agosto de 1936 no solo por ser dirigente del
Partido Comunista de España, militante activa de Socorro Rojo Internacional o por estar
afiliada a la UGT, sino también por levantarse ante esa sociedad conservadora y clerical desde
su profesión de maestra republicana en el Valle de Salazar. Hoy, gracias a la labor de
numerosos investigadores, escritores y editoriales que han puesto nombres y apellidos a los
asesinados y también a los asesinos, sabemos quién era esa joven que, nacida en la
pamplonesa cuesta de Santo Domingo, acabó detenida un 31 de julio de 1936 para, tras ser
vejada y humillada por los secuaces de Queipo de Llano, ser fusilada y arrojado su cuerpo al
Balcón de Pilatos de Urbasa con apenas 26 años. 

Hoy, en un nuevo aniversario de su asesinato, sus ideales de educación, igualdad y justicia
social no son algo del pasado, encerrados en los libros de historia, sino que marchan
revolucionariamente actuales en los puños y en las mentes de todas y todos aquellos que para
reclamar una República Federal y Solidaria no nos escondemos detrás de constituciones
anticuadas y equilibrios de Estado, como hace el presidente del Gobierno y secretario general
del PSOE Pedro Sánchez.
Porque además de la convocatoria de un referéndum claro y concreto sobre Monarquía o
República, las graves acusaciones contra Juan Carlos de Borbón exigen una transparente
investigación de las cuentas de la Casa Real que, de haber indicios, dé pie a un proceso judicial.
Se lo debemos a esta sociedad que llamamos libre y democrática y a sus futuras generaciones,
pero también a las centenares de Camino Oscoz que la hicieron posible.

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