Acelerar para culminar
Mikel Mundiñano, Beñat Uribe-Etxeberria, Eñaut Landa, Xabi e Iñaki Bidaurre, Naikari Iturbe, Ion Marauri, Bego Atxa y Joseba Azkarraga
Sare Herritarra
2024-ko abenduak 27
El tiempo, la distancia, y el mirar a lo que está sucediendo en el mundo, ayudan a ponderar en su justa medida la dimensión de los cambios operados en la vida política y social vasca en los últimos quince años. Que en medio de una escalofriante escalada belicista a nivel planetario que oscurece con los más negros nubarrones imaginables el horizonte de la humanidad entera; el que un conflicto de profundas raíces históricas como el vasco haya encontrado un sólido cauce de canalización política y haya sido capaz de eliminar de la ecuación muchos de los factores que durante décadas han sido fuente de trágicos y multilaterales sufrimientos, hay que ponerlo en valor.
Sobre todo, para tomar consciencia de que los cambios de los que hoy “disfruta” la sociedad vasca no son cambios que hayan caído del cielo. No. Los factores generadores de sufrimiento que han ido paulatinamente desapareciendo de la ecuación política vasca han ido despejándose gracias al encomiable esfuerzo de muchas personas y agentes que, durante todos estos años, han sido capaces de salir de sus particulares “zonas de confort político” para explorar en espacios de colaboración no sólo con las y los diferentes sino también, y, sobre todo, con los y las contrarias. Espacios capaces de concebir soluciones colectivas e imaginativas a problemas largamente enquistados. Un ejercicio éste no exento de riesgos, y muy poco agradecido muchas de las veces. Sobre todo, por parte de las respectivas “hinchadas”, más acostumbradas a buscar razones que retroalimenten su arsenal argumentario que a comprometerse en vías de acuerdo que siempre obligan a dejar pelos en la gatera.
Cierto que en el caso vasco los pasos dados en el camino hacia las soluciones han contado con el apoyo abrumadoramente mayoritario de la sociedad vasca, que ha ido muy por delante incluso en su voluntad de superación de los problemas, señalando siempre el camino a agentes políticos y sociales. A la vista del camino ya recorrido, no cabe duda de que la sociedad vasca no solamente avala, sino que desea y exige un último esfuerzo colectivo para eliminar definitivamente de la ecuación política vasca los factores que a día de hoy siguen generando sufrimiento. En particular, las políticas de excepción que están ralentizando de forma exasperante e injusta los itinerarios de reintegración social y vuelta a casa de las presas y presos de motivación política y desterrar para siempre la utilización que del dolor y sufrimiento algunos hacen de las víctimas de todas las violencias. Las víctimas, de manera individual no están pidiendo venganza. Nos están diciendo a todos, respaldo y reconocimiento de su dolor. Y es eso lo que nos comprometemos a seguir haciendo.
Creemos que es momento de señalar a quien sigue empecinado en poner palos en la rueda de las soluciones. Es momento de decir alto y claro que las presiones para bloquear lo que debiera ser una dinámica normalizada de excarcelaciones no responden a las necesidades de ninguna víctima. Es una evidencia constatada que un avance en cualquiera de los temas de la agenda de resolución repercute positivamente en los demás. Porque da seguridad y confianza a los agentes que deben dar los pasos. Los impulsos de bloqueo obedecen pura y simplemente a intereses políticos partidistas. No es de recibo que sean precisamente quienes no han puesto nada de su parte para que las cosas cambien quienes exijan más y más condiciones a quienes desde hace ya tiempo avanzan en posiciones constructivas y de empatización con los demás sufrimientos. No es de recibo que quienes encendieron la mecha de la guerra global en las Azores, quienes mintieron de forma ignominiosa tras el 11-M, o quienes desaprovecharon oportunidades como la ventana diplomática abierta en Oslo, pretendan erigirse ahora en “tutores morales” del proceso de soluciones. Como artífices de aberraciones jurídicas como la Ley 7/2003, verdadera cadena perpetua encubierta, o de la ya felizmente superada Ley 7/2014 que ha privado a las y los presos vascos el acceso a las prerrogativas de cumplimiento de condenas vigentes en toda la Unión Europea, debieran ser ellos los primeros en hacer autocrítica y ofrecerse para allanar el camino a un escenario de paz y convivencia definitivos.
La sociedad vasca no está ya para más excusas ni para más dilaciones. Urge diligencia en el desmantelamiento de las políticas de excepción todavía vigentes. Se trata ni más ni menos que de adecuar el ordenamiento jurídico a la demanda mayoritaria de la sociedad. Se trata de ejecutar la ley atendiendo a criterios profesionales, sin privilegios, pero también sin discriminaciones. Se trata de culminar cuanto antes el camino iniciado hace ya quince años. Será una victoria colectiva. Una victoria a ofrecer a las generaciones venideras y también, en un momento crítico, al mundo entero. El 11 de enero lo volveremos a reclamar en las calles de Bilbo.