Y una vez más

2015-ko urtarrilak 13

Y una vez más, me planto ante las hojas en blanco en busca de un consuelo desesperado, enrabiado, vacío de sustancia lógica que me haga comprender tanto sufrimiento inútil, tanta angustia, tanta incertidumbre que llenará las próximas horas de mucha gente que amo. Y una vez más, necesito contaros. Contaros, que una vez escribí que hacía 25 años, yo era una niña de ocho años que vivía en un pueblito andaluz cuya único cuento era la ETA, y que luego os conocí y os sentí y me nutrí de esa esencia que no sé por qué, después de tantos años aquí, no sé de donde mana y que tampoco sé por qué, pero aquella persona que la respira se embriaga.

Contaros que hay esperanza.
 Contaros que han pasado los años, y que el cuento por allá abajo se ha deteriorado, que la palabrería absurda como por ejemplo, qué se yo, “entramado”, a la gente, ya se le ha atragantado y que aquel mundo que se creía el cuento de buenos y malos, aquél que tenía miedo a los tentáculos de una organización armada, ya no conoce más que los tentáculos de los pulpitos que cantan al sol en los chiringuitos.

Contaros que este cuento ya no tiene quién lo lea, que podéis estar  orgullos@s de cada paso dado, de cada página pasada que os lleva a un nuevo horizonte, aún sabiendo, asumiendo, que ha habido rastros de dolor esparcidos por el camino, aún sabiendo, asumiendo, que no sabemos cuánto tiempo tardaremos en encontrarnos y recomponernos hasta sentir que el daño es muy, muy lejano, liviano.
Hace unos días que he vuelto de ese pueblo al que un día pertenecí y del que por mucho que niegue nunca me ha dejado de latir, y he vuelto orgullosa de lo que he visto, del cambio, de la necesidad de perdonar, de entender que he visto en él. Ahora, puedo mirar a los ojos de aquellos que me vieron crecer, y decirles que una vez más, una maldita vez más, se han vuelto a llevar a mis amigos a la fuerza sin un por qué y que estoy triste, y que no entiendo nada, y que esto es un sin sentido que no lleva a ninguna parte, que ya está bien de sufrir, que me expliquen qué es lo que pretenden conseguir, ¡que estamos hasta el moño!, ¡ hasta el coño y hasta donde nos dé la gana de estar!,  ¡qué ostias! ,  ¡joder, qué puta impotencia!… y una vez más…

Pero ahora, todo esto puedo decirlo en mi pueblo y en el de enfrente y en el de más allá y ya no me siento sola, y ya, nunca más, tendré que sentarme triste frente a unas hojas en blanco, porque este cuento ya no se lo creen ni por los confines del sur. No estáis sol@s. Miles de corazones, hastiados ya de no poder dormir con cuentos de ogros verdes de la posguerra, os acompañan en silencio en vuestros pasos hacia casa. Acabaremos destruyendo su odio, y como todo buen cuento con final feliz, una vez más, lo conseguiremos.

Venceremos.

 

Gehiago