Allí estaremos. Por un debate real sobre el modelo ferroviario (y social)

El próximo jueves día 22 cuatro organizaciones, con maneras diferentes y propias de oponerse al proyecto de construcción de un nuevo corredor ferroviario de alta velocidad, han convocado una concentración para expresar su disconformidad con este proyecto.

Luis Iriarte, participante de AHT Gelditu Elkarlana.

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Entre las que estaremos allí, algunos pensamos y sentimos que hay razones de peso para parar este

proyecto. Estas razones las hemos compartido durante años con nuestras vecinas y vecinos. Lo hemos

hecho de las más diversas maneras: charlas, exposiciones, informes, manifestaciones, cartas, acciones

judiciales, mediante el boca a boca, en paseos montañeros, charlando con nuestras compañeras,

cocinando, conociéndonos. Mil maneras de denunciar este proyecto que consideramos innecesario y

agresivo. 

Hay quienes, también, percibimos este proyecto como un impulso a un tipo de mundo: ese en el que

constructoras y partidos políticos deciden las infraestructuras. Un mundo que pretende conectar solo

grandes ciudades, y no los pueblos. En donde las afecciones son solo un peaje necesario en el

sostenimiento de un modelo que se desmorona. Cambio climático, agotamiento acelerado de materiales

terrestres, entre ellos los combustibles fósiles, globalización productiva, que a su vez, acelera estos

procesos de agotamiento y contaminación. Una mundo insaciable y a la deriva. 

Allí estaremos. Lo tenemos claro. Porque además lo que hemos ido viendo durante estos últimos años a

raíz de la explosión de la burbuja inmobiliaria y constructora nos lo confirma. 

Pero también estaremos quienes tenemos dudas sobre los beneficios que pueda traer el gasto de entre

1.000 millones y 4.000 millones de euros en esta infraestructura. Quienes piensan que bien se podrían

dedicar estos recursos a otras tareas como mejorar el trazado ferroviario actual. Quienes quieren poder

seguir usando el tren que pasa por su pueblos. Quienes desconfían de que desarrollo suponga siempre

grandes obras. O simplemente quienes recorriendo Monte Plano, Valdizarbe o los valles de Olza e Iza se

preguntan si no hay otra manera de mantener el transporte ferroviario sin dividir y degradar los campos y

valles por donde pasaría el TAV. 

Pero sobre todo estaremos aquellas que desconfían de la manera en la que se están tomando las

decisiones. Recordemos algunos detalles. Este proyecto, que como un zombi hibernaba en los cajones tras

la debacle financiera del Ministerio de Fomento y de ADIF, es el mismo que promovieron UPN y PSN en

la época del poderío constructor, el crédito fácil y las connivencias políticas. Sin embargo, durante este

año despierta con la disposición del Ministerio de Fomento a realizarlo. O al menos una parte. Muchos

nos preguntamos cómo es que un Ministerio que está cercano a la bancarrota, con una deuda de más de

40.000 millones de euros, propone retomarlo. ¿Consiguió UPN resucitarlo o quizás fue el PNV, a cambio

de los votos necesarios para aprobar los presupuestos? 

Un deseo colectivo que impulsó el llamado “Cambio” fue la necesidad de tomar las decisiones relevantes

de manera informada, participativa y meditada. Para esto pueden servir diversas herramientas: una

ponencia parlamentaria sobre el modelo de movilidad, unos estudios técnicos serios e independientes,

debates sociales en diferentes espacios… Maneras de tomar en consideración la postura de quienes se

siente afectados por este proyecto. Considerando también las graves afecciones que sufren las tierras,

paisajes y territorios por donde pasa pero también por donde no lo hace. Con el cambio de gobierno se

exigían cambios en las formas de tomar las decisiones. En este sentido, el debate en torno al TAV podría

ser una ocasión para aprender a construir las maneras, actitudes y dispositivos que nos permitan pensar y

debatir sobre una aspecto central de nuestras vidas como es el transporte motorizado: su papel social, sus

afecciones, su necesidad a la hora de servir al bien común. Pero no está siendo así. Ni de lejos. Ni su

pálido reflejo. Las decisiones, como antes, se toman en los despachos, al albur de intereses partidistas.

Manu Ayerdi, vicepresidente del gobierno, se reúne con el ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, y

tratan de ponerse de acuerdo sobre las condiciones en que van a llevar a cabo este proyecto. El mismo que

impulsaron los actuales partidos de la oposición. Y que por eso han apoyado con tanta vehemencia. 

Estaremos allí este jueves quienes creemos que estas formas de decidir son oscurantistas y

empobrecedoras de la tan cacareada democracia. 

Hay muchos quienes que dudamos seriamente de los posibles beneficios comunes de este proyecto.

Muchas personas que percibimos cómo se lleva a cabo a nuestras espaldas. Y tantos otros que lo

consideran como una pieza más de un mundo que adquiere las características de un muerto viviente.

Pero seamos muchas o pocas, nos muevan unas razones u otras, tengamos diferentes sensaciones, existe

una parte considerable de nuestros convecinos que exigen parar esta acelerada negociación: ¿por qué tanta

prisa? 

No nos fiamos de estas formas de tomar decisiones y hacer acuerdos cuando se trata de un proyecto de

esta envergadura. 

Allí estaremos. Esta vez convocadas y convocados por cuatro organizaciones. Allí nos tratarán de

comunicar sus consideraciones, pero también intentaremos escuchar las vuestras, las nuestras.

Nos pedimos un debate real, serio, plural, informado. Se lo exigimos también al gobierno de Navarra.

Esto supondría un cambio. Y para eso necesitamos tiempo. Tampoco aquí nos sirve la alta velocidad.

Gehiago