Venezuela: Encrucijada por la Esperanza

2015-ko irailak 24

Para entender la realidad venezolana, hace falta ir más allá de los titulares repasados cada mañana desde un móvil, o superar el elemental tratamiento mediático de algún noticiero de tv o radio local, pues Venezuela no sólo se enfrenta a una serie de polémicas situaciones
coyunturales, sino que ha emprendido un proyecto político, cultural y social que define la historia contemporánea mundial y que se enfrenta a una gran encrucijada: el desafío de perder o conservar y profundizar una Revolución Socialista.

Muchas son las expectativas que otras naciones, pueblos y organizaciones del mundo tienen con respecto al futuro de la Revolución Bolivariana ¿Se logrará superar la actual crisis económica? ¿Qué depara el futuro en las relaciones colombo – venezolanas? ¿El pueblo continuará apoyando al Partido del chavismo? ¿La falta de productos básicos condenará a la Revolución? Para responder todas estas interrogantes, es menester hacer un repaso de las causas estructurales de los recientes fenómenos políticos y económicos en este país.

A pesar del tiempo que el gobierno chavista tiene en el poder, y a pesar de los avances en diferentes materias sociales, el proceso bolivariano no ha logrado superar la lógica capitalista y rentística basada en una economía mono-productora, dependiente de manera absoluta a los precios del petróleo, con un limitado desarrollo industrial, que se agrava frente al escenario de crisis mundial. Todo esto acompañado del golpe moral producto de la desaparición física del propulsor del proyecto revolucionario en Venezuela, Hugo Chávez, quien promovió la
superación total de esta dependencia, la diversificación de la economía, el fortalecimiento político del estado, el bienestar social y una serie de metas centralizadas en su última propuesta de gobierno denominada Plan de la Patria. Otras contradicciones emergen en este
proceso obstaculizando la radicalización del proyecto socialista: las políticas oportunistas y reformistas heredadas de las viejas tradiciones políticas que frente a la ambigüedad del momento, no batallan contra la corrupción y la burocracia sino que la sostienen,
retardando sin duda los objetivos estratégicos del plan revolucionario. Esta situación es el resultado de la pugna por el poder de dos modelos socio – económicos antagónicos, dentro de un proceso revolucionario de características pacíficas.

En medio de esta contienda, la reacción inmediata por parte de los poderes hegemónicos nacionales e internacionales no se ha hecho esperar, precisamente porque la Revolución Bolivariana se convirtió en un freno para sus intereses económicos, financieros y políticos,
convirtiéndose en una alternativa contra el imperante modelo neoliberal. Protestas violentas con saldos dolorosos, sabotaje económico, boicot a la empresa petrolera nacional y hasta un golpe de estado, han sido algunas de las expresiones de reacción de la histórica clase dominante, que en la actualidad se agudizan y arrojan diferentes fenómenos políticos como el acaparamiento de productos de la cesta básica, hiper inflación, devaluación de la moneda nacional, contrabando de extracción en zonas fronterizas, fuga de divisas, descomposición social, entre otros problemas que han afectado sin duda la cotidianidad del pueblo venezolano, que ponen en “jaque” al gobierno bolivariano y que alimentan la percepción de ingobernabilidad, justo en el año que definirá electoralmente la confianza del pueblo en
su proceso, en las próximas elecciones a la Asamblea Nacional.

Sin embargo el gobierno chavista no ha escatimado esfuerzos para enfrentar estas diferentes problemáticas, esfuerzos que han consistido esencialmente en una sólida alianza entre gobierno, fuerzas armadas y pueblo organizado; una fuerte presencia institucional abocada a la gestión óptima en diferentes áreas como la distribución y subsidio de alimentos básicos, ajuste y control de precios, seguridad ciudadana, masificación de la educación, incentivo del aparato productivo a través de la investigación y el financiamiento, sin dejar atrás una coherente participación en el escenario internacional, que coincide con el intercambio y solidaridad de otras naciones del mundo. Pero lamentablemente esto no ha sido suficiente para derrotar las pretensiones del imperio y de la burguesía nacional: aún la mayoría
de la producción nacional se encuentra en manos de la empresa privada; las empresas nacionalizadas o creadas en Revolución no han alcanzado un nivel organizativo y operativo óptimo; el papel del Partido de la Revolución, PSUV, ha sido timorato y ambiguo en la superación de la lógica electoral, restando fuerza al papel de una organización de
vanguardia que oriente a su gobierno y a su pueblo por las verdaderas sendas revolucionarias; el gobierno del Presidente Maduro además, ha basado equívocamente su estrategia en el diálogo y consenso con el enemigo; que de manera evidente, no ha resuelto el conflicto, sino que al contrario, lo ha agudizado.

