Bailes de primavera

Los abrazos entre PSOE y PNV, propios de un romance gestado desde sus inicios pero hasta ahora más oculto que visible, se hacen a cada día que pasa más frecuentes. Desde que el pasado uno de junio Pedro Sánchez consiguiera obtener el respaldo del partido vasco a su moción de censura y así alcanzar la Presidencia, el acercamiento entre ambas formaciones se ha acelerado desmesuradamente;

Irene Otal, miembro de AHORA NAVARRA – ORAIN MUGITUZ

2018-ko ekainak 21

hasta el punto de que
el PNV ya ha manifestado abiertamente a Sánchez su voluntad de estabilizar el apoyo
al nuevo Gobierno hasta el final de legislatura y a lo que el PSOE responde procurando
compensarle mediante una no desdeñable artillería de intenciones que veremos hasta
qué punto llegan a ponerse en práctica y bajo qué condiciones. Y, como no podía ser
de otra forma, lo anterior está generando un importante impacto en el escenario
político de Nafarroa, generando más sombras que luces y que veremos acrecentar
conforme vaya fulminándose la presente legislatura. 

Las precoces declaraciones públicas emitidas por importantes personalidades de una y
otra parte – como las de Santos Cerdán o las de la mismísima Uxue Barkos
compartiendo ambos el deseo de colaborar mutuamente en la construcción de un
futuro Gobierno “progresista” liderado por ambas formaciones – no tienen precedentes
ni, permítaseme, desperdicio. 

Es evidente que Sánchez, con sus proclamas progresistas, está allanando el camino a
Geroa Bai y facilitando el desprendimiento de su disfraz pero, desde luego, las
complicidades mutuas en Navarra no son de reciente gestación ni sorprendería verlas
hacerse explícitas si no fuera por el acelerón vertiginoso que han adquirido en el último
mes. Y aunque no nos resulten extrañas las concesiones que ya vienen sucediéndose
bajo cierta cortina humo oportunistamente levantada y tras el biombo del discurso
nacionalista a largo de toda la legislatura – la voluntad transformadora del Gobierno de
Geroa Bai, sobre todo en cuanto a políticas económicas, de redistribución de la riqueza
y productivas se refiere, ha estado más ausente que presente –, el hecho de
observarles salir públicamente de la mano y hablando de futuro conjunto es ya motivo
de preocupación irreversible para todos/as los/as navarros/as que seguimos apostando
por una transformación social de calado y creemos en la necesidad de ir más allá para
revertir este sistema en favor de la dignificación de la ciudadanía, la igualdad y la
equiparación de derechos. 

El resto de socios del cuatripartito también tienen mucho que decir, aunque todo
augura que de aquí a final de legislatura van a verse abocados a “bailar” al compás de
cómo vaya consolidándose este previsible acuerdo a futuro y el rédito o perjuicios que
del mismo crean poder obtener. En PODEMOS – Ahal Dugu esta cuestión, pese a no
haberse debatido en su seno, tiene más incidencia en lo que concierne a la fractura
interna actual, las expulsiones y salidas voluntarias del partido de la que algunas
quieren hacer ver. En efecto, quienes comulgan con la actual dirección de Eduardo
Santos siempre han mostrado predisposición por un casi incondicional seguidismo
hacia el actual Gobierno sin evidenciar ni mucho menos criticar públicamente sus
contradicciones. Por tanto, es del todo razonable adivinar que un futuro e hipotético
Gobierno liderado por Geroa Bai y el partido socialista contará con su apoyo y también

con el de Izquierda Ezkerra, dada la confluencia entre ellos ya adelantada y avalada
por sus bases. Quizás la mayor incógnita gire en torno a EH Bildu, hasta el momento
más centrado en demostrar su capacidad de gestión institucional que en evidenciar el
posibilismo de un ejecutivo con el que, a priori, sólo comparte agenda soberanista. No
obstante, si sobre ellos se cierne la sospecha de entender que en el diseño del futuro
Gobierno no hay reservado espacio alguno para la formación arbertzale y que la
exclusión del mismo va haciéndose inminente, quizás asistamos a interesantes
acontecimientos de última hora en relación con todo ello y de su propia mano. 

Lo que hay en juego no es baladí. No necesitamos recrearnos excesivamente en la
historia de Nafarroa para comprender la inviabilidad de contar con el socialismo a la
hora de construir “progreso” en términos sociales y en clave ciudadana. El partido
socialista en Navarra siempre ha sido la muleta de la que se ha servido UPN – a lo
largo de sus largas gobernanzas – para mantener y prorrogar el Régimen, llevar a cabo
despilfarros económicos y consiguientes vaciamientos de las arcas públicas en aras de
los intereses de una minoría, diseñar milimétricamente de todo un sistema de
privilegios para las tradicionales élites de nuestra comunidad y procurar una cada vez
mayor precarización de las clases desfavorecidas. 

En 2015, el haztazgo social generalizado permitió reunir a una significativa mayoría
social, materializar una apuesta común por el “el cambio” en nuestra comunidad y
desbancar a UPN de las instituciones navarras, al PSN de su sombra y, junto a ellos, a
sus políticas austericidas y opresoras. Geroa Bai lideró este gran reto, y aunque es
cierto que desde el inicio siempre han existido reticencias importantes entre quienes
defendíamos políticas rupturistas frente a su mensaje del “cambio lento”, no lo es
menos que también han gozado de la confianza de una sociedad que le ha dado más
oportunidades que dolores de cabeza. Por ello utilizar ahora aquella voluntad popular
inclinada a favor del “cambio” para blanquear la trayectoria de un partido como el PSN,
permitiendo, e incluso favoreciendo, su entrada en un futuro Gobierno podría
entenderse como una tergiversación de aquel mandato de la sociedad navarra bajo el
objetivo de revalidar un liderazgo precocinado electoralmente. 

Quizás, como ciudadanía empoderada política y democráticamente, deberíamos
comenzar a reiterar y decir más alto que la mayoría navarra que votó “sí” a una
confluencia de izquierdas votó “no” al régimen y, por consiguiente, “no” al partido
socialista. Quisimos, queremos y querremos cambio, no recambio.

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