Algo habrá hecho

“Algo habrá hecho”. Es lo más suave que he leído entre los comentarios en contra de la grabación que hice de la detención* con violencia de un chaval. De ahí, para arriba. Pero esa frase en concreto, con decenas de variaciones, no ha parado de aparecer en mi timeline.

Marta Araujo

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Estamos hablando de un video en el que, literalmente, levantan del suelo a un chico, cuya cara estaba contra el asfalto, tras haberle puesto las esposas, y lo introducen sin ningún tipo de cuidado en un coche patrulla. Todo esto, frente a decenas de vecinos protestando y gritando y otros cuatro agentes de policía que acaban de llegar.
 A raíz de subir ese video, ha habido una enorme oleada de apoyo, pero también una enorme oleada de críticas. Desde los que asumen que yo (madrileña recién aterrizada en Pamplona) y todo al que repugnen esas imágenes somos abertzales (como si el espíritu crítico fuera exclusivo de determinados frentes ideológicos), hasta los que aseguran que esto es falso porque el vídeo es antiguo (debe de ser de la cuarentena de hace unos años y la cual no recuerdo…) o que está mal grabado y manipulado, porque no aparece ni el comienzo de la detención ni el “supuesto” final. El final al que hacen referencia es que el coche patrulla que le trasladaba grita por su altavoz “¡VIVA ESPAÑA!”. Pero, por desgracia, dejé de grabar antes, porque pensaba que el horror había terminado una vez se llevaban al chico. Craso error. Porque, efectivamente, ahora solo está el testimonio de decenas de vecinos y otro video en el que sí se escucha de forma lejana.

Me encantaría, sobre todo para los futuros detenidos con violencia, que seguro que lo agradecen, que la policía fuese avisando por esa misma megafonía que usa para gritar proclamas políticas y así nos diera tiempo a los testigos a prepararnos en condiciones. Algo como: “¡se reparten hostias y ese chico de ahí tiene todas las papeletas!”, o similar, para evitar que estos asaltos nos pillen desprevenidos. Lamentablemente, aún no se hace, así que lo que se ve son las imágenes tomadas por una persona que se asomó a su balcón a tiempo de ver cómo agarraban los brazos de un chaval y le estampaban contra el suelo para garantizar que se daba con la cara, antes de ponerle las esposas, y que tuvo que meterse en casa de nuevo a por su móvil para poder grabar.
El problema, al margen de la gravedad de lo sucedido, es ese mensaje de “algo habrá hecho”. Ese mensaje encierra muchas cosas. Encierra nuestra incapacidad para pararnos a pensar que, detrás de esta detención, pueda no haber justicia sino un afán violento y amedrentador por parte de los cuerpos de “seguridad”. Encierra una descomunal sensación de vértigo y miedo que no queremos ni podemos afrontar. Encierra una fe ciega en un sistema que no puede ponerse en duda ni criticar. Encierra la tranquilidad de pensar que le ha pasado al perro flauta/abertzale/yonqui/extranjero que no es como nosotros, así que estamos a salvo. Porque no eres como ellos, no votas como ellos, no piensas como ellos, no has hecho lo que ellos hayan hecho para merecer eso.
Lo que pasa con los “algo sería” es que no protegen de nada. Son una venda para los ojos, y las telas no paran golpes ni realidades.
Y de repente, el día de mañana, te encuentras con que la policía se “confunde” y eres tú el que sufre una situación así. O igual tu hijo, al que paran en la calle por considerar que su aspecto es X. Quizás tengas suerte y no vivas esto. Quizás no. Y si este segundo quizás se vuelve una realidad, puedes intentar quejarte y preguntar, como hizo este chico. Pero no te van a responder. Y puedes ser un ciudadano ejemplar, no resistirte ni hacer nada, pero acabar con la cabeza contra el asfalto.
Y entonces pasarás a escuchar ese cántico de: “algo habrá hecho”.
Tú sabrás que no, pero te encontrarás teniendo que luchar contra lo que te están haciendo y, también, contra aquellos que por miedo a la realidad o por amor a la misma, irán contra ti, alabarán lo ocurrido, te juzgarán como el malo sin saber. Y sin aceptar lo que sí están viendo ante sus ojos.
Y da igual que haya decenas o cientos de vecinos viendo esto, da igual cuantos testigos salgan a tu favor. Pasas automáticamente a ser de esa “minoría” discriminada que se ve obligada a explicar que no hizo nada; que lo que se ve es lo que sucedió. Pero… “algo habrás hecho”.
Y todo esto, sin ni una apreciación a ese grito final, porque el problema eres tú. Sin ni una sola mención a esa salva proferida llena de odio y provocación, que recuerda a un pasado no tan pasado. Un grito que algunos neutrales preguntan con pena si no podemos volver a usarlo e imaginar que es algo bonito y lleno de orgullo. Aunque, como ese altavoz nos recuerda, “¡Viva España!” fue, es y será un grito de guerra contra las libertades.
Esto es exactamente igual de triste que no ser capaz de afrontar el vértigo de que, quizás, aunque no vivamos en el país más inseguro del mundo, institucionalmente hablando, hay cosas muy graves por solucionar. Igual de triste que no lograr empatizar con el que está en el suelo, a no ser que sea nuestra mejilla la que se marca con las piedras del asfalto.
Al final, cuando el problema en una detención así, no es la violencia de quienes deben protegernos ni la proclama final que es himno de fascistas, sino que los que lo testimonian son sospechosos de tergiversar la verdad… los únicos que perdemos somos los ciudadanos. Porque estamos permitiendo que los cuerpos de seguridad tengan nuestro beneplácito para repetir estas actuaciones sin miramientos, sin consecuencias. Porque si no protestamos y exigimos sus derechos, cuando los que se vulneren sean los nuestros, la palabra derechos tendrá aún menos valor. Porque estamos legitimando que, le pase lo que le pase al siguiente, “algo habrá hecho” para merecerlo.

* El término detención no es del todo exacto, puesto que ese proceso es el que se realiza posteriormente en comisaria, con la lectura de los cargos y los derechos. Lo que presenciamos es, para ser correctos, un traslado a comisaría. Pero creo que referirnos a ese momento como traslado con violencia daba pie a confusión y por eso quise utilizar el término más comúnmente usado.

Gehiago