Y de repente… lo invisible, lo precario, pasa a ser imprescindible

La crisis del COVID- 19 está poniendo nuestra estructura laboral frente al espejo. Ha puesto de relieve hasta qué punto el bienestar de la sociedad descansa sobre los hombros de personas poco valoradas y que cobran salarios de pobreza.

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“Todo necio confunde valor y precio” (Antonio Machado)

Gran parte del contingente de empleos esenciales, cuya actividad está permitida por indispensable durante el estado de alarma, lo forman personas con sueldos que rondan los mil euros netos mensuales, sin posibilidad de teletrabajo y con un elevado riesgo de contagio. Los catalogados ahora como trabajos indispensables son los trabajos que estos últimos años han estado peor pagados, los que han sido arrinconados, los más precarizados, los que tienen menor visibilidad y en muchos y muchos casos, los más feminizados (los cuidados y los trabajos domésticos, los de las residencias de ancianos, una parte grande de la sanidad, la limpieza…)

Ha tenido que llegar una pandemia para poner del revés la economía y mostrar claramente, cómo las escalas más bajas son las que mantienen con pulso a la sociedad y permiten a las escalas intermedias y altas resistir el confinamiento en sus casas.

A pesar de que el capitalismo hace que concedamos un estatus bajo a las personas que realizan tareas esenciales, estos días y quizás por primera vez en décadas, ciertos empleos están siendo valorados y aplaudidos por la sociedad. Algunos pensarán que con los aplausos desde los balcones es suficiente, pero lo realmente necesario es que ese reconocimiento lo tengan a nivel de subida de salarios y mejores condiciones laborales.

Con esta galería de fotos de Ekinklik queremos visibilizar y reconocer a todas esas personas imprescindibles. No están todas las que son, pero sí son todas las que están.

Gehiago