En este sentido es imprescindible el establecimiento de nuevas direcciones en la defensa de la Revolución, en palabras de Hugo Chávez en el discurso denominado Golpe de Timón: _“condiciones necesarias que orientan el transito al Socialismo (…) con el nuevo ciclo que se
abre debemos ser más eficientes en el transito, en la construcción del nuevo modelo político, económico, social, cultural: la Revolución”_; esto sólo se logrará radicalizando lo que hasta ahora se ha construido, partiendo por tomar medidas políticas urgentes en
diferentes áreas, como la nacionalización de la banca, poniendo al servicio de la Revolución el aparato financiero, evitando la gran fuga de capitales al exterior; la especulación y el incremento del mercado cambiario paralelo; nacionalización del comercio exterior, planificando las importaciones, activando la producción nacional, y regulando los
precios; conglomerando además todas las empresas nacionalizadas, agrupándolas  en una sistema orgánico que el propio Presidente Maduro solicitó en septiembre del 2014: _“Hay que fortalecer la capacidad de administración, de dirección, de gestión (…) crear el gran
conglomerado del sistema de empresas públicas, estatales y socialistas de Venezuela, con sus diversas corporaciones que las van a agrupar sus empresas y sus plantas de servicio y de producción…”_, medida que ha sido postergada, pero que representa una salida clave a la
dependencia de los excedentes provenientes del petroleo y las relaciones mercantiles tradicionales, todas estas manifestaciones de la lógica capitalista. Ruegos del propio Presidente Chávez se manifestaron en octubre de 2010: _“Por favor, les ruego que me oigan esta reflexión (…) pongamos el conocimiento en base a la creación de un sistema distinto, no convirtamos la producción en mercancía automáticamente. ¡Ese es el capitalismo!”._

Otras medidas serán igual de necesarias, el rescate inmediato de la espiritualidad revolucionaria, ofreciendo medidas claras que vigoricen la moral del pueblo, reafirmando la convicción en el Socialismo como posibilidad para superar la barbarie del sistema capitalista que degenera y pone en real peligro a la humanidad. En palabras del teórico heroico Che Guevara _“…el Estado se equivoca a veces. Cuando una de esas equivocaciones se produce, se nota una disminución del entusiasmo colectivo por efectos de una disminución cuantitativa de cada uno de los elementos que la forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes; entonces es el instante de rectificar”_. Rectificar aquí no es una frase trillada en el vocabulario de una izquierda añeja, sino, la necesidad de ir a la raíz
de los fenómenos, buscando transformar lo esencial. Entendiendo que la encrucijada a la que se enfrenta la Revolución Bolivariana, no es entre más dividendos y más beneficios, sino entre un sistema asesino, caduco y nocivo como el capitalismo, y un sistema de organización liberador y altamente humanista como lo es El Socialismo.

El Gobierno Bolivariano está obligado a rectificar su política de conciliación de clases, está obligado a radicalizar. Muchos piensan que radicalizar implica perder gobernanza, pero en la actualidad, si no radicalizas no gobiernas. Tiene a su lado a un pueblo mayoritariamente
chavista, que en tiempos de agudización de la lucha de clases y de polarización electoral avanza con fuerza y ofrece un apoyo determinante a la Revolución Bolivariana. Igualmente el Estado venezolano capta la mayor parte de las divisas a través de la renta petrolera.

Si no radicaliza, se impone el fascismo, o la vía del pacto desnaturaliza el carácter socialista de la revolución y lo convierte en un esperpento socialdemócrata al mejor estilo del PRI mexicano, manteniendo el poder pero en detrimento de su propio sentido de
existencia ético-revolucionario. Se resignaría a re-formar el capitalismo rentista que caracteriza la economía venezolana, y decorar apenas la estructura burguesa del estado venezolano.

Mientras que no existan definiciones, la incertidumbre se impone en la población, el descontento aumenta, la confusión predomina.

Por la vía del fascismo harían falta cientos de miles de muertos para intentar apenas controlar un país ingobernable. Por la vía de un gobierno de “unidad nacional”, la desmovilización será progresiva y velada, sin esperar igualmente un conflicto civil.

Gehiago